Los antiguos creían que la musa estaba por encima de los poetas y que los poetas eran simples instrumentos. Actualmente, la musa es una auxiliar que ceba mates y sopla genialidades al poeta, porque
en realidad no creemos en las musas. No tenemos dudas que el poeta es todo.
Desde la cotidianidad, el artista intenta cambiar la visión del
universo. Adhiere a que la escasez de musas impide cualquier actividad o percepciones
creativas. ¿Es imposible engendrar una expresión artística, sin el auxilio de
las musas? ¿Qué es una musa?
Algunos aseguran que entidades secretas susurran palabras, fórmulas o melodías. Otros
eligen el camino de la genialidad, la disciplina del estudio, el coraje moral y
ético, la crítica a circunstancias políticas y sociales, etc. Nosotros
postularemos que toda creación artística es una invocación a las musas.
Las musas eran convocadas
en ausencia de un norte poético. En el proemio de Teogonía,
las musas cantaban a Hesíodo las verdades y entretelones del mundo divino,
motivándolo a que abandonara sus tareas pastoriles.
Pausanias calcula que hubo tres musas, Meletea, Mnemea y Aedea.
·
Meletea,
designa la concentración y la atención, disciplinas indispensables para
desarrollar el aprendizaje. Es la musa del
pensamiento, las ideas y la imaginación, encargada de esbozar la creatividad en
la mente del poeta.
·
Mnemea,
es la función de la recitación y la improvisación.
Se encarga de formar las ideas abstractas. Es la que recuerda lo que su hermana
Meletea estuvo pensando.
·
Aedea,
alude al poema acabado, al instante que ha sido elaborado. Es la musa de la puesta en escena, el momento en el que la obra está lista para su interpretación.
Los poemas helenos mencionan a Arque y
Telxínoe. Cicerón confirma esta versión. Arque es el origen, pues la palabra
del poeta nombra lo primordial y Telxínoe, la seducción, el encantamiento que
la palabra cantada ejerce sobre el que la oye.
Hay autores que confunden a las musas con
las piérides, unas ninfas que habitaban los manantiales en Pieria, al pie del
monte Olimpo. No obstante, las musas moraban el monte Helicón en Beocia y el
monte Parnaso en Delfos. Cantaban y bailaban
alrededor de las fuentes de Hipocrene y Aganipe, cuyas aguas proporcionaban la inspiración poética.
Al pie del monte Helicón, las piérides enfrentaban a las musas en un concurso de canto y entusiasmado por la belleza
de aquellas voces, el monte se elevó al cielo.
Poseidón envió al caballo alado Pegaso a reparar su altura original y un golpe
de sus cascos hizo brotar una fuente de agua, posteriormente bautizada fuente
de Hipocrene… Las musas ganaron y transformaron a las piérides en
urracas.
Unos versos elegiacos de Mimnermo describen dos
generaciones de musas, las más antiguas, hijas de Urano y Gea y las más
jóvenes, hijas de Zeus y Mnemósine.
De acuerdo a la adaptación clásica de
Hesíodo, las musas son nueve.
·
Calíope, musa de la poesía épica. Ciñe corona de oro o
laurel y su atributo es el arpa o la trompeta. Enseñó el canto a Aquiles y a Heracles la amenidad en los banquetes. Fue madre de Orfeo, Lino y Reso, un
rey tracio.
·
Clío, musa de la historia y el relato heroico. Canta
las hazañas de los pueblos.
Sus atributos la citara, el
estilete y el libro. En el periodo romano es el orden cronológico de los
acontecimientos.
·
Erato, musa del arte lírico de la elegía. Ataviada con una mitra de rosas, un
vestido amplio y un arpa, simboliza la armonía cósmica. Conforme Apolonio de Rodas, es musa
de la poesía erótica. Los pintores renacentistas agregaron una flecha dorada que remite a Cupido,
el dios romano.
·
Euterpe, musa de la música, presidia fiestas y bailongos. Junto al dios Dionisio inventó el teatro. Hacia fines de la época clásica fue musa de
la poesía lírica.
·
Melpómene, musa de la tragedia. Usa corona o espada y una
máscara de sombría mirada. Inicialmente encargada de la armonía musical en el
teatro, tiene un puñal ensangrentado o una maza para sugerir que la arrogancia
está unida a la tristeza y la soledad. Un mito dice que, pese a la posesión de
riquezas y honores, nada hacía feliz a Melpómene.
·
Polimnia, musa de los cantos sagrados, la retórica y la
pantomima. Apoya el codo sobre un pedestal en una actitud de elocuencia.
También asociada al arte del mimetismo musical, lo cual otorgaba el don de
expresarse en versos melodiosos e hipnóticos. Polimnia concedió su don musical
a Orfeo, permitiéndole encantar a animales y controlar elementos de la
naturaleza con melodioso canto.
·
Talía, musa de la comedia. Hábil en la poesía bucólica o
pastoril, asistía a banquetes y celebraciones realizadas en el campo. Es una
divinidad risueña, encarna a la musa del teatro, la que inspira la comedia.
Apolodoro indica que Apolo
tuvo un amorío con Talía y engendró a los coribantes, unos señores que tocaban
el tamboril y bailaban en honor a la diosa Cibeles.
·
Terpsícore, musa de la danza y la poesía ligera. Una
joven esbelta y aire jovial, hace sonar una lira de la que saca el ritmo de los cantos y la danza
coral. Junto a Aqueloo, padre de las gorgonas, se
le asigna la maternidad de las sirenas.
·
Urania, musa de la astronomía. Tiene una corona de
estrellas y una esfera celestial, inspecciona y analiza condiciones y evoluciones de los astros. Es la musa de las ciencias exactas.
Platón reclamó añadir a la poeta Safo de Lesbos en la lista de
Hesíodo y no tuvo éxito.
Croto era
un sátiro del monte Helicón y amaba oír cantar a las musas. Finalizado el bello
canto, soltaba unas torpes palmadas y fue el antecedente del aplauso.
En la barriada vivían las cárites, Aglaya, Eufrósine y
Talía, tres divinidades que aportaban al coro de las musas. Hijas de Zeus y
Eurínome, las cárites influían en trabajos del alma, el arte y el pensamiento. Estaban asociadas a las cualidades buenas y deseables,
llámese encanto, belleza y creatividad. Para los romanos, las cárites eran los tres
arquetipos de mujer, la virgen, la esposa y la amante.
Las musas son autoras del enigma de la Esfinge de
Tebas, aquel que solucionó Edipo y accedió a proclamarse
rey de Tebas y tomar en matrimonio a la reina Yocasta.
Amaban las
competencias musicales. Vencieron a
las sirenas y usaron sus alas de coronas. En otra ocasión le tocó el turno al
músico Tamiris, a quien arrebataron el arte de tañer la cítara.
Marsias
desdeñó a las musas y decidió que su flauta retase nada menos que al dios
Apolo. El vencedor podría hacer con el otro lo que quisiera. Obviamente,
prevaleció Apolo y Marsias fue desollado vivo en un árbol… La sangre formó el
río Marsias, afluente del Meandro.
Es bastante probable que Marsias haya aprendido a tocar la
flauta… Y no precisamente con la boca.
*********
Sentado en el trono
Lidskjavl, Odín supervisa el mundo. A sus pies, dos lobos, Geri y Freki,
en tanto, las bellas valquirias Rista y Mista sirven hidromiel, el elixir de la
eterna juventud. No faltan los cuervos Hugin y Munin, es decir, la reflexión y
la memoria. Ambos cuervos eran enviados al alba
y al caer la noche, descansaban en los hombros del dios y susurraban noticias
de los nueve mundos.
Odín está asociado a las trampas y al engaño. Según los
mitógrafos, modifica la apariencia en la de un hombre de larga barba gris y un
abrigo azul oscuro. Cuando desciende a la
Tierra, arroja su lanza Gungnir y desata conflictos
bélicos.
Un día Odín visitó Jötunheim, país de los gigantes. Allí anidaba
la fuente de toda sabiduría. Pidió al gigante Mimir beber un sorbo, a cambio de
sacrificar un ojo y el dios no dudó un segundo… Ningún precio vale el conocimiento. A partir de entonces,
un sombrero de ala ancha disimula la ausencia
del ojo izquierdo.
Kvasir nació de la saliva de los dioses nórdicos,
erigiéndose el más sabio. Ahora bien, resulta que dos hermanos, los enanos Fiallar y Giallar, mataron a Kvasir y en un odre con miel,
guardaron su sangre. La mezcla produjo un hidromiel mágico que inspiraba al
conocimiento y la poesía. Bastaba un trago para ser sabio y poeta.
Fiallar y Giallar eran tipos
pesados. Guiaron al gigante Gilling hacia una zona en las que sus barquitas
cruzaron, salvo la nave de Gilling, que no esperó en estrellarse. Luego se
cargaron a la viuda, dejándole caer una pesada roca encima. Pero Suttung, hijo
el finado Gilling, preparó la venganza y los apresó en una isla. Condenados a
una muerte segura, los enanos entregaron el hidromiel. Suttung aceptó y encargó
a su hija Gunnlod esconder el valioso tesoro al interior de una montaña.
Pasaron los años y Odín llega a las tierras
de Baugi, ofreciendo segar el heno por un sorbo del hidromiel. Baugi respondió
que su hermano Suttung podría orientarlo. Claro, Suttung no iba a ceder una
gota y un dios no renuncia a sus propósitos… La bella Gunnlod quedó prendada y
a los tres días y tres noches de placer, cedió a las pretensiones de Odín.
Bebió de un solo trago el contenido, adoptó forma de águila y salió rajando.
Suttung advirtió el fraude… Enfundó su casaca voladora y levantó vuelo, pero el
dios lo fulminó en el acto.
De regreso al Asgard y
aturdido del brebaje divino, no pocos notaron que Odín hablaba en verso.
Entre los antiguos escandinavos no había creación sin
presencia de lo divino. Justamente, cada vez que Odín se emborrachaba, un
milagro poético caía del cielo.
*********
Albio Tibulo resolvió alejarse de la política y dedicarse
al campo, la tranquilidad del hogar, el elogio al amor y la belleza, el odio a
la guerra, el desprecio a la riqueza, etc. En suma, deseaba retornar a la edad
de oro. Pretendió imponer esa típica incredulidad de la juventud en su vida
adulta y pronto descubrió el amor no correspondido. Se aferró a los dioses y les
confió la voz de su propia alma. Escribió un par de libros elegíacos. El
primero a Delia, una mujer casada que no tardó en rechazarlo. El segundo a
Némesis, una cortesana que lo largó, encandilada por el dinero de un anciano.
El poeta mejoró sus rimas, aunque Némesis prefería la prosperidad, antes que
los versos.
Ovidio incursionó en diferentes
actividades, pero nada lograba extirparle el entusiasmo por las musas. Ni siquiera cuando su padre recordaba que Homero había muerto en la
miseria. Sus primeros poemas fueron para Corina, una enamorada ficticia. Se
perfeccionó en Grecia, Asia Menor y Sicilia y cuentan que el emperador Augusto
lo condenó a los confines más incivilizados del Imperio, allá, donde Judas
perdió el poncho. Parece que Ovidio cometía adulterio con una nieta suya.
Exiliado en la inhóspita
Tomis, costa oeste del mar Negro, Ovidio soportó fríos extremos, aguas
insalubres, hambre, hostilidad de tribus tracias y algo que decreta el ocaso
del artista… La ausencia de musas.
La elegía latina surge como apropiación del arte griego.
Básicamente, se enfoca en exaltar el ánimo amoroso en batalla. La combinación
de elementos bélicos y amorosos pretende establecer relaciones paralelas en los
constantes desplantes del amante, su objeto amoroso y el acecho de la muerte. Por
eso el final del amor tiene algo de muerte poética. Sin embargo, una aparición
fantasmal de Cynthia, la amada de Propercio, demostró que el amor trasciende a
la muerte. Cynthia no era un poema más, sino el pilar de su obra literaria.
Un pensador helenista, Evémero, desmitificó las leyendas
populares y entonces Urano era un rey al que respetaban, los dioses eran héroes
divinizados, el diluvio una vasta inundación en Medio Oriente, etc. Así nace el
evemerismo, práctica que explica en términos racionales los mitos y viejas creencias.
Los padres del cristianismo se
disfrazaron de evemeristas y mutar a las musas en teorías artísticas. Asimismo,
los emperadores
romanos proscribieron el culto pagano, una prohibición ratificada en el Edicto
de Tesalónica.
Curiosamente, los autores cristianos veían en ese
repudio a las musas, un tópico poético…
Los príncipes recibían el Evangelio como una epopeya griega reconfigurada y en
la que la invocación al Espíritu Santo reemplazaba la tradicional invocación a
las musas. En virtud al enigma de si la Biblia había sido escrita por el Espíritu
Santo, Bernard Shaw dijo que no solo la Biblia, sino todos los libros. Borges
sospecha que es lo que Homero intentaba expresar al invocar a la musa de la Ilíada.
El poeta Juvenco se animó a comparar en tono cristiano las
hazañas de los héroes y las virtudes de los hombres antiguos. Al igual que
Homero o Virgilio, cantaba los hechos de Cristo, sin olvidarse de citar las
aguas del Jordán en clara referencia a las fuentes de las musas.
En una época tardía, las musas
volvieron a considerarse símbolos de las artes mayores, de hecho, las ciencias
modernas les rinden tributo en algunas especies de mariposas y plantas.
*********
Hacia el siglo XII, en Occitania, el matrimonio estaba
unido a intereses políticos y económicos y a guerras que obligaban a los
maridos a largos exilios. En ese contexto, trovadores y poetas forjaron el amor
cortés, un formato de cortejo que aún perdura en estos tiempos.
El amante es un vasallo de su amada. Empieza en la
contemplación de la amada y avanza conforme un ritual de poemas escritos, pruebas
amorosas de cumplimiento imposible, etc. A cambio obtenía el pobre consuelo de
sentirse enamorado. ¡Una porquería! No es lo mismo sentirse que estar
enamorado, se lo juro.
La tarea del amante se dividía en tres etapas,
pretendiente, suplicante y admitido. Una cuarta, el goce carnal, aunque los
historiadores aseguran que jamás sucedía. En general, la dama besaba al amante
y ahí terminaba la milonga. Ella inspiraba y representaba el tópico de los poemas.
O sea, la dama dictaba el poema que recibiría en ofrenda. El poeta era la
flecha, la dama era el arco y el blanco.
El amor provenzal implicaba una prueba. De modo que, previa
a la consumación física, había una etapa intermedia llamada assag. El assag era un rito que definía al amor verdadero y en
el que la dama imponía una condición suprema… Los amantes dormían desnudos, sin acceso carnal. Creían
que el amor se destruía apenas hallaba
satisfacción. La pureza del amor cortés consistía en contemplar la
desnudez de una dama, realizar toda clase de juegos y no sucumbir a la
tentación de la penetración. Otros poetas provenzales hablan de joi, un goce relacionado a la estética de los sentidos. Es una
elevación del alma similar al misticismo o al éxtasis intelectual de los
filósofos.
Los caballeros alemanes enaltecían a la dama en actos de
audacia y coraje. No obstante, sea escribir un poema o intervenir en una
cruzada, nunca parecía suficiente. Ahí está el caballero Balaum que arrancó su
meñique para diversión de la dama.
Ulrich von Liechtenstein describió las peripecias de un
caballero veneciano. Primero viajó hasta Viena disfrazado de Venus, la diosa
romana. Compitió en justas y torneos y desafió a quien dudara del honor de la
dama. Desgraciadamente, su valentía fue desdeñada… A cada hazaña cumplida, seguía otra y otra. La gesta
culminó una vez que la dama besó la mano del caballero y obligó a mutilársela.
Una balada de Schiller relata que una dama arroja su
guante a los leones. El caballero acepta rescatarlo y tras hacerlo, maltrecho,
acomoda a la dama de un guantazo… ¡Tampoco la pavada!
La mujer medieval mantuvo una superioridad, sustentada en
demandas extravagantes. Si bien es un modelo que todavía funciona, hoy nadie se
arroja a los leones por una mina… La civilidad del siglo XXI debería
agradecer la insuficiencia de leones…
O minas merecedoras de semejantes sacrificios.
*********
Platón considera al amor, un camino a la divinidad. Dante tenía
muy despierta esa influencia al privilegiar a poetas y héroes en los edénicos Campos
Elíseos.
Cecco nació en Siena, ciudad
de Toscana. Al cumplir la mayoría de edad y harto que reclamara parte de su
fortuna, el padre lo echó de la casa. Cecco anduvo mendigando y cometiendo
pequeños delitos, hasta que un zapatero le brindó asilo. El zapatero vivía
junto a su hija Becchina y era hermosísima.
En medio de una cena hablaron
de las nuevas poesías que Dante había escrito a Beatrice. A Cecco le parecían
malos versos. Becchina oyó la conversación y dijo que no cualquiera estaba la
altura de Dante. Cecco tomó aquel comentario como un desafío y se puso a
componer.
Las obras de Cecco eran de un
latín vulgar que practicaban los clérigos errantes y estudiantes revoltosos de
Europa. En los argumentos había vino, amores ilícitos, juegos de azar y festicholas.
Pronto, Cecco escribiría alrededor de 150 sonetos, uno peor que el otro.
Becchina no le dio bolilla y se casó con un vendedor de aceite.
Cecco quiso imitar el dolor de
Dante, pero sus versos estaban inflamados de odio. Amenazó suicidarse en la
puerta de Becchina y lo echaron a patadas. Buscó asilo en una abadía, mismo
resultado. Bajo la excusa de que Dante simpatizaba con los güelfos blancos, se alistó
a los güelfos negros que apoyaba la anexión de Florencia a los Estados
Pontificios.
Finalmente, murió su padre y
heredó una fortuna. Se presentaba a los nobles como Cecco Angiolieri, de noble
linaje, señor de Arcidosso y de Montegiovi, más rico que Dante y mejor poeta.
Otra historia.
Francesco Petrarca conoció a
Laura de Noves en Aviñón, un viernes santo. La contemplación de su belleza lo
enamoró de inmediato. Con delicada intelectualidad y espiritualidad, el arte de
Petrarca se volvió prolífico y Laura, la razón poética. El problema es que estaba
casada y como hombre de conciencia, Petrarca cuidó que los escrúpulos no lo
atormentaran.
Petrarca era recibido
gratamente en casa de Laura, pues al marido le halagaba ser el anfitrión de
semejante exponente de la literatura. Con el tiempo, la pasión del poeta
parecía ingobernable y Laura prefirió alejarlo de su vida, sin apagar el
secreto amor que profesaban.
Laura murió de una peste que
asoló Aviñón y el alma de Petrarca cayó en un abismo. Continuaron los poemas,
ya sin el perfume de Laura.
Petrarca humanizó el concepto del amor a través de Laura,
hasta su muerte. En la vereda opuesta, Boccaccio presumía de conocer a las
mujeres, una postura común en empleados de oficina y poetas mediocres, cansados
de intentar dominarlas.
Para Boccaccio, cualquier mina era musa y yo no estoy
seguro… Hay señoritas que no son musas y
poetas que no se inspiran ni tirándole a las nueve musas encima.
*********
La antigüedad tuvo artistas que alquilaban sus versos,
como Simónides de Ceos.
Simónides componía himnos y cantos triunfales por dinero,
nunca dedicados al auriga, sino al propietario
de los caballos, a sus parientes y a su tierra de origen. Hoy esa musa
dicta vulgaridades al oído de los artistas que son funcionales a la industria
del espectáculo. A menudo, asume el aspecto de un gerente artístico que ayuda a
preservar el mal gusto y a expandir la tilinguería en los medios de
comunicación.
Dado el afán de adaptarse y
sostenerse en la memoria colectiva, la fama proveía inmortalidad. Ahí tiene a
Aquiles, que eligió la gloria a una vida larga y próspera.
Según Hesíodo y Homero, Fama personificaba el rumor, el
chisme y los hacía correr, sin verificar el grado de veracidad. No era recibida
en el Olimpo, ni suponía una amenaza. Al ser un poquito mensajera, la
comparaban con el dios Hermes.
Virgilio dice que Fama fue la última hija de Gea, una criatura alada que viajaba con
rapidez. Tenía un ojo detrás de cada pluma y una lengua por cada ojo para
repetir lo aprendido. No le afectaba el poder del sueño ya que jamás cerraba los ojos. Sófocles conjetura que es hija de Elpis, la esperanza.
Ovidio cuenta que Fama habita un palacio de bronce en el
centro del mundo. Dicho palacio devuelve amplificadas las voces que ingresan de
mil aberturas. Vive rodeada en la credulidad, el error, la falsa alegría, el
terror, la sedición y los falsos murmullos.
Fama animaba la comunicación de las gestas heroicas, invocada en la necesidad de
sentirse distintos al resto. Esto podía glorificar al desdichado o volverse negativo con el recuerdo de enemigos
y traidores. O hundir al que no lo merecía, como a Palamedes durante el asedio a Troya.
Odiseo se la tenía jurada a Palamedes, así que organizó una
asamblea y acusarlo de haber recibido un soborno si traicionaba a los griegos…
La injusta fama de Palamedes concluyó en lapidación.
El miedo frecuente del artista es recibir demasiada
influencia de otro autor. Teme perder su identidad o parecer poco original. Por
eso se somete a la desesperación, la búsqueda de emociones, al placer estético,
la distorsión, los juegos de palabras, etc. En nuestros tiempos, los valores
artísticos nos invitan a reflexionar el maridaje entre la fama y el mercado de
consumo y la forma en que el capitalismo despliega sus tentáculos sobre el que
desea ser parte del ambiente artístico.
La sonata Claro de luna nos arrima a un Beethoven
atormentado. Claro, si tiene la mala suerte de oírla disfrazada de cumbia
santafesina, de inmediato comprende que la sed de fama admite sacrificar la excelencia y
enaltecer la rusticidad.
Otra musa que descansa en la estantería de la
mediocridad es la comodidad
artística.
Es el tópico,
el lugar común.
En la novela Robinson Crusoe, la comodidad está
presente. El autor, Daniel Defoe, resuelve las penurias del náufrago
de un modo engañoso… No lejos de la isla han quedado los
restos del barco y cuando Robinson precisa -póngale, un cepillo de dientes- nada
hasta el barco y lo trae. Pero el que nada hasta los restos del naufragio no es
Robinson, sino el autor de la novela.
Los malos poetas suelen tener a mano un barco hacia el
cual nadar, cada vez que las palmeras de sus islas desiertas no fructifican en
buenos versos, ni en cepillos de dientes.
*********
El devenir de la historia
modificó el concepto de musa. De hecho, para los detractores medievales era
síntoma de hechicería o locura. Desde el siglo XVI en adelante, una simple
figura retórica o literaria.
Aun así,
los artistas cristianos apelaban a la virtud del intelecto y diversas formas
del pensamiento. El poeta italiano Torquato Tasso aportó una idea aristotélica
referida a la capacidad contemplativa. Y si entre los pensadores clásicos, la
contemplación señalaba un acto de la inteligencia, Tasso dirá que la
contemplación estética es un juicio supremo del artista.
Tasso fue recibido en la corte
del duque Alfonso y estuvo metido en unos líos amorosos. Parece que le gustaba
la hermana de Alfonso y la besó frente a él. Al duque no le gustó la osadía y
lo envió a un manicomio. Más tarde rajó a Roma y murió en el convento de Sant’Onofrio. En plena demencia regaló las
siguientes palabras… «Ella me ha dejado en el
dolor la melodía y la palabra para clamar la más honda plenitud de mi
tribulación. Y aunque el hombre enmudece en su tormento, un dios me ha
concedido decir cómo sufro». Aprendan los que regalan chocolates y ositos de peluche.
Edmund Spenser compuso La reina de las hadas, un
poema épico cuyo argumento describe las virtudes de un caballero. La reina
Isabel personifica a Gloriana, reina de las hadas. A lo largo de varios días
recibe en la corte a los caballeros que desean distinguirse. Por supuesto, cada
hazaña constituye una virtud caballeresca. Spenser
aborda la literatura e ideas filosóficas de
la época isabelina, combinando
la caballería medieval con el patriotismo y la religión con el platonismo.
Descartes afirmó que el mundo
nace en la conciencia y entonces, la realidad ya no es producto de oscuros ni
claros designios. Nadie habla por boca del poeta, excepto la propia conciencia.
Nadie oye otra voz, ni escribe al dictado. El verdadero poeta es un sujeto
despierto y dueño de sí mismo.
John
Milton invoca a la musa celestial para conseguir dos propósitos. Primero, elaborar
una obra superior a lo escrito y segundo, justificar los procederes de Dios.
Esta última apunta a los atributos y la actitud divina hacia los seres
inferiores y en especial a quienes lo desobedecen o se rebelan al libre
albedrío. Milton interpela las diferencias y paralelismos entre Dios y Lucifer y
demostrar que la fuente del bien necesita de su otro –o lo que es igual- de
aquello contrario o diferente para validar su esencia.
Thomas Gray fue un escritor
sesgado por el dolor y la pérdida. Todos a los que amaba, murieron
tempranamente. De manera que incorporó en sus historias elementos macabros,
lúgubres y en los que abundan referencias a cementerios, camposantos, tumbas,
lápidas y epitafios. Una de sus musas fue Richard West, poeta e íntimo amigo.
Víctor Hugo, Émile Deschamps y Alfred de Vigny colaboraron
en La Muse
Française, una revista mensual publicada
en París. Había artículos de crítica y poesía, libretos de óperas y piezas
destacadas, versos de circunstancia y variedad de apuntes. Duró una docena de
entregas... Por
aquel tiempo ya nadie creía en las musas.
Las crónicas testifican que
Van Gogh estaba loco y por eso fue internado en una casa de salud. Salvador
Dalí fingía locura, acaso aprovechando el desconcierto que sus obras
despertaban. Sin embargo, el artista puede ser disruptivo, provocador, grotesco
o irreverente, pero no está loco. En todo caso, su sensibilidad habilita una
observación diferente de las cosas. ¿Y qué es lo que cuestiona las ciencias de
la psicología? ¿Por qué a veces la actividad humana se traduce en creatividad y
en otras circunstancias no?
Freud señala que la diferencia
en las palabras del poeta y las de un neurótico establece una clasificación de
subconscientes… El de
los mortales y el de los artistas.
André Bretón, padre del
surrealismo, se burlaba de los que veían en el hombre un fruto de la voluntad y
demostró innumerables ejemplos en que la casualidad se conecta con los
descubrimientos.
Los surrealistas transformaron
en idea y teoría que dentro abundan voces. Nada de sujeto y objeto, la
inspiración es el centro del mundo. Es algo que nos asalta apenas la conciencia
se descuida.
En respuesta al surrealismo,
el psicoanálisis acentuó el carácter inconsciente, involuntario y colectivo de
la creación. Lo poético reside en los elementos inconscientes que, sin
quererlo, al poeta se revelan en su poema.
Siendo que admiraba a Freud,
Bretón juzgaba de insuficientes las explicaciones psicológicas e insistió en
que la inspiración era demasiado inabarcable para que lo entienda el
psicoanálisis.
La revelación del inconsciente
no parece involuntaria. Al contrario, exige voluntad. La revelación es una
pasividad apoyada en la actividad consciente.
Tal vez Lacan tenía razón al
afirmar que la musa es un juicio suspendido
en el tiempo, un estado de cortesía frente a la belleza.
*********
En general, la musa tiende a
metamorfosearse a la necesidad del artista. Tiene tantos trajes que podría
vestirse y desvestirse a cada rato, sin interesar la facha. Naturalmente, la
mayoría prefiere una musa más humana.
Las musas
están asociadas a las modelos del artista. Conforme al espíritu bohemio de la
época, las musas de Toulouse-Lautrec eran las prostitutas de Montmartre, cuyas
figuras retrataba en los carteles de espectáculos circenses y teatros de variedades.
Picasso
admitía que las musas eran sus amantes. Las dibujó, pintó y modeló hasta la
saciedad.
Gabriel
Rossetti fue un pintor aferrado a la belleza física
y espiritual, un pensamiento que lo acompañaría en su extensa obra. Alternó
el talento pictórico con la poesía y el diseño de vitrales. Las primeras
pinturas estuvieron influenciadas por los pintores italianos anteriores a
Rafael.
Rossetti y
Elizabeth Siddal se casaron en 1860 y aunque la relación era turbulenta, su
belleza le obsesionaba. Cada vez que necesitaba retratar a una
mujer, pintaba su rostro. Dio a luz a
un niño muerto y cansada de infidelidades, Elizabeth se suicidó al ingerir
láudano. Rossetti cayó en una profunda depresión y eligió un camino artístico
de mayor ornamentación y simbolismo. La inmortalización de Elizabeth fueron
pinturas en alegoría al amor, la belleza y la muerte.
Rossetti tuvo amores que
sirvieron de musas y, progresivamente, símbolos del medioevo, la antigüedad
bíblica y la mitología clásica. Una de las obras fue Astarté Syriaca, inspirada en Jane Burden, esposa de su amigo William Morris.
Astarté era
una diosa
asirio-babilónica. Madre de la vida, la fertilidad y la exaltación amorosa,
contrajo infinidad de amantes. Los envolvía con el encanto de su sensualidad
-por breves horas- tiempo suficiente para envilecerlos de voluptuoso erotismo.
Posteriormente fue Afrodita, la diosa griega y la
diosa Venus de los romanos.
La figura central de Astarté
es un tributo a la belleza de Jane, considerada el enamoramiento y la atracción
sexual que Rossetti sentía por ella. De hecho, algunos sospechan que además de
musa fue su amante.
Lamentablemente, la
inestabilidad anímica de Rossetti lo arrastró a la muerte, producto de una
adicción al cloral, antiguo y potente hipnótico, similar a los barbitúricos.
El pintor ruso Vrúbel ilustró
un lienzo inspirado en un ser sobrenatural que se enamora de la bella Tamara y
encarga a unos tipos asesinar al prometido de la joven. Tamara se retira a un
convento y muere… El
demonio acaba solo y desesperado.
Vrúbel pintaba a este demonio
como una víctima, de aspecto inconcebible y en sus últimas obras un poco más
terrenal. Sea como fuere, Vrúbel hizo del personaje una obsesión. A contramano
de los artistas que veían musas en amantes o amores imposibles, el demonio
contribuyó en acrecentar la demencia de Vrúbel y conducirlo a la muerte.
El
escritor inglés John Keats realizó La belle dame sans merci a inicios del siglo XIX.
Es un poema escrito en un período oscuro de su vida, en el cual la enfermedad,
la depresión y una conflictiva relación con la mujer que amaba, Fanny Brawne,
se instalaron en sus obras.
Acerca de
La belle
dame sans merci, el amor y
la muerte acechan bajo el signo de la feminidad sagrada, es decir, un antiguo y
velado principio del universo… La mujer capaz de asumir
la delicada forma de las hadas y también la ardiente tentación del súcubo, de
Lamia, de la vampiresa, etc.
Keats se
inspira en poemas medievales y mitos celtas de hadas crueles, frías, distantes
y manipuladoras. Pone en relieve el dolor que produce el amor y en especial la
pérdida de la libertad, los celos y el deseo de posesión. La obra relata la fatalidad de un caballero atraído por una
princesa y cómo, tras compartir una noche, despierta aterrorizado en el bosque.
Pronto comienza a buscarla, rodeado de los fantasmas de antiguas amantes. Su
cualidad onírica y repetitiva altera la conciencia, enseñando el horror
posible.
La
musa condena al poeta a desplazarse
entre el amor más arrebatador y el desengaño más cruel. Ambas manifestaciones pueden
alimentan una condición poética milagrosa o perturbadora. Octavio
Paz acierta al decir que, encarnada la musa, nada puede
hacerse… Excepto volar
como una polilla y dejarse inmolar contra su resplandor.
Los ortodoxos niegan que la
musa sea una suerte de influjo que viene de afuera y apunta conceptos. Para
ellos está la disciplina, es decir, el trabajo diario como idea de las mismas.
Ahí asoman Goethe y Picasso, burlándose de los que no creaban, ayunos de
necesidad. Stravinsky coincide en que el trabajo conduce a la inspiración, por
eso los compositores y escritores modernos están convencidos que la paciencia y
la constancia son virtudes fundamentales.
El poeta apolíneo es la articulación sensible e
intelectual al servicio del arte. Procede del sueño y la fantasía, es decir,
predomina la belleza de lo irreal. Libera de expresiones vulgares que opacan la
delicada diferencia en apariencia y realidad. Más allá de lo bueno y lo malo,
el poeta apolíneo halla una receta para revalidar los ajetreos de la vida.
Por su parte, el poeta dionisiaco se inclina a la
realidad escondida detrás de las apariencias. Dionisio presenta luces y
sombras, haciendo una deidad ambigua. Simboliza la celebración de la vida, pero
también el exceso, la noche, lo contradictorio e indeterminado. Esto explica el
devenir del mundo, el peligro del cambio.
Las celebraciones a Dionisio ocurren en primavera, que
es el renacimiento de la naturaleza. No obstante, vendrán cambios,
transformación y muerte. Lo dionisiaco expresa el dolor de conocer las dudas, la
ansiedad o inseguridad que suscita el destino.
La poesía lírica es la comunicación de reflexiones
sobre la realidad y la existencia humana. Nietzsche opina que la música afecta
nuestra intimidad, esto es, la música como lenguaje universal cumple la tarea
de unirnos bajo un idéntico sentir. Nos invita a imaginar y establecer nuevos
mundos.
La tragedia reúne las artes figurativas y no
figurativas, entendiéndose la lucha entre el instinto apolíneo y dionisiaco. Se
la identifica por su carácter filosófico y metafísico, ya que apunta a
comprender los acontecimientos humanos. El arte trágico habla del sufrimiento
como condición existencial. Exalta la valentía del que enfrenta al dolor y lo
supera. La tragedia demuestra que la creación surge en oposición a varias
fuerzas.
Los artistas toman fragmentos o imágenes sin
preceptos, armonía, ni evidencia y con la íntima convicción de que la belleza
es verdad y la verdad, belleza. El poeta descubre la
verdad y la ciencia la demuestra. De acuerdo al entramado de la ciencia y la
lógica, el tiempo resulta en una cadena irrompible, mientras que la poesía
suspende el tiempo, lo transgrede y retuerce. Aunque moleste su
fragilidad, la poesía trasciende los espacios temporales donde la lógica no se
atreve.
Nuestra
actualidad rebalsa en un insoportable dogmatismo político y una inagotable industrialización
de ídolos de barro. Serpientes, leones o águilas no remiten a musas, sino a
animales de circo. La luna es una estrella silenciosa y la Tierra, un lugar en
el cual el dinero compra todo… A excepción al poeta que
posee la belleza de sus versos.
Por desgracia, la calidad de antaño
flaquea delante de señores que ocupan un sitio en la estantería artística, solo
porque reescriben viejas fórmulas, bailan o cantan en la televisión o comentan
pavadas en las redes sociales… Malas noticias. Aquel poeta que
piensa seducirla o domesticarla con bienes materiales o mediante un talento incomprobable,
está condenado a un sistema de valores que nada tienen que ver con el arte. Y mucho
menos con el amor.
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La expresión artística combina
el lenguaje y la percepción, un sentido de la palabra y aquello que nombramos.
Cuando ese vínculo desaparece, las palabras emitidas son puros sonidos y no
significan absolutamente nada. Con la imagen sucede lo contrario… El vínculo no desaparece. El
sentido de la imagen es la imagen misma.
El lenguaje en la literatura perfora
lo indecible. De ahí que el lenguaje indique, encarne. La literatura no explica
ni representa cosas, sino que pretende recrearlas. Es un penetrar, un estar, un
ser en la realidad.
La verdad del poema está
respaldada en la experiencia poética y con la que tratamos de identificar la
realidad. Dicha experiencia se comunica a través de una imagen que invita a
revivirla. Mientras la palabra del poeta encarna en la comunión poética, la
imagen trasmuta al hombre en una imagen poética.
La poesía es un estado de metamorfosis
que colinda con la magia, la religión y otras formas de vislumbrar al hombre.
El universo no es un viejo almacén de estrellas, dioses, ríos, montañas, autos,
edificios, diccionarios, etc., sino una familia de significados y expresiones que
permutan sin cesar.
Heidegger señala que la
alegría amorosa es el mejor acceso hacia nosotros mismos. La alegría del amor
es la puerta del ser. Todo movimiento del hombre es un encuentro. En la espera,
nuestro ser es un estado de embriaguez, un arrojarse a un otro que está por
llegar y aún bajo el riesgo de que al final no venga.
Como el
mar cubriendo la playa, las presencias vuelven a la superficie. Las cosas
pueden verse, acariciarse, sentirse. Nada está escondido, todo está presente.
Arrastrado por las olas del otro, el mundo desaparece. Nos desnudamos de
palabras, nombres, cifras y signos. Nuestros nombres se confunden, enlazan y el
ser precipita en la nada. Abro los ojos y descubro un cuerpo ajeno. El otro ha
vuelto a ocultarse y me rodean las apariencias. En ese instante brota la
pregunta por saber qué hay detrás de esa presencia ajena. Esa pregunta encierra
toda la desesperación amorosa, porque detrás de esa presencia no hay nada. Al
mismo tiempo, de la nada de la presencia, el verdadero ser se levanta.
La musa tiene la facultad de
apartarnos del tiempo y suspendernos en el aire. Minutos atrás estábamos
enfrascados en asuntos irrelevantes… Y advertimos que el reloj comienza a marchar muy
despacio y el universo a revelarse ajeno y maravillosamente novedoso.
La espera de la musa es desesperante,
porque disfraza a la soledad en certeza. Quizá no venga. Quizá no haya nadie.
La nada se abre a nuestros pies… Y
sobreviene lo inesperado, lo que habíamos dejado de esperar.
El goce ante la irrupción de
la amada expresa suspensión del ánimo… Nos falta suelo, faltan palabras y la alegría
inunda. A mitad del salto al vacío, todo se detiene. Aquel universo
impenetrable derrumba, colapsa y se erige al encuentro de la musa. Todo parece
iluminarse y cobrar un nuevo significado. La musa rescata al ser y lo arranca
del caos en que parecía hundirse.
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La filosofía platónica avisa
que el amor cambia incesantemente. Los hombres desean lo mejor, a partir de lo
que no tienen. El deseo de belleza es deseo de felicidad. No hablamos de una
felicidad instantánea y perecedera, sino perpetua. Y vamos más allá… Si
amamos la belleza ¿por qué amarla en un cuerpo y no en muchos? Y si la belleza
está en muchas formas y personas, ¿por qué no traspasar las formas y amarla en
lo que las hace hermosas? Desde luego, es una observación de la belleza en una
permanente fuga. Un punto en el horizonte.
Hija de Dedalión y nieta de Héspero,
Quíone gozaba de extraordinaria belleza. No le faltaban pretendientes, ni
humanos ni divinos. En una ocasión, Apolo y Hermes la vieron y desearon
ardientemente.
El dios Apolo decidió esperar a que
anocheciera, pero Hermes no tuvo paciencia… Sumergió a la bella joven en un
dulce sueño y la tomó sin que pudiese evitarlo. Rato más tarde, Apolo se acercó
bajo la forma de una vieja y yació con ella.
Quíone parió mellizos de padres
diferentes. Autólico, hijo de Hermes, heredó la habilidad del fraude. Por otro
lado, Filamón, hijo de Apolo, virtud para la cítara y el canto. Quíone estaba
orgullosa y se animó a dudar de la belleza de Ártemis, una de las principales
diosas del Olimpo… Ártemis la ensartó de un flechazo en la lengua y Quíone
murió desangrada.
Dedalión quedó desolado. Mientras
ardía en la pira, trató de lanzarse un par de veces. No hubo caso. Se lanzó
desde la cima del monte Parnaso y Apolo, compadecido, le dio alas y lo
convirtió en gavilán.
Ningún estímulo poético se compara a
la belleza. Recuérdese que la belleza de Psique asustaba a los pretendientes o cómo
la belleza de Helena hizo posible la Guerra de Troya. Y entones, ¿por qué
considerar la belleza como virtud negativa? ¿Solo para no ofender a quien no la
posee? Bueno, es como ocultar la inteligencia por cortesía a los zonzos.
Diotima, una sacerdotisa de Mantinea, equilibra
el concepto amoroso. Primero, el amor a un cuerpo bello. Enseguida, a la
belleza de otros cuerpos y después a la belleza en sí. Más tarde, al alma
virtuosa y por fin, a la belleza incorpórea.
Antiguamente, la contemplación de un
cuerpo hermoso marcaba el primer escalón a la divinidad. Para los mitógrafos, Eros es un agente sobrenatural y humano,
cuya misión consiste en buscar belleza, bondad y verdad. Eros nace de la unión de Poros, el
recurso y Penia, la pobreza. A este doble parentesco debe su condición de
deseado y deseante. Pero Eros no es hermoso… Eros
desea la hermosura.
El
enamoramiento no es una revelación pasiva. No, no. Es algo en lo que
participamos y nos hacemos… El amor transforma al
enamorado. Ausencia y presencia, silencio y palabra, vacío y plenitud son
estados religiosos, pero también amorosos. Resulta inimaginable que lo sagrado
constituya una categoría exclusiva, pues el hombre es un ser que se asombra –y
al asombrarse- poetiza, ama, diviniza. En el amor hay asombro, poetización,
divinización y fetichismo. La poetización emerge del asombro y el poeta
diviniza como el místico y ama como el enamorado.
La visión
de la belleza hace al deseo. Es un signo universal e histórico. Ahora bien, si somos
sinceros, en el amor hay demasiada ingenuidad. Uno tiene a su lado a quien no desea.
Casi siempre se trata de alguien que le ha tocado por casualidad, por contigüidad, por vecindad, por costumbre, por
hastío, por comodidad, por preservación de la estirpe, por despecho, por
descarte... O porque la vejez pesa y elige lo que venga con tal de no quedarse
solo.
Robert Graves dice que la musa secreta, individual e intransferible, es la
mujer amada… La única que conoce y nos hace
conocer la verdad buscada… La misma que venimos
buscando a lo largo de toda la vida.
El poeta se conecta a través de la musa que reside en la mujer amada y si no la encuentra,
pues tendrá que inventarla y dejarse inventar… Al fin y al cabo, el amor es el engaño
poético de las almas bellas.
Dedicado a mi musa, la mujer más hermosa del mundo.
Buenas noches.
Ignacio
Martes 27 de agosto de 2024