Semanas atrás conversábamos con mi vieja sobre cómo interactúan las preferencias, al momento de entablar un romance.
Ante todo, es una reflexión que implica muchísimas dudas… Qué tan equivocado estaremos al respecto?
Es cierto que nos imponen situaciones, más o menos ajustadas, a la realidad de cada uno?
A qué consideramos de absoluto e innegable y a qué, una mera utopía?
entre un obrero y un empresario exitoso o un remisero y un arquitecto, con títulos en la U.B.A?
Con qué vara se miden las ilusiones?
Quiénes somos para calcular las expectativas y las esperanzas y quiénes establecen las prioridades? La conciencia propia, el gobierno, los amigos del barrio o la clase media de un país del primer mundo?
En resumidas cuentas, existen preferencias en el amor?
La mayoría de las acciones descansan sobre una organización social muy siniestra.
Esto suena menos que alentador, por supuesto. Queremos eludir a toda costa, la mirada conformista y desobedecer las leyes impuestas. Sin embargo, formamos parte del sistema.
Acaso, cuántas veces advertimos, desde el prejuicio y la perplejidad, las parejas que parecen no armonizarse en absoluto?
Insisto, nos paramos a descansar, bajo la sombra de las disposiciones morales.
Las prioridades exigen garantizarle el futuro a los sentimientos, digamos, garantizarle a alguien acerca del mañana. Y usted qué sabe del futuro?
No está mal que necesitemos avalar con papeles, una situación amorosa, siquiera para tener hijos en regla y un techo donde vivir.
Ahora, confundir todo acto de terceros, con la fogosidad y el deseo, o esperar a que el entusiasmo amoroso de una pareja suceda, entre intervalos bien definidos y cómodos… Incluso, sacralizar el amor, alrededor delos mismos parámetros, con personas de idéntica edad o grupo social, etc.… Bueno, es un hecho muy diferente a la felicidad y que explica el por qué las personas se apoyan en una serie de prerrogativas, de mentiras y verdades sociales que deben seguirse.
A pesar de lo mucho que se habla ahora de liberalidad, todavía existen fuertes reparos en relación al amor.
De hecho, algo que abunda en esta mediocridad, son los señores y señoras que jerarquizan o etiquetan en simples conjuntos, pero además, le indican a uno acerca de conformarse con lo que hay.
Y no, no.
Yo no quiero conformarme con lo que hay!
Cuidado! Cuidado!
Cuidado de los que nos conducen a las tendencias, viles y groseras y terminan por dañar al romanticismo.
Cuidado de los que se presentan a las situaciones amorosas, de acuerdo a estanterías o escalafones.
Cuidado del que escribe horóscopos o tira las cartas y destaca virtudes o razones, como si ellas escaparan de nuestro horizonte intelectual.
Cuidado porque, así como van contentos, haciendo observaciones de verdulero y sopesando los destinos en la borra del café, mañana tranquilamente podrán darle la categoría a usted, como si se tratase de libros.
Estas consideraciones, mezquinas y ofuscadas, alimentan diariamente el ojo social… El mismo que aún no se dado cuenta de que los verdaderos motivos, están salpicados por la esencia individual. La verdadera naturaleza reside, atrapada en el alma… Dentro del que despierta y nos sacude la modorra emocional, disparándose hacia mundos recónditos y desconocidos… Y mientras algunas minas esperan que sus novios las paseen en autos, otras, en cambio, prefieren que las andar acuestas, en caballito, por toda la plaza.
Quizá parezcan pequeñas alegrías, bueno… Quizá.
Quizá.
Pero esos pequeños y escasos fenómenos, tan preciosos y tan dulces, suceden.
Gracias a Dios, suceden.
El corazón y la poesía no esperan ninguna otra clase de maravillas!
La pasión no está ceñida a la simple vulgaridad, el diseño o la estructura. Solo está atenta a los movimientos profundos y velados del universo.
Necesita de unos ingredientes invisibles, porque se preparan en los atanores del espíritu artístico, sobrevolando las almas, del mismo modo que el Ave Fénix… Es decir, puede suceder cada miles de años… O tal vez no suceda nunca.
PARTE II
Determinadas situaciones tienen la propiedad de significar otras.
De esta forma, lo que permite el desarrollo de la poesía, es la existencia de una amplia gama de símbolos, consagrados por el universo.
Para las mitografías griegas, romanas o nórdicas, la luna era la representación de la mujer en tres estados… La doncella, la madre y la anciana. Todas reunidas bajo la figura de la Triple Diosa.
La afirmación matemática, la suma de los cuadrados de los catetos es igual al cuadrado de la hipotenusa, conviene que no derive en nuevas conjeturas, pues, estaríamos imposibilitados de resolver cálculo determinado.
En la ciencia no cabe la sugerencia o la consideración moral y mucho menos emplea cierta clase de connotaciones.
Por supuesto, esta manera de identificar las cosas sería malísima en el arte.
El lenguaje poético contiene una multiplicidad de significados, tal el caso de la polisemia donde una idea admite varias, sean notas musicales, imágenes o palabras y entonces, una palabra convoca más de una cosa.
Un hecho artístico consiste en la libertad de inferir valores e intereses a la sociedad y a su vez, para sí mismo.
Ahora, las conductas evocativas son conocidas en el género del arte como convenciones.
Desde luego, caminos necesarios que recorren los artistas y el público, hacia un mutuo entendimiento. Y estas interrelaciones no son esenciales, sino, culturales.
Sin embargo, está bien que no existan todo el tiempo, porque para que resulten eficaces, bueno, tendrían que ser pocas. Con frecuencia, la mayoría terminan volviéndose tópicos y lugares comunes. Y para escaparse de la pereza mental, retorcemos el espíritu y buscamos tanto, que la sensibilidad transforma una reflexión, en un dolor realmente indescriptible.
Sin dudas, conviene la poca convención y que cada criterio o pincelada, inaugure propias y distintas convenciones. Y que sea trabajo, primero, del artista o del enamorado y el espectador o la amada, después, la tarea de salir a reconocerlas y adoptarlas… Aún a riesgo de descubrir todo, del modo más incorrecto.
En definitiva, lo que parece ser bueno, quepa la posibilidad que sea malo. Y cuando parezca que sí, sea que no y a la inversa. Mientras alberguemos una ilusión, será que ya hemos perdido. Y cuando sintamos que todo ha acabado, al menos queda otra esperanza.
Y ese, ese es el arte. Ese es el arte y ninguna otra cosa.
El arte es el anhelo de lo extraordinario, lo poco probable e incomprensible que sucede con nosotros… Asomarse a un precipicio y creer que estamos ante el fin del mundo y de golpe, sentir que no hemos visto nada.
Los tópicos son insatisfactorios para el alma, hasta que aflora el arte y la filosofía humana.
El poeta, con sus descripciones sobre la condición humana, el filósofo, con críticos y profundos pensamientos.
Naturalmente, uno puede descubrirse en el otro. En cualquier obra, una verdad pide ser buscada y que la encuentren.
Es espantosa la manipulación del ser humano, en estos tiempos. Cada vez se miente con menor esfuerzo.
Hubo años que los magos, para engañar a una audiencia, se esforzaban durante años, preparando y revisando los errores. En otras palabras, dignificaba el esfuerzo.
El arte promueve la dignidad del esfuerzo y una descripción sobre la condición humana.
Quizá, errada, distorsionada, imperfecta… Quizá, pero al menos hay esfuerzo y no, lugares comunes.
PARTE III
A pasos del Renacimiento, nace el libertinaje como un movimiento de desenfreno sexual y moral.
El libertino era un sujeto que jamás pudo acomodarse bajo doctrina filosófica o eclesiástica.
Vivía entregado al placer del exceso, en la promiscuidad y al nihilismo que brindaba la aristocracia.
Este fenómeno transcurrió hacia el siglo XVII, principalmente en Francia, a instancias de una frágil amistad con España.
Quizá por ello, de afianzar la delicada prosperidad del continente europeo, españoles y franceses acordaron la boda de Felipe IV e Isabel de Borbón.
A sus doce años, la infanta Isabel asomaba como una bella consorte…Y la demora del matrimonio impacientó mucho a Felipe! Tanto que, pese a las protestas, los condujeron en carruajes separados.
Después de una fastuosa y elegante ceremonia, llegó la noche para desatar aquella pasión contenida…
Felipe parecía buen gobernante y de régimen moderado, sin embargo, entre pasillos, los cortesanos aseguraban que nunca saciaba el goce por lo erótico.
Por supuesto, puras habladurías! Ellos mismos, nobles y acomodados le proveían opulentas y diversas aventuras! Y así, dispuestos a festejar toda clase de obscenidades, Felipe no dejó títere con cabeza.
Cabe recordar que eran épocas de supersticiones y hechicería… Todo lo que estuviese relacionado, próximo a la lujuria y al deseo desmesurado, podía lamentarse más adelante como prejudicial para la salud. Y debido a que los hijos daban la sucesión, determinaron la nulidad de los encuentros íntimos y con ello, perseverar el cuidado de la reina.
Al final, libre del cumplimiento conyugal, Felipe, no hizo más que engañarla con decenas de amantes.
Bueno, fueron prácticas habituales… Que luego de consumida una pasión - por así decirlo - el rey perdiese pronto el interés por una dama y buscara otra.
La mujer representaba el objeto placentero. Punto.
No había en el poderoso una intención de conmover y fascinar, pues no existía ese prurito de elaborar nuevas indagaciones, dentro del foro amoroso.
Para el poder, la necesidad de gustar o querer agradar, siempre es servil y plebeya.
En la China, el Emperador Amarillo era hijo del Cielo. Y eso bastaba para tener un harem a su disposición.
Por estas razones existían las favoritas en las cortes. Y mientras el rey se cansaba de alguna o creía haber agotado su saciedad, las despojaba de privilegios.
A veces los amantes se los casaban con personalidades nobles o fieles al poder, para mantenerlas cerca. Caso de Napoleón, por ejemplo.
Otras, directamente los enviaban a lugares remotos, como la reina Catalina, en la antigua Rusia.
En verdad continúan los comportamientos licenciosos… Señores que usan las ostentaciones e insinúan a una mujer, a la saciedad del apetito erótico.
Son situaciones que aún perduran… Los que usufructúan el poder, cada vez que una mina pasa a su lado. Creen que los sujetos subyugarán al deseo, inevitablemente, por una cuestión de superioridad o leyes divinas o para recompensar cierto acomodo laboral.
Una vez, mientras Felipe participaba de una cacería, recibió el fulgor de una elegante mujer.
Embelesado y atónito, no hubo palabras que explicaran semejante deslumbre. Y a los pocos instantes de recuperada la compostura, ella ya había desaparecido.
Durante una obra de teatro, acompañado de su confidente, el marqués Luis de Haro y Guzmán, el rey alcanzó a verla entre los espectadores.
En los intermedios contaba todo lo que sentía y por supuesto, pidió una sugerencia al respecto. El marqués observó minuciosamente, aprobando y prometiendo que averiguaría cuánto pudiera.
A la noche siguiente, vestido sencillo para disimular su jerarquía, partió en búsqueda de la misteriosa dama.
El plan consistía en sorprenderla con lo que tuviese a su alcance, solo a cambio de un solo beso.
Sin embargo, no era tan sencillo. La casa formaba una intrincada y caprichosa geografía, apoyada sobre una altiplanicie y muy rica en la explotación de aguas subterráneas.
Claro, antes que Felipe sufriese una nueva decepción, el marqués tenía arreglada a una vieja celestina… La señal convenida fue la luz de una vela.
Pasó un buen rato y nada…
Ambos pensaron que solo regresarían al palacio, con el sabor del desengaño a cuestas… Fue peor…
Las aldeanas, en realidad, eran carnadas para atacar al rey y aquella muchacha también había sido seleccionada y adiestrada por el enemigo.
Naturalmente, no lo supieron hasta que vieron una luz, casi tenue… Y de inmediato, a un grupo de campesinos descontentos, encapuchados y espada en mano que tomaron esa señal, como la orden de atacar…
Pudieron defenderse a duras penas, hasta que los escoltas del rey llegaron, provocando la huía de la muchedumbre.
Ninguno pudo ser detenido, excepto la celestina.
Por la mañana dispusieron la ejecución, pero, antes, justo antes que el verdugo la colgara, Felipe preguntó acerca de la mujer.
No dio respuesta… Y está bien… Los secretos más bellos y que peligran ante manos indeseables y abyectas, conviene llevárselos hasta la tumba.
Algunos cortesanos abandonaron el reino.
Otros, aunque inocentes, fueron castigados solo para saciar la frustración de Felipe.
Pasados los años, el marqués contó un extraño episodio en el cual, el rey creyó encontrarla en una procesión multitudinaria… Después la perdió de vista, para siempre.
Voltaire era molesto con la poca imaginación, pues perturbaba el sutil intelecto y la sensibilidad del artista.
La felicidad es demasiado inaprensible, fugaz y volátil.
Algunos poetas son muy perceptivos a la naturaleza, a la potencia del amor, porque, como bien sabemos, ese carácter prodigioso permite jugar e inventar ciertas alegrías, cada tanto.
Cuenta una mitología asiática acerca de quiénes pueden levitar o producir cosas por arte de magia.
Si no fuesen meros trucos de mano y tuviésemos la suficiente fe poética... Serían milagros?
Quién sabe?
Corren tiempos en los cuales, el pulso del mundo está ausente de creyentes. Y eso a uno lo descorazona.
Los milagros han ido extinguiéndose, tristemente.
Desde siglos atrás, fueron suplantándose formas y expresiones que, además, poco convocan a ese plano mayor, como es el amor. A decir verdad, hoy es más seguro que se rían de su desgracia o la consideren con total liviandad.
Cada tanto caigo en la certeza de que para muchos, Romeo y Julieta esté considerada como una novela de ciencia ficción, en el peor de los sentidos.
Fíjese cómo aquí, un mundo caótico y permisivo, repleto de asuntos baladíes y con angustias menores, bueno, los giros más conmovedores y fatales no encuentran espacio, como les sucedió finalmente.
Esto no significa que nos deleite el concepto del adiós, ni necesitemos embellecerlo y adornarlo con el recurso de la muerte. Sin embargo, jamás podríamos solazarnos delante del rechazo o la indiferencia amorosa.
Por desgracia, venimos arrastrando una decadencia artística, incapaz de ser detenida.
Entonces, todos los sueños, anhelos y el sorprendente mundo de la sensibilidad, ahora pareciese violentado por convenciones y preferencias, de las más perversas.
Pregunto, qué tanta semejanza habrá escondida en el arte y el amor, si no será la presencia del indicio? Quizá, incompleto, equívoco y perturbado por algo… Lo sentimos mal o tal vez, de manera difusa.
Los buenos amantes comparten con los artistas esa visión imperfecta del deseo. Y cuando tratan de alcanzarla y darle forma, se esfuma dela mirada, sobre todo, de las miradas ingratas…
Estos gestos dramáticos deberían pasar alguna vez, en la vida del hombre.
PARTE IV
A mí me ha sucedido el abandono y lejos de lamentar una postura de soberbia y llena de reproches, fui transformando el dolor de la soledad, en una contemplación productiva... Digamos, más honesta y menos servil, que la mayoría de los miserables.
Claro, suena terrible! Que solo podamos percibir una mujer, entre las sombras del pensamiento o cubierta en nieblas oníricas… Como escapándose de cualquier interpretación… Son esquirlas de balas que atraviesan el alma!
Bueno, pero está bien. Son aspectos nobles y que suelen abundar, tanto en los senderos artísticos, como en el amor. Por mucha tristeza, a veces es posible aflojarse las penas, esforzándose en la inteligencia.
Las penas siempre vuelven, seguro que sí... Pero si uno puede utilizarlas para prender una llama en el pensamiento… No está mal, no está mal.
La estructura artística tambalea y peligra, cuando sucede la fuga del detalle… A lo mejor, un detalle minúsculo pero definitivo, como le pasó al rey Felipe!
El amante ausente o la ausencia del amor, no son otra cosa, sino, el elemento más crucial y movilizante de todos. Dependemos de que algo venga a curarnos, de tantas desolaciones espantosas, como la ausencia o el desengaño.
No existe otra causa para que uno deba esperar y sostener sus esperanzas, en el presente. Empero al mismo tiempo, teme ese carácter del destino, impreciso y sibilino.
Y en ese punto, las estructuras más trágicas del arte logran una simetría, con respecto al amor… Porque no sucede todo el tiempo y además, su cumplimiento está lejos de las convenciones.
Por eso, detrás de cada coyuntura, tras cada instante, el mundo vive repitiéndose. Y con justa razón suele confundirse, digamos, un hecho artístico con lugares comunes y el ingenio con la inteligencia.
Hay que saber desafiarlas tendencias más vulgares y conocidas.
Si acaso los Paraísos han sido velados, bueno, veríamos que lo único que sostiene al enamorado, es exactamente eso… La persistencia que lo empuja a encontrarlos.
Mire, el verdadero amor implica un suceso muy extraño, pero tan perfecto…
Después de todo, una situación erótica es apenas, una migración de cuerpos.
El amor no consiste en acertar un punto determinado del cuerpo, sino, estar cada uno con la persona adecuada.
Y así como el rey Felipe se regocijaba de sus amantes, nosotros, en cambio, deseamos hallar a quien le fue concedido el maravilloso poder de hacernos feliz.
PARTE V
En las afueras de un pueblo de la China, justo al pie de una montaña llamada Hu Shan, se alzan unas estatuas misteriosas.
Los nativos cuentan que, tiempos remotos, un soldado enamorado debió marchar a una guerra lejana.
La novia fue a despedirlo al pie de aquella montaña.
Con profunda tristeza vio cómo el guerrero se alejaba cada vez más, hasta perderse en el atardecer.
No obstante, ella permaneció en aquel lugar, durante largas horas.
Finalmente las horas hicieron días, los días en semanas y siguió allí, hasta convertirse en piedra.
En los años siguientes, en ese mismo sitio, otras personas resultaron petrificadas por despedirse demasiado.
Hubo también quienes pudieron huir a tiempo, aunque con el corazón endurecido para siempre.
Hoy la gente de Hu Shan dice que no debe despedirse a nadie, al pie de la montaña.
El que lo hace, no vuelve a ver jamás al que se ha ido.
Nosotros sabemos más que eso y sostenemos que algunos amores son Hu Shan... Sabemos que nadie vuelve a ver a quien ha partido.
No solo porque todo regreso es falso, sino además, porque toda despedida es definitiva.
Naturalmente, cada cual arrastra una pesada estructura que tiene su origen en el pasado.
Sin embargo, nosotros trascendemos aquí, en los umbrales del presente... Entonces, discutir temas donde solo usamos términos evocativos, es darle mayor entidad al ayer y por ende, petrificarse en el recuerdo.
Por lo tanto, convendrá evitarse las analogías o establecer coincidencias fortuitas, de falsos retornos.
Mientras más intentemos comprender lo que ha desaparecido,más nos privamos de cosas que ahora nos asombran.
Recuerdo que en “El retrato de Dorian Gray”, Oscar Wilde hacía referencia al ser humano que inventa sus propios espectros y demonios y construye, poco a poco, las consecuencias de sus Infiernos, llenándolos de miserias y culpas.
Por ello, la realidad del Paraíso amenaza, cada vez más lejana e irrealizable.
Eso es lo que nos pasa, en verdad. Somos consecuencias.
Ahora estamos viviendo los momentos que conseguimos encadenar y forjar, pero también recreando aquellos que hemos perdido.
El hombre ansía vivir miles de vidas y tras chocar contra esa imposibilidad, realiza convenciones. Desea ser capaz de rastrear evidencias allí, donde reina la incertidumbre… Quiere balancear los órdenes del mundo y palpar qué clase de potencia hace funcionar al espíritu, etc.
Al final, solo a través del arte, en cualquiera de sus manifestaciones, cabrá la posibilidad de acrobacias semejantes… Porque aquellos que hoy nos señalan con el dedo del olvido, son los que jamás sintieron la textura de nuestra presencia.
Ni tampoco la sentirán jamás.
PARTE VI
Los antiguos griegos acordaban con la Philia de Platón, donde se comparten no solo aspiraciones y valores, también los sentidos más profundos, lejos de la satisfacción individual o de la pareja misma.
En todo caso, coincido con mi amigo Voltaire cuando trataba al amor como la conexión más trascendental.
A medida que el artista dificulte el paso en la obra, digamos, aquella que consagrará a su musa, ese camino siempre tendrá apetito de eternidad.
El amor tiene eso, apetito de eternidad.
Claro, no todos viven el amor como algo, absolutamente irremplazable.
Por ello, el amor es una cuestión superior, que está muy lejos del que precisa desengañarse cada 10 minutos de una mina o del que se contenta porque tiene una larga lista de candidatos a su disposición.
Bueno, sin ir demasiado lejos, el caso del rey Felipe.
La belleza del amor, en cualquier aspecto, está pensada como el sufrimiento inexplicable, la emoción sentida frente a la presencia, no solo de algo estéticamente bello, también del auxilio espiritual y psíquico, para explicar lo que tenemos delante.
En el pasado existía un argumento poético, casi extinto, donde se prefería morir con el otro, antes que sobrevivirlo.
A lo mejor será que hemos superado demasiadas maldades y hoy tengamos unos dones dispuestos a la supervivencia y se prefieran otra clase de situaciones.
Me parece que conviene precipitarse al Infierno… Después de todo, el Infierno es la ausencia del ser amado.
Acaso, si a uno le han perdido la fe o ya no lo desean, es mejor eso. Preferible eso y no quedarse con comentarios de quienes arman anacronismos y alegorías de segundo o tercer orden.
Yo prefiero la prudencia en estos temas.
La soledad tiende a cegarnos sobre lo que creemos saber, de lo que nos gusta y nos desagrada, etc. Y mientras no haya indicios ni señales, se sufre tanto, pero tanto! Porque lo único que promete tener sentido en esta vida, es la posibilidad de concretar el amor.
Es lo único que nos mueve y que pone interés a nuestros movimientos.
El amor resulta ineficaz cuando su cumplimiento es lejano, pues provoca el desaliento. Y cuando su cumplimiento es tan cercano, provoca el desconcierto.
Si sucede al instante, eso confunde. Y si no se realiza nunca, desalienta.
Un deseo que se cumple a veces, que cada tanto brilla como el sol, bueno, mantiene el espíritu activo, expectante de intensa ansiedad, algo que es lo más parecido a la felicidad.
La sociedad vive un poco así, dispuesta a prometer la inmediata satisfacción y por lo tanto, cualquier frustración de un deseo, se vive como un pequeño traspié.
Cuántos vemos que, tras abandonar una relación, manifiestan un enamoramiento inmediato? Y cuántos otros establecen pequeñas rupturas, para luego solazarse en el regreso?
Mire… No.
Esto de que cualquiera pueda responder a nuestras mismas inquietudes, empieza a no servir.
De tanto modificar fácilmente, en utopías o Paraísos, digamos, convertir en Paraísos a cualquier gilada, entonces, el deseo también afloja.
El alma se desengaña, se aburre, se ofende... Si cualquier cosa es un deseo, si cada estupidez es una genialidad… Uno se ofende, porque el espíritu se ofende.
Algunos hombres tienen una extraña idea de su propio deseo y no se permiten aspiraciones que consideran excesivas.
Se instalan en una cómoda inferioridad que no admite apuestas fuertes, ni mujeres hermosas.
Tal vez, por falta de respuesta, convierten su interés en una vocación religiosa. Acaso porque existen supersticiosos y que se anticipan a destinos fatales, con minas que se postulan inalcanzables, pero en realidad, no revelarán secreto alguno.
Entonces, esos tipos, ni condenan, ni redimen a nadie. Y a pesar que no le den bola, son capaces de hacer cualquier otra cosa por ella... Por eso es malo la mina que alienta, cada tanto, con falsas promesas.
Es cosa de gente que sin sentido, abre demasiado sus puertas.
PARTE VII
Desde largo rato, muchos se han acostumbrado a que toda mujer, cualquiera que se cruce en su camino, sea la única.
A que cada aventura o situación amorosa sea definitiva e insustituible.
Sucede así, envuelto en esas inclinaciones sociales y cada vez que asoma una oportunidad, uno, en afán de mejorarlo, empieza a vestirlo con definiciones que son erróneas.
Dicho con otras palabras, que no es solo una, sino, todas las mujeres son únicas.
En definitiva, nadie se da cuenta de la trampa social! Nadie se entera de que el amor pasa una o dos veces!
Y con el tiempo, el mal uso, ese abuso de los amores pequeños, disfrazándolos de único y milagroso, impiden detectar aquellos destinos que esperan por usted.
Se me preguntará… Y cuánto cuesta la espera, el cumplimiento de un destino amoroso?
Una semana? Un mes? Un año? Toda una vida?
Bueno, en ese sentido, el verdadero amor se acerca al hecho artístico, pues, es tan inconmensurable como el universo mismo.
Las preferencias en el amor no nos dejan comprender que no todos los faros del mundo, son el Faro de Alejandría.
Este es un ejemplo de lo mal que se usan las pequeñas alegrías, cuando tratamos de transformarlas en las más sublimes y mayores de nuestra vida.
Quizá las cosas ya han ocurrido y no vuelvan a pasar, sostienen algunos.
A lo mejor, prefiero creer otra clase de verdades… Que aún no ha sucedido y que está por suceder.
Entonces, habrá que seguir caminando en la oscuridad y que los pasos, los caminos del arte, de la emoción, etc. nos acerque a una gran verdad… Que todo es más complejo de lo que parece y que es necesario indagar qué es realmente una musa…
Por qué nos emociona?
Para qué la necesitamos?
Por ello, en estos destinos, que es toda incertidumbre y el amor, que es lucha perpetua, los salames no pueden apreciar el verdadero sentido, ni distinguir una mujer, entre una multitud de convenciones.
PARTE VIII
El alma suele generarse aires inaugurales, ante la seducción amorosa.
A decir verdad, sería un crimen sujetarse a las afectaciones o movimientos más habituales de la sociedad e ignorar lo que uno siente.
Pero cuidado…
Yo no pienso que el amor sea una cuestión de títulos nobiliarios o profesionales y una casa en Parque Chas.
Tampoco por hacerse el amigo simpático y esperar sentado a que una mujer reticente, cambie de opinión en algún momento.
No, no. Las cosas no suceden así.
La gente no se enamora de atributos, físicos e intelectuales, ni de automóviles o comodidades bancarias.
De ningún modo existen las preferencias en el amor.
Sostener eso es tan equivocado, como quien elige para sí mismo, candidatos que le convienen, digamos, porque viven cerca, estudian la misma carrera o trabajan juntos.
En el amor, no hay lugar a la elección, pues, el espíritu apenas puede sostener la estructura emocional, ante estas decisiones trascendentales. Acaso, porque el amor es la decisión más crucial de todas.
Usted le hace caso o no, a eso que siente. Pero estas cosas están fuera de todo concurso de belleza o de quedarse con aquel que lo hizo reír más.
Entonces, de qué se enamorará uno?
Las personas se enamoran por impulsos que lo invaden y arrasan todo… Son anormales, intempestivas, sobrecogedoras y que ponen patas arriba, aquello que uno tenía por conocido.
Como toda potencia, tiende a aflojar, a menguar. Y en ese momento, el enamorado, el buen enamorado, resiste… Resiste contra el dolor del abandono, la renuncia y que los giles le vengan a decir que existen mejores minas que su amada.
El buen enamorado debe adquirir coraje y sostener sobre sus espaldas, los edificios monstruosos que son las convenciones, las rimas fáciles y los que creen que enamoran, mediante el artilugio del piropo o el halago obsecuente.
Por ello y no otra cosa, el alma más sensible se atormenta y exige la licencia poética, alrededor del amor. Necesita que los pensamientos se preocupen de bellas razones, lejos de los asuntos baladíes y transitados por todos.
La historia de Pigmalión y Galatea tiene un poco eso, dos seres que inventan y se dejan inventar. Acaso, qué cosa es el amor, sino, una revelación constante y sonante?
Contrario será sostener que todas las mujeres son hermosas, únicas y para toda la vida.
Esto no significa una actitud de soberbia ni mezquindad, pues, el amor impone verdaderos conflictos y exige argumentos cruciales, de altísimo dramatismo.
En pocas palabras, un hombre impone jugarse las cartas más altas, en tanto se impongan fuertes indicios o señales amorosas. Mientras no pase, toda adulación debería quedarse en el cumplido, hijo del decoro y la urbanidad.
Sin embargo, las amistades o conocidos ansían instaurar una complicidad que busque la belleza, no a partir de una mujer, sino, con todas. Y así, ya no queremos a la más hermosa del mundo, sino, a cualquiera.
Entonces, cuando no le dé bolilla la más bella del universo, bueno, inténtelo con princesas, marquesas o condesas…
Ese es el milagro que nos deparan los que viven de convenciones… Para los que contemplan los pensamientos, con significados poéticos y el ardiente fervor de concretar sus sueños… Ese es el mensaje… Quedarse piola y amar lo que pueda.
Y contra eso hay que luchar.
Claro, para qué esforzarse, si todo está planeado y determinado en prioridades? Aunque sea una pregunta, enteramente metafísica, el único sentido que tiene la vida es el amor.
El amores la razón de nuestra supervivencia y el conocimiento, pero además, le da un nuevo significado a todo lo que hemos vivido.
La buena noticia es que a lo mejor existimos para cantarle una canción, para contarle un cuento o para enamorar a nuestra musa y darle un beso, de una vez por todas.
PARTE IX
A mí me preocupa el tiempo, desde lo existencial, lo filosófico, pero no desde la nostalgia.
Cuál habrá sido la época más feliz de mi vida? Inmediatamente diré que este momento, el hoy, esto que ahora está pasando.
Si usted empieza a dudar, a recordar en qué momento hubo mayor felicidad, bueno, algo malo está sucediendo... Para que esas preguntas no ocurran, hay que luchar por conseguir lo que uno desea. Y ese es el asunto donde el deseo estimula al espíritu.
Sin embargo, está el tiempo y con ello, nace la preocupación social, que se traslada en la sexualidad y el erotismo… Y entonces, esa preocupación es un grado de resignación, en todas las edades… Hasta qué momento es posible atraer?, se pregunta.
La sociedad, principalmente los medios, demuestran que existe una resignación cósmica, luego de determinada edad… Que pasados ciertos años, un sujeto está fuera del mazo.
Y a partir de allí, incluso antes, muchos se resignan a estar, no con la mujer que más le gusta, sino, con la que le da bolilla.
Son todas operaciones, despiadadas y maliciosas, actuando sobre su propio convencimiento.
Yo no creo que una mujer pierda sus encantos y no tenga más remedio que conformarse con el tipo que jamás soñó e incluso, con alguien mayor que ella.
Tampoco que el hombre adulto, robe la juventud de una mujer. No. No es así. Pasan cosas muy superiores y lejos de esta idea del vampirismo…
Entonces,está mal que un señor mayor seduzca a una joven, solo para obtener mejores rendimientos en la cama. Y del mismo modo, a la inversa… Un muchacho que finge ser sabio u ocurrente, solo para levantarse minas que podrían ser sus abuelas…
Bueno,todo eso es una porquería.
Nadie rejuvenece su sangre, el espíritu, ni saquean su inocencia, su belleza, sus ganas o su empuje hacia adelante… La frustración no conoce edades. No es que existe una garantía en determinado tramo de la vida.
En todo caso, me gusta pensar que la felicidad es apenas una alegoría.
Así que, mientras uno puede evitar las convenciones, debe luchar. Y si la raza humana aún no se ha extinguido, es porque existe el conformismo.
Pues, en qué instante el hombre está seguro y se acomoda? Respuesta, a partir del segundo posterior de haber conquistado a la mina.
Cómo se explica el orgullo, la pedantería, la soberbia del tipo piola, ese que cree que el amor es un estado de seguridad perpetua?
Repito, son todas tendencias, prolijidades que se han instalado para tratar de hacernos vivir sin angustia.
Ahora, lo grave es que parece que funciona. La gente compra las prioridades o lo que piensa de ellas.
EPILOGO
Dos mujeres nacen el mismo día, a la misma hora.
Sus vidas jamás han sido cruzadas… Claro, hasta que son enamoradas por el mismo hombre.
Entonces, un día se encuentran y pelean por él.
Una de ellas, obtiene la victoria y el amor.
A la otra, le queda el dolor, la humillación… Y quizá la muerte.
El oráculo ha previsto ese día, que sea la misma señal para las dos.
Algunos decían que la mujer despechada, consideraba erróneo el vaticinio… Quién sabe?
Nosotros, sensibles como somos, pensamos que se equivoca al pensar que el amor y la muerte, son destinos distintos.
Yo no sé si esta es una época buena o mala. A lo mejor suceden ambas cosas.
Es genial que las cosas puedan desarrollarse con mayor velocidad, sí, es cierto. Recuerdo cuando de pibe escribía a máquina y eso no tenía mayor escenario, que mis propios estantes.
Hoy puedo colgarlo a un sitio y ser visto por mucha gente.
Además del crecimiento tecnológico, siento que he subido varios peldaños, en cuestiones intelectuales.
Pero está lo otro.
El mundo adquirió mejores posibilidades para corromperse, para perderse, para enviciarse, para matarse.
Todo parece más fácil y práctico. Hay mayores posibilidades para entretenerse, para olvidarse, pero también para envilecerse para siempre.
En definitiva, el amor son simetrías y complejidades, a través del tiempo y del espacio.
Y lo que en algún momento, la vida se daba de manera regular, sucede algo... Es el milagro, que interrumpe, desordena y complica todo lo conocido.
Quizá el hombre haya aprendido a amar las regularidades, las preferencias porque entendía que eran señales de que el universo estaba en orden.
Por eso no debe confundirse la belleza con el atractivo, que es distinto.
La gente que dice amar lo feo, es un refinamiento, donde solo se cumple la ausencia de simetría.
Es posible que el tiempo nos una, tal vez, en una geografía espiritual, cuyos mapas no coinciden exactamente con los mapas de la gilada.
Creo que existen en nuestros corazones faroles, pequeñas luces para algunos de nosotros.
Es posible que nuestra alma esté desvelada por sentidos equivocados, porque es algo que nos pasa, casi de modo misterioso.
Quizá no existan las sirenas, ni las hadas, ni los ángeles.
Pero, en nombre de la fe poética, aquí, en Avellaneda, uno puede morirse de amor, creer en el hombre de la bolsa y que un buen verso puede ponerle una pequeña sonrisa al mundo.
Nacho
24/7/14