Ensayo sobre el mate


Oscar Wilde decía un hombre no es, sino sus vicios. 

En algún vértice biográfico – aún más, en los inicios de la madurez – uno puede detenerse o no a sospechar que determinadas costumbres, habrán de acompañarnos hasta los confines del mundo.
Para mi caso, no imagino la vida sin el mate.
Lo fui acunado de pequeño y está tan presente conmigo, que – salvo que un medico lo prohíba, por temor a metamorfosear en sapo – en mi tumba quisiera un pequeño homenaje en su nombre.  

ACTO I

Toda vez que soy invitado, reparo en un simple pero trascendental detalle… Ni bien llego, agudizo mis sentidos en una crucial indagación, que no consiste en pasar un dedo sobre los muebles para comprobar la limpieza, o averiguar si la casa está hipotecada, o si hay un perro feroz y conviene no acercarle una caricia. No, no. Nada de eso.
Se trata sencillamente de establecer la presencia del mate.
Por supuesto, toda búsqueda concluye en la cocina.
Claro, parece una tarea fácil y sin embargo, no lo es! Para que haya llegado hasta allí, debió cosechar un mínimo de confianza.

Fíjese esto… Cómo hacía uno, cuando era presentado por primera vez en la casa de su novia? Salvo que las inmobiliarias facilitaran un plano de la vivienda, o que usted haya sido su amigo y por ende, se conoce el lugar con antelación, bueno, necesitará permiso.
Por lo cual, antes que nada, llámese a educación y trate de no derrumbar su imagen inmediatamente, moviéndose por la casa sin permiso.
Entonces, una cosa que puede hacer, es solicitar con gesto cortés el paso al baño.
Ese trayecto le permitirá relojear – yendo o regresando –la distribución general del ambiente.
Vea, lo aconsejable es que la ida, sirva para saber dónde está la cocina. O sea, la cocina es como el Faro de Alejandría de cualquier casa. 
Una vez ubicada, la vuelta le dará tiempo para una pesquisa más minuciosa.

A mí me parece que no conviene ser recibido, digamos, por un tío, un cuñado o quien sea, menos su novia… Sobre todo si es alguien de menor rango, porque a lo mejor usted llega y le dicen "está en su habitación, vaya a verla, si quiere".
Error!
Qué sabe al respecto?
Sorprenderla mirando la novela, no sería nada... Pero quizá esté cambiándose y le aseguro que resulta incómodo atender reproches, entre gente que apenas conoce!  
Tampoco es preferible aventurarse a ubicaciones poco exactas, ni puntualmente señaladas…Corre el tremendo riesgo de caer en una habitación equivocada!
Imagínese abrir la puerta y atinarse a sus suegros, en medio de una bronca?
Y usted queda ahí, expuesto! Con ese deseo de esperar que lo trague la tierra!
Por eso es vital no cometer ningún papelón…
Más tarde lo puede lamentar.

ACTO II

Los indicios que mejor alientan la presencia del mate, están relacionados al tiempo del encuentro, el sitio y la pericia del que convida, una posible lista de bebidas.
No es lo mismo caer durante horas de la tarde, a estar próximo a la cena.
Por otro lado, cuando le ofrecen de tomar y encuentra que el mate, apenas surge como última opción… Olvídese.
Y si acaso le sueltan el comentario del, "salvo mi marido, acá casi nadie toma mate"…  
Sonó!
Está sonado porque da pie a que declaren "me salen hervidos, no sé hacerlos" y ahí tiene… Usted acaba de ser nombrado cebador oficial, para todo el viaje. 

ACTO III

La regla de oro consiste en no hervir el agua, pues, de inmediato notará palos flotando, iracundos y sin horizontes, como si se tratase de la geografía griega.
El mate se lo toma con la misma mano que se recibió, puesto que las malas lenguas suelen creer que es de mal augurio. Además, naturalmente, debe entregarse con la bombilla orientada hacia el rostro de quien irá a beberlo.
Fíjese, un mate cuya bombilla está al revés, representa desprecio. Pero también burla, porque obliga a hacer unos movimientos y contorsiones, digna del mejor de los faquires.

Una segunda cuestión - tan importante a lo mencionado -es la cantidad que constituyen la rueda.
La demasiada superpoblación tiende a ser molesta, si acaso el cebador espera que la mateada circule, expeditiva y sin tanto trámite
Para ello existe una manera de darse cuenta y consiste en ver lo que tardan en devolverlo.
El que conoce del asunto, detecta tempranamente una curiosa fauna…
Por ejemplo, están quienes se transformarán en verdaderos oradores.
Al segundo de recibido el mate y entre sorbo y sorbo, permiten discursear, entorpeciendo el desarrollo de la rueda.
Cada tanto – más aún, los que no han tomado - suelen recriminarles con un "dale que no es micrófono!"
Estos, enojados y mirándolo a uno - acaso a todos - hacen del rezongo final, la mueca del "no quiero más".

Después aparecen los que roban mates, alterando el orden que les correspondía y produciendo una queja generalizada, aprovechan la distracción o ausencia del receptor, supóngase, porque éste fue al baño o atiende el llamado de un vecino, etc.
Son los mismos que, ansiosos y ventajeros, se acodan en los alrededores de la pava, jugando con la buena fe del cebador y cebándose unos cuántos.
La consecuencia es que estropean el sentido de la rueda y obligan a cambiar la yerba... Porque generalmente lo vuelcan, lo lavan o lo rebalsan con toneladas de azúcar.
Algo que también arruina el mate, son quienes con el pretexto del "che, está tapado!",sacan la bombilla y obligan a rehacerlo.
Un consejo sano, vaya y párese detrás. Luego, un golpe seco y rápido en la cabeza y antes que le digan nada, levante ambos brazos a la audiencia, como quien afirma no haber cometido penal.  

Dejo en mesa de entrada la consideración de si amerita darles a los que comen facturas o cosas similares... Al rato podrá comprobar el estado de la bombilla, rodeado de restos de todo tipo!
Lo que es peor, uno terminará comiéndose aquella medialuna que tantos minutos estuvo gambeteando.

ACTO IV

Ni bien comencé a escribir esto, recordaba una noche de mateada, durante unas vacaciones en San Luis.
En determinado momento, un pueblerino se acoda con una infidencia, de esas supersticiones que tanto abundan en el campo y que atesoramos para siempre.
Me contaba que el modo de cebar, permitía desvelar intenciones ocultas hacia el otro.
Yo conozco una versión muy parecida con el café, pero tiene que ver con la mirada de la persona o los movimientos de su cuerpo, etc.  

Generalmente, el bebedor que acomoda la bombilla, desprecia al cebador y desconfía de sus habilidades. Y si al finalizar, no produce sonido alguno por la bombilla, demuestra rechazo y falta de cortesía.
Contrariamente, el demasiado ruido sugiere que el mate no ha sido bueno, que es casi como el párrafo anterior.
Sea como fuere, percibí una enorme veracidad al respecto, porque quien esté a cargo del mate, adquiere un cierto dominio. Entonces, las diferentes formas de obsequiarlo nos conducen a pensar que existe, un lenguaje íntimo y significativo.
Quizá fuimos objeto de innumerables deseos indecorosos y mientras averiguábamos qué clase de yerba le daba un sabor extraordinario, estábamos desoyendo una oferta de sexo, abierta e incendiaria.
Por eso, más allá del famoso dicho “yerba no hay”, es posible adivinar una serie de conductas, detrás de esta infusión tan popular.   
A continuación algunas de ellas…  
Servir un mate sin mirar es desprecio y cebarse uno mismo, posando fijo sus ojos en el otro… Solo implicará el riesgo de quemarse vivo!
El mate lavado significa enemigo… Que es lo que hago con los miserables, dándoles los peores – y a veces – absolutamente ayunos de agua.
Al contrario, uno bien espumoso es declaración amorosa… Incluso debe guiñarle con el gesto inconfundible del “mire qué elixir le estoy sirviendo, señorita!” Y si no desea pasar papelones, sírvalo con una servilleta para hacer saber al otro que está caliente... Digo, el mate.
Un mate caliente advierte el aburrimiento del cebador y frío, revela desprecio o mejor aún, que está podrido de cebar.
Si está demasiado largo, significa que la visita ha sido indeseada, bueno, como sucede en general con todas las visitas, no? Ahora, demasiado corto es que quieren verlo más a menudo.
Por último – que es el que más me gusta - es aquel que sucede cuando le da uno, detrás de otro, como puñalada de manco.
Según cuentan, eso quiere expresar el enojo y de esa manera, intenta llenar la panza para que se vaya rápido.
Incluso puede recargar con gesto corporal, enarcando las cejas y preguntándole “está rico?”.

ACTO V

En épocas pasadas, la yerba era yerba, nomás.  
Sin embargo, hoy todas traen sabores, es decir, han dejado de ser simples infusiones, para volverse una variedad de gualichos.
Usted tiene, ejemplo, con palo, sin palo, con café, con cáscaras de limón, naranja, menta, póleo, peperina, un pedazo de zapallo, una tira de asado, etc.
Los entendidos del tema, aseguran que el mejor mate es el que puede engualichar a la mina que a uno le gusta.
Entonces, le sirve a la mujer deseada y de inmediato se enamora de usted.
Ahora bien, aquí hay dos cuestiones…
La primera es no avisar que el mate está engualichado, pues puede suceder que la mina salga rajando. Pero la segunda es peor, porque corre el riesgo de darse a una que usted no quiere!
Por lo tanto, el cebador necesita estar atento y que no haya tercero alguno.
Imagine que pase un mate y surja una comedida, que, en lugar de alcanzárselo, lo bebe imprudentemente!

Lo malo del gualicho, citado en anteriores artículos, es el exceso.
Quien pretenda engualichar, habrá de echarle lo justo, pues, a la tercer o cuarta vuelta, puede asquear y hasta enloquecer, como le pasó a Minos, el rey de Creta o Luis XIV.

Los científicos de Avellaneda están probando nuevos sistemas para matear.
Por ejemplo, hay un método desarrollado para los enamorados, es muy simple y consiste en un solo mate con dos bombillas, para que tanto usted como su novia tomen del mismo mate… Bueno, algo así como los perros de "La dama y el vagabundo", mientras comían el plato de fideos.
También uno para ansiosos, cuya bombilla está conectada a través de un pequeño motor - similar a un nebulizador - y así, solo debe preparar la boca y dejar que la bombilla actúe por su cuenta.   
Finalmente, está el mate de carácter sempiterno para el que tiene el vicio instalado y no le gusta esperar a que se complete la rueda.
Este mate es grande, del tamaño de una cacerola y con un dispositivo conectado a la canilla de agua caliente.
Desde luego, conseguirá una satisfacción inacabable!
Eso sí, no nos hacemos responsables si usted revienta como un escuerzo.

ACTO VI

El mate es siempre compañero y solo, nos promueve al pensamiento, a la reflexión más buscada.
En compañía, llena un momento, con ese halo tan único.

Yo creo que reunirse a tomar cerveza no tendrá jamás, la magia que une una tarde, una noche de mates.
Primero porque el alcohol tiende a resultar traicionero.
Con alcohol encima, es posible desatar en nosotros, un ser miserable y canallesco.
Alguien que puede desatar una ira insospechada y que además, pretende encarar a nuestras novias o hace quilombo solo para mostrarse o saca a la luz nuestros secretos más preciados, etc, etc… Ese no puede sentarse a compartir nada en absoluto.  

DEDICATORIAS

Soñar con un dios olímpico es bastante difícil de creer.
A lo mejor fueron imágenes que quedaron en mi mente, de haber visto pinturas o grabados.
No obstante, un poco inmerso en la tristeza, tuve un consuelo literario o quizá esto sea parte de mi imaginación.

La cosa es que soñé - matienzos mediante - una charla con Zeus, el príncipe de los dioses.
-Qué le anda pasando? Pregunta.
-Estoy un poco apesadumbrado… Me entristece la incertidumbre.
-Vea, amigo… La bruma de la incertidumbre es lo que nos cautiva. Al final, hará que las cosas resulten como verdaderamente son… Maravillosas…
-Trata de decirme que lo mío es pena de amor?
-Efectivamente. La duda carcome el espíritu del enamorado. Pero no se haga problema. Aquí le vengo a traer un obsequio, como testigo de su deliciosa condena.
-Es usted muy amable, pero no quiera comprarme con regalos.
-No… Le regalaré una luz. La luz que está buscando, en pensamientos propios y ajenos.
-Conozco esa trampa! Me la entregará para escribir pavadas… Prefiero pensar que no soy tan bueno.
- Acéptela!
-Tal vez sea capaz de escribir buenas cosas…
-Vamos, déjese de joder! Sin la ayuda de la magia?
-Acaso qué cosa será el amor, sino eso mismo?
-Está bien, pero hágame caso, acéptela... Hágame caso, acéptela.
-De acuerdo. Muéstreme esa luz que tanto quiere regalarme...
-Influir en una persona supone darle nuestra alma.

Por eso, el mate nos lleva a saber que hay otro, que uno comparte alegrías y tristezas, que disfruta cada sorbo… Como si el mundo se detuviera.
El mate puede darse como herencia y eso es sublime. Eso es sublime.
Confesar a un hijo o a la mujer amada que recibió el legado del mate, por complicidad de un abuelo…
Usted está regalando una parte de su universo.
Mire qué precioso sería llegar a su casa y que alguien le esté esperando con el mate?
Mire que precioso será adivinar el brillo de sus ojos, rodeada de calidez y complicidad, pues sabe que acaba de incorporarle el mate, a su vida...
O llegar a la casa de su novia y que le pase lo mismo?

A quiénes dedicarles este ensayito…?
Bueno, a los que disfrutamos del mate y a los que no saben lo que se pierden.
A los que tenemos amigos y compartimos esa bella comunión.
A la novia que busco y con ganas de prenderse a unos mates…Para siempre.

Nacho 
20/4/15