Pequeñas historias sobre la primavera




Cuando se es lo suficientemente minucioso, en general encuentra que muchas mitologías son similares entre sí.

Por supuesto, van cambiando los elementos de la narración, digamos, las facultades de los dioses, el nombre de los héroes y el sitio donde han sido desarrollados los hechos, etc.

Pero más allá de estas consideraciones, me parece que no hay mejor destino para un mito, que lograr despertar una belleza interna, cuando se apodera de nuestra alma.

Tal como pasa en el amor, no existen mitos buenos o malos, sino, aquellos que marcan una vida.

A continuación, algunos datos sobre la primavera, de acuerdo a los mitos.

 

ACTO 1

 

La primera historia es de origen babilónico y narra el descenso de Ishtar al Infierno.

 

Tammuz estaba casado con Ishtar, la diosa del amor, el sexo y la guerra.

Durante una cacería, Tammuz murió asesinado por un jabalí y Ereshkigal, la diosa del Infierno y hermana de Ishtar, hizo conducir los restos a su morada, antes que pudiese enterarse su esposa.

Ni bien supo la verdad, muy dolorida, Ishtar decidió rescatar a su amado y aunque de mala gana, Ereshkigal le permitió la entrada con la única condición de dejar una prenda, en cada una de las siete puertas del Inframundo.

En la primera puerta debió entregar sus sandalias, consideradas símbolo de la voluntad.

En la segunda, dejó sus joyas, que es el ego.

En la tercera, sus ropas, que supone entregar la propia mente.

En la cuarta, unos cuencos dorados que cubrían sus pechos y significaban la sexualidad.

En la quinta, dejó su collar, éxtasis de la iluminación.

En la sexta, sus pendientes y con ellos, su magia.

Por último, la séptima, su corona de mil pétalos, que representa la divinidad.

 Sin dudas, a cada una de las siete puertas que atravesaba, iba despojándose de sus prendas, pero también de su poder… Desnuda e indefensa, llegó ante Ereshkigal que la mató y colgó su cuerpo inerte de un clavo.

 Con su muerte, todo comenzó a languidecer… Durante aquella ausencia, desaparecía la pasión del hombre y los animales, parecían olvidar la reproducción. Así, cualquier vida posible estaba amenazada a la extinción.

Fue entonces que Papsukal visitó a los dioses y les pidió que resucitasen a Ishtar, con la comida y el agua de la vida.

La diosa Ishtar volvió pronto a la vida, pero con un precio a pagar… Los primeros seis meses al año, Tammuz debe residir en el Inframundo.

Mientras allí permanece, Isthar lamenta su pérdida y la tierra se congela… En primavera, Tammuz regresa con su amada y todos se llenan de gozo.

Este mito explica el origen de la "Danza de los siete velos"… Solo el amor de la diosa Ishtar le permitió cruzar, con pasión y determinación, las siete puertas que representaban los siete vestíbulos del Infierno.

No está mal. Después de todo, la ausencia del ser amado, siempre tiene tintes infernales.

Cuando a la diosa Ishtar se la priva de sus pertenencias, está revelando sus verdades y así consigue reunirse con Tammuz.

Así funciona el amor… El ápice de un goce, no alcanza con la desnudez del cuerpo, sino más bien, con la desnudez del alma.

Hay algo detrás del velo, insondable, representando lo oculto.

Usted atraviesa las puertas del ser amado, hasta que pronto advierte otra y luego otra y otra… A veces son cosas que vamos ocultando de nosotros mismos, pero a medida que el amor nos sucede, se nos revelan como nuevos y extraños misterios. Y estos, precisamente, son los misterios que mejor envuelven y más nos encantan del otro.   

Cada año que transcurre, uno se muere un poco más… A Tammuz le sucedía lo mismo, con cada descenso hacia el mundo subterráneo.

¡Aah, pobre Ishtar, nunca dejó de esperarlo!

Las historias de amor son preciosas, ¡cuanto más esperamos a ese alguien especial! Y no por temor a hallarse puertas que han sido escrutadas, sino, porque algunos pocos privilegiados han nacido para abrirlas y perderse en el descubrimiento.

 

ACTO 2

 

Los chinos creían que la conducta del emperador, influía sobre los fenómenos naturales.

Allá por el siglo IV, en tiempos del Imperio Tsing, hubo códigos y normas protocolares que se reunían en un libro y en el cual, figuraba cualquier tipo de prescripciones.

Bueno, uno apartado establecía que todas las esposas y concubinas, debían yacer con el emperador, durante los primeros días de la primavera. 

Para ello, se trasladaban al campo y daban rienda suelta a la pasión, con el objeto de contagiar su fertilidad a la tierra sembrada. 

Desde luego, no era otra cosa, sino, una numerosa y complicada orgía y cuyo éxito, dependía de la virilidad del Hijo del Cielo.  Pero ante una eventual catástrofe cósmica y preocupados por el destino del Imperio, los ministros y funcionarios de la corte elegían concubinas hermosas, disponían almohadones de plumas rituales, preparaban elixires para prolongar el deseo, etc.

Si durante el encuentro, el emperador mermaba en la acción –o fracasaba rotundamente- era muy probable que hubiese sequías, terremotos, inundaciones, erupción de volcanes, heladas o plagas de langostas.

Este fue el modo de atribuir las calamidades a los pueblos chinos, a través de la ineficacia amorosa del emperador.

 

ACTO 3

 

En la India antigua consideraban muy importante la imagen del dios Vasanta, porque dirigía el poderoso ejército de Kāmadeva, el dios del amor.

Kāmadeva portaba un arco, entrelazado con flores regaladas por Vasanta y flechas creadas a partir de pimpollos silvestres… También un lazo que enlazaba e inmovilizaba a sus víctimas.

Para los hindúes, Vasanta estaba relacionada con la primavera y la ternura en los asuntos amorosos.

Su trabajo consistía en manipular la brisa del sur, florecer el paisaje y suavizar a todas las criaturas, con el fin de facilitar los ataques del dios Kāmadeva.

En otras palabras, aquí se señala que la tarea de Vasanta, era preparar el momento del amor a Kāmadeva, enterneciendo al sujeto en cuestión.    

 

Cierta vez, Kāmadeva decidió ayudar a Parvati, una doncella cuyo objeto de amor era nada menos que Shiva, el arquetipo del asceta solitario… Tarea complicada, porque esperaba poner en estado amoroso a un ermitaño, es decir, alguien que no tenía esa clase de aspiraciones.

Puesto que Shiva no salía de su constante meditación, Kāmadeva aprovechó y disparó sus flechas para lograr la atención y enamorarlo de la doncella Parvati.

Sin embargo, justo cuando salió disparada la primera flecha de Vasanta, Shiva despertó de su contemplación y un rayo de cólera brotó de su tercer ojo… El dios del amor se había quedado sin cuerpo, porque Kāmadeva fue reducido a cenizas.

 Ahora bien, Rati, la esposa de Kāmadeva, desconsolada y tras muchos ruegos a Indra, rey de los dioses, consiguió que Shiva rescatara a su esposo de la inexistencia.

Hay quienes aseguran que la idea de aniquilar a Kāmadeva fue bastante apresurada, ya que Kāmadeva tiene que ver con el deseo sexual y entonces, temiendo la regeneración de las especies y la ausencia de oblaciones, intentaron dar marcha atrás.

No pudieron… Apenas recuperaron su espíritu, pero su cuerpo no pudo ser reconstruido. 

Por eso el término hindú “Kama” es anhanga y significa “sin cuerpo”.

Y por eso cuando asoma Vasanta, la primavera, Kāmadeva se mueve sutil e invisible, entre los enamorados… Con esa dulce invisibilidad que los hace abrazar.

 

ACTO 4

 

Se sabe que Idunn nunca tuvo un nacimiento y nunca experimentaría la muerte. También que para asegurarse el afecto del Asgard, les prometió un bocado diario de las maravillosas manzanas que otorgaban la juventud y la belleza eterna.

Debido a que había una mezcla de razas y no eran todos inmortales, gracias a aquellas frutas mágicas, los dioses evitaron el paso del tiempo, la enfermedad y se mantuvieron enérgicos, hermosos y jóvenes a través de innumerables décadas.

Por supuesto, Idunn las atesoraba cuidadosamente dentro de un cofre mágico... No importaba el número de ellas que extrajera, el mismo número quedaba siempre dentro.

Los mitógrafos refieren que Idunn, es la personificación de la primavera y su rapto, señala el paso de una estación a otra. Sin embargo, no aparece explicado entre los nórdicos, ese carácter cíclico de las estaciones y que todos conocemos…

Pero, ¿cómo era el mundo en el cual vivían los nórdicos?

El clima y las tierras que los nórdicos habitaban, influyó en sus primeras ideas religiosas, al igual que su modo de vida. Por ello la mitología nórdica está considerada, grandiosa y trágica... El argumento principal, es la perpetua lucha entre las fuerzas de la naturaleza beneficiosas contra las dañinas.

Para ellos eran naturales los peligros que conllevaban la caza y la pesca, bajo los cielos nublados y el sufrimiento impuesto por los largos y fríos inviernos. Y aún cuando el sol nunca brillaba, nuestros queridos nórdicos contemplaron el frío y el hielo, como espíritus malignos.

Con igual razón, invocaban con las influencias benignas del calor y la luz.

 

Idunn estaba casada con el dios Bragi y vivían juntos en la parte alta del fresno Yggdrasil, aquel árbol sagrado que sostenía al universo y de cuyas ramas y raíces, mantenían unidos los nueves mundos que pensaron los nórdicos.

 Una vez, los dioses Odín, Loki y Hoenir emprendían a través de montañas y tierras, hasta que detuvieron el paso, cerca de un valle.

Cazaron un buey y prepararon un horno, pero, para sorpresa, la carne permaneció cruda y de inmediato concluyeron que debía ser obra de la magia… Y así fue, pues, apoyada sobre un árbol, había un águila enorme, admitiendo su responsabilidad.

Bajó ante sus miradas y les prometió retirar el hechizo, solo si le daban tanta comida como pudiese devorar.

Los dioses accedieron y el águila avivó el fuego con el batir de sus alas. Sin embargo, ¡a Loki le pareció demasiado! El dios tomó una estaca y comenzó a apalearlo, tanto, que el águila levantó vuelo y lo llevó consigo.

 Cuando estuvo en tierra firme, Loki prometió cualquier cosa a cambio de la libertad… Lo que no sabía era que se trataba del gigante de la tormenta Thiazi.

Más asustado que antes, accedió a sacar a Idunn hasta el exterior del Asgard, para que Thiazi lograse la posesión de las manzanas mágicas.

 Loki regresó al Asgard y pocos días después, tuvo un plan… Buscó a Idunn en las arboledas de Brunnaker, donde había construido su residencia y luego de describirle unas manzanas exactamente iguales a suyas, la indujo a dejar Asgard y compararlas.

Tan pronto salió del Asgard, Loki la abandonó y el gigante Thiazi descendió y con sus crueles garras, la transportó hacia su frío y desolado hogar en el Thrymheim.

 Aislada de sus amados dioses, Idunn languideció y se tornó triste y pálida, aunque jamás le permitió a Thiazi el más mínimo bocado de su fruta mágica.

 El tiempo pasó…

Los dioses, pensando que Idunn se encontraba con su esposo y que pronto regresaría, pero poco a poco fueron desapareciendo los efectos benéficos del último banquete de manzanas.

 Comenzaron a notar el paso del tiempo y a ver cómo su juventud y su belleza desaparecían.

 

ACTO 5

 

La trama que define la llegada y partida de la primavera, suele repetirse entre las mitologías de distintos pueblos. Pero a mi gusto, los griegos han resuelto mucho mejor, la alegoría de la primavera.

 

Según Robert Graves, Deméter era la diosa de los trigales e iniciaba a las novias y los novios en los secretos del lecho.

Nunca se casó, sin embargo, tuvo una hija llamada Core, producto de unos amoríos con Zeus.

 Tiempo más adelante, Hades visitó a Zeus en el Olimpo y le pidió la mano de Core, pues estaba enamorado de ella.

Zeus temía ofender a su hermano si se negaba, pero también a Deméter, ya que Core quedaría confinada en el Inframundo… Así que resolvió no darle el consentimiento, ni tampoco negárselo.

Naturalmente, esto animó a que Hades la raptase en Eleusis, mientras recogía unas flores.

 La diosa Deméter anduvo varios días, hasta que llegó al palacio del rey Celeo y Metamira.

Allí, Triptólemo, uno de sus hijos, contó lo que había visto… ¡Un carro tirado por caballos negros, precipitándose hacia el abismo! Solo pudo ver el brazo derecho del conductor, sujetando a Core.

Fue a ver a Helios, el dios solar y que todo lo ve… Helios recordó que Hades usaba un casco que lo hacía invisible, cada vez que salía del Inframundo.

Deméter vagó por el mundo, prohibiendo a los arboles sus frutos y que las hierbas creciesen y aunque Zeus ofreció toda clase de obsequios… No hubo caso. La tierra permanecería estéril hasta tanto no le fuese devuelta Core.

 Entonces, Zeus envió un mensaje a Hades para que aflojase, pero este respondió que solamente accedería -siempre y cuando- Core no haya probado la comida de los muertos.

Y la verdad es que Ascálafo, uno de los jardines del Inframundo, había visto a la muchacha comerse unas granadas…

 Muy apenada, Deméter decidió no regresar jamás al Olimpo, ni quitar la maldición de la tierra.

Por eso, en un último intento, Zeus acordó con la diosa Rea, un argumento que resolvería el problema… A partir de ese momento, Core pasaría tres meses del año con Hades como Perséfone, la reina del Inframundo y los otros nueve meses se quedaría con su madre Deméter.

Así que cuando Perséfone sale del Inframundo, hacia la casa de Deméter, asoman los primeros tallos, los primeros brotes. Y cuando regresa, lo hace en tiempos de siembra, es decir, aquel tiempo entre las sombras de mundo, la tierra recibe la indiferencia del invierno… Y las lágrimas otoñales de Deméter, que son las lágrimas de la ausencia.

Tal como se ve, solo un dios tiene la facultad de solucionar, al mismo tiempo, un problema familiar y jurídico… ¡Aah! ¡Y poético! Porque esa sería la alegoría más bella de la primavera.

 

ACTO 6

 

Al margen de las historias primaverales que componen la presente publicación, habría que preguntarse con seriedad… ¿Por qué uno sufre en un mundo, donde a nadie parece importarle nada?

Días atrás, una señorita me envió un mensaje muy amable al blog, afirmando su creencia en las hadas… Bueno, si el mundo élfico puede ser posible en el arte, demuestra unas ganas de creer en algo superior. 

Ahora, probablemente exista una realidad distinta y más áspera de asimilar… Y entonces, las hadas no existen y forman parte de una falsedad colectiva. Quizá, aunque hubo alguien con suficiente sensibilidad artística o filosófica para convocarlas.

Claro, el problema es suponer que los sucesos son encadenados según cierto orden social y eso me parece equivocado… Los acontecimientos son libres, si el hombre tiene la facultad de ilusionarse. Solo la percepción hace posibles o no, reales o no, a los sucesos.  

A lo mejor las musas no sean más que un delirio, una simple excusa destinada a sumergirnos en el sueño de lo inasequible. Y a veces, por el contrario, las musas logran revelarnos algo, supóngase, un rasgo cósmico y nos ilumina toda la existencia.

¿Por qué hablamos de la mentira de la ilusión y la verdad de la revelación? ¿Acaso usted nunca ha visto brillar su alma, con una película, la lectura de un libro o tras despertar de un sueño?

El arte puede revelarse de una forma u otra, pero principalmente en función de la propia mirada, de nuestra disposición intelectual y de fuerte necesidad espiritual.

Sin embargo, para que una mujer nos conmueva y nos revele su verdad, la sociedad considera fundamental ser atraídos, solo por la presencia de un físico. Y lo peor es que, aunque estemos delante de una belleza comprobable, no solo está presente para nosotros… Esa belleza lo está para miles. Y en ese manoseo insoportable, uno lo sufre mucho. 

Por lo tanto, para que algo sea verdadero, siempre deberá prevalecer el detalle personal del artista. Y en el amor, está el detalle que descubre el enamorado.

No importa que sea simple y poco visible para el resto.

Lo importante es que le ayudará a encontrar el corazón de la obra o la amada, allí, donde uno logra reflejarse, en búsqueda de su propia verdad.

Un cuento.

 

Había una vez un grano de arena que vivía en el mar y todas las noches miraba a una bella estrella que estaba en el cielo y se imaginaba sueños de amor. 

A él no le interesaba si era verano o invierno, pero cuando llegaba la primavera, todas las noches se quedaba esperando que su bella novia, apareciese en el cielo.

Uno soñaba que su linda estrella pudiese bajar al mar y la otra, que la arena lograse trepar los cielos.

 Por suerte, existen los milagros… Él pudo alcanzarla, una vez producida una tormenta de arena imposible. Y ella hizo lo mismo, volviéndose estrella marina.    


ACTO 7

 

Nuestros sueños pueden ser una alegoría de la primavera a la cual nos entregamos constantemente. Y es posible admitir una tendencia hacia la consistencia, mucho más real que la realidad.

Los emplazamientos hacia las irrealidades – o nuevas realidades – no son sencillos en absoluto… Deben atravesarse sitios oscuros y espantosos, instantes pesados como cadenas y gestos que suelen desacelerar el encuentro del amor.

Pero hay que insistir.

Por eso la construcción de una inspiración, tiene ese precio… El artista, el enamorado o el sabio que recorre los bellos pero peligrosos caminos de la inspiración, suelen caer en miradas de degradación, locura o desesperación. Tal como pasó con el pacto diabólico del Fausto, los hijos de Heracles y la ceguera de Milton.

Atravesar las puertas de nuestras verdades, significa despertar a otras verdades distintas.

Gracias a Dios, existen los ángeles buenos, las musas y las mujeres hermosas… O todo eso al mismo tiempo y en la misma mujer.

A un poeta le conceden el don de la veracidad y cada palabra será la verdad misma.

Por supuesto, está aceptada como única divinidad, en el reino de las hadas o para la mujer más hermosa, no así entre los simples humanos que solo piensan en épocas primaverales.

Tal como se ve, muchos trabajan con una clase de oportunismo, acerca de la primavera… Claro, lástima que uno descree en estas cosas… O cada vez cree menos. O lo cree de otro modo, al menos, un modo más complejo.

Mire, la desgracia de pensar, es que todo parece complicarse mucho para el que no lo hace. Y entonces, cuando afloran las verdaderas razones, también aflora un oportunismo de segundo orden.

Tipos como nosotros - invernales como somos - recibimos la primavera con cierta prevención, con cierto recelo comercial al respecto, ¿no?

Recibimos con desagradable cinismo, acaso porque jamás hemos tenido la suficiente esperanza en estas fiestas o porque a decir verdad, nos caen mal los oportunistas.

Porque, eso sí, hay una serie de actitudes construidas para los que sí están pendientes del almanaque. Del mismo modo que aquellos que solo llaman, cuando es el día del amigo… Gente que se saca la camiseta, precisamente, el 21 de setiembre y entonces comienza a construirse una actitud.

Esta reacción automática y determinista, frente al almanaque, siempre produce un poquito de incredulidad… Pero, está bien. Bah, está bien para los que van regalando saludos, osos de peluche, declaraciones de amor hechas a medio apuro, etc.

Pero está mal para el que ha visto a una mujer única, hermosa e irrepetible, en el caldero mágico de su mente.

¿A quién dedicar esto? A la más hermosa que tiene toda mi vida, el corazón. Y a los que nos aman, ayunos de cualquier festejo oportunista.  

 

Nacho

 

21/9/16