El enigma del nombre


Antiguamente, el rey Osiris recorría la región para enseñar a los hombres, las leyes de la civilización y los diferentes métodos de cultivos, en la agricultura.
Según la leyenda, cegado por la envidia, Seth, hermano de Osiris, quiso apoderarse del trono... Encerró a Osiris en un cofre y lo arrojó al Nilo. De inmediato, considerando la posibilidad de ser rescatado aún con vida, lo descuartizó y repartió su cadáver en catorce pedazos, alrededor de todo Egipto.
Con penosas jornadas, Isis recuperó los restos de su esposo,
aunque sus poderes no consiguieron revivirlo. Por esta razón, descendió al inframundo, transformándose en el Dios de los muertos. Más adelante, Isis daría luz a Horus, sucesor del Bajo Egipto.
Seth, en cambio, tomaría el Alto Egipto, la zona más oscura y desértica.

ACTO I

Naturalmente, la muerte de Osiris trajo varias disputas posteriores.
Seth era un dios violento, dominaba las tempestades y estimulaba al desenfreno, la desobediencia y el escándalo en las noches.
Horus era exactamente lo opuesto, es decir, el dios solar, la luz y el bien. Entre los rasgos físicos, tenía cabeza de halcón, en virtud al coraje y la libertad y cierta particularidad en sus ojos... El derecho personificaba al sol y el otro, la luna. Cuando los abría, irrumpía la luz del día y cerrarlos, provocaba la oscuridad.
Los historiadores han señalado momentos de poca inteligencia y demasiada necedad, en estos dioses egipcios. El primero aparece en Horus en su niñez. De tal modo, se explicaba la torpeza, hija de la temprana edad. El segundo correspondía a Seth, algo menos sutil y diestro, pero durante su madurez... Decían que se dejaba engañar con mucha facilidad, haciendo apuestas muy estúpidas, como aquella vez que organizó una regata, compuesta por barcos de piedra.
Toth, el dios de la sabiduría, le inculcaba a Horus las artes de la guerra. Cuando tuvo la edad suficiente, decidió enfrentar a Seth... Algunos hablan de una serie de concursos, tales como carrera de remos y luchas de fuerza… Por supuesto, disputas que ganaba Horus pero que duraron ochenta años, pues el juez interviniente estaba a favor de Seth.
Una diferente versión lo explica como un choque de bandos antagonistas y que pelean por el barrio... En medio del entrevero y en el intento de ayudar a su hijo, Isis le arroja una lanza, ensartando a Horus. Este, enceguecido de ira y confundido, le arranca la cabeza de su madre sin querer. El dios Toth rápidamente sana aquella ausencia, con la cabeza de una vaca.
El tribunal pone final al durísimo combate, otorgándole Egipto a Horus. Claro, con severas secuelas… Seth había dañado gravemente el ojo izquierdo de Horus, en unas seis partes. El mito dice que Toth lo reemplazó por uno de cualidades mágicas. Otro relato asegura que Horus prefirió entregárselo a su padre Osiris, para que recuperase la vista.
Alguna vez, Friedrich Nietzsche afirmó que mientras más busquemos el origen de los fenómenos históricos, más inservible nos resultará su hallazgo lingüístico.
Esta tremenda sentencia, implicaría la abolición de la historia y el carácter indagador, nos resultaría superfluo. Asimismo, carecerá de peso cualquier inquietud artística! No cabría esencia espiritual alguna que nos permita distinguir el dolor, ni asimilaríamos el disfrute, porque todo sería indistinto. Qué sentido tendrá una conducta, cuando todo valor poético, será redundante? Para qué haberse preocupado y sufrido? Tendrá justificación el anhelo del descubrimiento? No solo hablamos de hostilidades entre pueblos, por dominio de tierras, riquezas o simple antagonismo. Las afrentas, también forman una huella, el indicio que se rastrea en las arenas del pasado y transmitimos, generación tras generación. Qué cosa será un libro, sino, una impresión de pensamientos y emociones, saltando siglos y siglos, para que vayamos a su encuentro?
Me genera una profunda perplejidad, la anulación y el no poder concebir el universo, sin la belleza que da el amor, o perseguir un conocimiento. Aceptar este postulado de Nietzsche, está privándonos de conocer al otro… Sea mediante la construcción de una reflexión, robando un pedazo de verdad al sueño o encadenando a la mujer de nuestra vida, con asuntos nobles como los sentimientos.
Para cualquier caso, el hombre vive lo que ha decidido ahora, aquí, en el presente. Por eso también está atento al peso abrumador, a la sombra de lo jamás podrá decidir. Y parece un castigo fatal, pero es la mayor bendición de la humanidad… La incapacidad de atravesar, todos los tiempos y todas las vidas simultáneamente, le da un valor infinito a lo que le está ocurriendo. Qué fuerza extraordinaria nos estará desplazando? Qué mecanismos estaremos activando, ahora mismo, en otros lugares, en otros corazones? El trazo del poeta y el alma del enamorado le van a agradecer mucho, pero mucho, las desdichas que suceden a diario. Aunque parezca imposible, aunque parezca una locura, siempre es necesaria la dilación, el equívoco, el detalle incompleto... Con esos y tantos otros elementos, se consiguen las grandes obras y los grandes amores.

ACTO II

La mitología egipcia no goza del bello lirismo que abunda en la escandinava, griega o romana. Y ya que uno desea conquistar e inundar al otro con simetrías, como un universo a punto de colisionar, pues, las historias del Egipto se diferencian justamente, en la ausencia de alegorías.
A decir verdad, fueron divinidades un poco inactivas y de poco trato con el hombre, salvo cuando se presentaba un conflicto. Y fíjese, no? Esto no pasaba con los dioses del Olimpo! El dios Zeus podía arder en pasiones con una mortal. Un pastor recibía el don o el castigo, si veía desnuda a Artemis. Las constelaciones nacían de uniones, como le pasó a Orión o a tantos otros. Etc.
Eso sí, los egipcios gozaron de una profunda relación con otras culturas. Los antiguos pueblos tuvieron una clave secreta, muy íntima y fundamental, pero velada para muchos… No cualquier salame lograba descubrir el enigma o el misterio que escondía una revelación… No, señor! Había que ser muy dios, para semejante empresa! Así, los templos fueron muy importantes ya que, además de la importancia en venerar las imágenes, los cultos de las ofrendas y el ruego, también se practicaba la magia, a partir de la palabra.
Ellos creían que la sacralización de una palabra determinada, preveía el infortunio. No estaba reducida solo a la cura de males o padecimientos, como provocar lluvias en lugares áridos, sino además, anhelaban obtener la inmortalidad. En otros foros, acaso, la belleza eterna.
Los eruditos actuales suponen que la escritura jeroglífica fue el aspecto exclusivo, aquel que usaban para entenderse entre si. Pero los egipcios veían muy por encima, el reflejo de una simple civilización… El egipcio sintió la naturaleza en cada uno de los seres. Y tal sentido, existe la metáfora y unos dioses que podían presentar una forma humana y animal, al mismo tiempo.
La escritura no debía separarse de la palabra hablada, pues era una transcripción y apenas funcionaba de registro o dato conmemorativo. Entonces, utilizado como archivo de los sucesos, el dios Toth anotaba puntillosamente y de ese modo, en el mundo egipcio, la ficción nunca tuvo demasiado lugar. Todo estaba señalado, todo era historia… Nada fue inventado.
Los signos de la escritura egipcia han sido establecidos como huellas, de aquello que contenía la creación.

ACTO III

Más allá del influjo astral, el grado de jerarquía, o la transmutación, todos procuraron hacerse del poder más preciado… El conocimiento. Este provenía, desde luego, de una creación superior. Y dentro de aquel mundo, estaba oculto y tan difícil de averiguar, como el nombre del dios mismo.
Hubo un dios creador, que otorgó la vista, el oído, el lenguaje, los medios de subsistencia y de yapa, las reglas que establecen el bien y el mal.
La comprensión oscilaba entre el conocimiento permanente y el conquistado. Sin embargo, ignoraban algunos conceptos, principalmente porque ellos fueron hijos de un dios primigenio, tal es el caso de los dioses nórdicos, donde el mundo ya existía. Por lo cual, cada uno ocultaba un saber que el otro desconocía y que a su vez, le aseguraba un poder. Y como les interesaba enterarse u obtener los secretos de los demás dioses, lo intentaban de buena manera, espiando, o haciendo trampa.
El dios Toth estaba encargado de la subsistencia de todos los conocimientos, pues, registraba la memoria de los dioses, a través de la palabra y la escritura. Además, dada su enorme memoria y una increíble elocuencia, fue capaz de predecir el futuro, entre los hombres y los otros dioses.
Una leyenda medio melancólica, relata que Toth envejeció en un ser pedante y pretencioso…
Cuentan que los libros escritos por Toth, cayeron del cielo, sobre unas habitaciones misteriosas y allí los descubrieron los hombres. Esto nos indica una historia muy conocida… El hombre apropiándose de ciertos conocimientos, siempre que los dioses se lo permitiesen.
Otra versión dice que aquellos libros fueron encerrados en una caja y luego dentro de otra y otra y otra… Más tarde, las arrojaron al fondo del río Nilo. Y eso que nosotros conocemos como el tarot, no es otra cosa que las ruinas o los pedazos que subsistieron de los libros de Toth.

ACTO IV

Así como la escritura de Toth representó la palabra del dios creador, no siempre resultaba el mismo para los mortales. Solo los dioses comprendían aquel conocimiento e incluso, el lenguaje usado, se parecía bastante al de los animales.
Cierta vez, el dios Toth dejó dentro de un cofre las fórmulas de los idiomas divinos y animales. Un héroe abrió el cofre y lo estudió. Al poco tiempo, este supo lo que decían los animales. Pero, por tratarse de un saber robado, el héroe acabó liquidado por una bandada de halcones.
Los egipcios creían que todo el conocimiento residía en el corazón, aunque otros impulsos intelectuales, estaban en las entrañas… Allí se establecía un poder especial, extrayendo toda su fortaleza de la energía vital, llamada Ka. De ese modo se formaba el saber íntimo, personal, distinto al resto y que además, les servía para defenderse de los enemigos… Detrás de dicha potencia, oculto dentro de lo más profundo del alma, aparecía el nombre real del dios.
Un nombre robado ofrecía un nuevo saber, añadiéndose a lo ya sabido... Así se expresaba la función principal del dios y su saber, es decir, robar el nombre a un dios, era descubrir su poder y capturarlo totalmente. Para protegerse de estas indiscreciones, las divinidades procuraban inspirar terror a quienes lo intentaran. Asimismo, confinaban el nombre completo, en una lista casi infinita de sílabas y palabras que, a su vez, debían pronunciarse en un orden muy determinado y preciso. Para ejemplo sirve el nombre oculto de una de las esposas de Horus, Seperteres…. Enunciarlo en su totalidad, demoraba solamente tres años. Como se ve, tenía un nombre muy largo…

En la noche de bodas, Horus obligó a formular a su esposa Ta-Vitiet, la temible diosa escorpión. Así consiguió la facultad de curar picaduras de animales venenosos.
La pronunciación del nombre debía ser muy cuidadosa... El mal enunciado provocaba desgracias, como secar un río, incendiar una casa, etc.
A diferencia de la estructura griega o escandinava, los dioses egipcios ignoraban los nombres del resto.
El dios Ra tomaba una especial atención, a fin de evitar que su nombre oculto, recayera contra él. Una vez, Isis descubrió el nombre divino y más secreto de Ra. El dios ya estaba viejo y cada tanto, se babeaba.
Isis veía caer esa saliva, hasta que una noche la recogió del suelo. Luego la mezcló con arcilla y formó una serpiente, otorgándole vida y dejándola junto al camino, por el cual paseaba el dios.
Por supuesto, Ra tuvo la imprudente idea de pasar por allí... La serpiente le picó y desapareció. De inmediato, sintió un dolor terrible, pues el veneno se extendía velozmente por su cuerpo. Antes los gritos, acudieron los nueve dioses y les explicó que fue atacado por algo que él no había creado.
Isis prometió curarlo si le revelaba su verdadero nombre. El dios Ra respondió que era un creador, cuyo nombre era Khepra al alba, dividido en Ra al mediodía y Atón por la tarde. Isis protestó porque no había pronunciado su verdadero nombre. El dolor aumentaba y Ra, no pudo soportarlo más... Abrió su corazón a Isis y le contó su nombre secreto.
La diosa sacó el veneno pronunciando el verdadero nombre y le curó, prometiendo que no transmitiría el poder secreto a nadie, salvo a Horus.
A partir de aquel momento, Isis fue curadora males y enfermedades de los dioses.
Quien no desentrañe algunas complejidades, ni esté interesado en aprender del pasado y transformarlo, está condenado a repetirlo.

Es fundamental la tragedia artística, a fin de consagrar una obra genuina. Sucede lo mismo en el espíritu del enamorado, cuando espera el amor de una mujer. No estoy hablando del dolor, como un icono o un estandarte eterno. No, no. Nadie enamora desde el sufrimiento. Lo que enamora, quizá, es el sufrimiento que produce luego aquel descubrimiento. Por eso, el esfuerzo del escritor por describir a su musa, detrás de cada párrafo y el tipo que busca enamorar a su amada, decididamente, son la misma cosa.
A lo mejor, en esta inmensidad de seres, otros prefieran hacerse acreedores de triunfos menores. Pero somos pocos quienes perseguimos la magia del universo, palpar los misterios y enigmas que lo encierran. Y a medida que vayamos enriqueciendo el alma, mediante la comprensión y la sabiduría y también, admitiendo nuestros defectos y errores, estaremos menos expuestos al olvido de los traidores y a la desintegración corpórea, que produce la ausencia.
Existe una energía superior, una pulsión irrepetible, guiándonos…
Para los que se conforman con destinos mediocres, habrá muy pocas luces. Para nosotros, en cambio, que buscamos indicios y señales detrás de cada beso, que nos atormentamos con la rima definitiva... Nos esperan grandes destinos. Quien posee una sed de indagación, no observa al ser amado con un solo prisma, sino, a través de muchos ángulos.
El hombre está comprometido con la simetría del otro. Y mientras acuñe esperanzas, el amor está ahí, siempre, a punto de explotar. Ninguna pena es eterna, ninguna cultura puede resultar inútil. Estas cabriolas que hacemos en el presente, estarán causando eco... Así que, mire, el verdadero amor, no solo es una bendición, además expande universos. Al igual que la cultura. No solo la mera erudición, también en las cosas que el universo espera de nosotros… En esas vallas que se nos plantee cada día, cuando buscamos trascender.

ACTO FINAL

La naturaleza nos convoca a madurar y a la creencia de que sus criaturas y las cosas que no alcanzamos a comprender, reservan un verdadero nombre… Un camino que parece llamarnos a transitar… Estos encierran y expresan ese papel esencial, en la armonía universal y en nuestra propia armonía.
Yo no tengo dudas que hay algo muy profundo, escondido, en el nombre de las personas. A pesar que suenen desconocidos o aún ajenos, tienen el gran poder del prodigio, respecto a los que constituyen, un significado aparente y cotidiano.
Cuando nos aturde el enigma de un nombre, creyendo que está influenciado por una gracia divina, lo pronunciamos con reverencia, con sumo cuidado, los preservamos, aún cuando no los entendamos.
Aquí, en estas nuevas sociedades, abunda una doble función entre el espíritu y la materia, la realidad y el lenguaje. Consideramos que el lenguaje está separado de las cosas, es decir, agregamos varios nombres para significar lo mismo. Y no es así. La lingüística no es una ciencia indistinta del ser humano, ni la palabra debería ser menos poderosa.
Todavía hay quienes consideramos la maravilla de algunas palabras y que determinados nombres, están salpicándonos un misterio envolvente… Algo que no logramos descifrar claramente, pero que sin duda, nos atrapa.

Borges decía que el nombre de una mujer nos delata, pues nos despierta esa tremenda y fantástica emoción que es el amor, tras nombrarla y que a su vez, ella nos nombre.
Algunas palabras producen magia, como la poesía en la literatura, el arte en los cuadros, o la hazaña del héroe que desciende al Hades, etc. Y desencadenan unos hechos que van mucho más allá, de la simple alusión a objetos o a personas. Pero también observo la existencia de hombres, cuyas vidas parecen destinadas a la comodidad, al conformismo social, es decir, firmar papeles en una escribanía, a fin de que una mujer lo quiera para siempre. La respuesta es que hay que hacer algo más que sentarse a sellar papeles y desear que los destinos se cumplan solos, sin la construcción diaria. 
Me parece que prefiero ser aquel Osiris, ese dios cortado en pedazos, antes que esos tipos que encuentran atractivas a las minas, solo porque les han visto el escote.
Un hombre, antes que nada, primero debe tener un costado inteligente, espiritual, algo que magnetice el cuerpo y alma, buscando al otro... Nos irá algo mucho mejor, cuanto más nos apropiemos de las cuestiones del alma. Por eso no hay que engañarse tanto… No se escucha música solo con el alma, ni se está con una mujer solo con el cuerpo.

Cuando escribí esto, pensaba en un nombre… El nombre de una mujer que, como una musa, nació en las oscuridades de mi torpeza literaria. Y fíjese algo curioso, no? Porque este ensayo fue hecho hace dos años atrás. El nombre que hoy sigo pensando, que continúa navegando en mi mente y en mi corazón, es el mismo de aquel entonces.

A quién dedicar? A los que verdaderamente transformamos las historias, mezclamos las palabras como elixires y sacamos de ellas, algo que antes no tenían, para revelar el misterio de la mujer amada.

Nacho 
21-12-15