Pigmaliones



Esta mañana estuvo linda para hacer unos trámites y aprovechar el sol para caminar un rato y recorrer un poco las caras de la gente.
Curioso, ¿no? De alguna manera inexplicable, los días soleados le mejoran el ánimo a muchos... Bueno, a mí también, por supuesto.

Frente a la plaza Alsina, en Avellaneda, una de mis librerías favoritas. Até la bicicleta debidamente a un poste, cerca de un banco y crucé a indagar un poco. 

La verdad es que estoy en esos días que no decido las cosas y luego me arrepiento muchísimo. Además, ¿nunca le pasa que usted tiene plata encima, pero no hay nada que lo termine de convencer? 
A veces creo que son asuntos relacionados con un efecto cósmico para el cual, no comprar aquí, deviene en una compra allá. Igual... No sé... A lo mejor es una excusa, pero no tenía en mente un autor en particular y no me gusta comprar libros al azar. 

No importa, el caso es que compré un helado de chocolate en el Piave. Así que volví a la plaza, decidido a probar su deliciosa existencia, mientras observaba a unos chicos cómo jugaban con sus madres en el arenero... ¿Se ha fijado que rara vez, los hombres llevan a sus hijos a jugar? Es decir, como si ese momento del encuentro entre un chico y el medio ambiente, solo perteneciese a la mujer. Bueno, para pensar...

Una vez terminado, saqué unos borradores para anotar algo que me vino a la mente, digamos, cosas que  van surgiendo y luego las uso cuando publico. 
Al ratito levanto la vista y una nena de unos 7 u 8 años, con su largo pelo, separado por dos hermosas colitas, empieza a acercarse. Se sienta a mi lado y pregunta, "¿qué estás haciendo?". Era complicado explicarle que estaba escribiendo el comentario de una próxima publicación, así que arranqué un pedazo de papel, le dibujé un gatito con un moño y se lo regalé. 
 
La madre vino rápidamente y dijo, “¡dejá tranquilo al chico!”
   - No pasa nada. Le di un dibujo a su hija, ¡porque no supe qué contestarle!- Luego le aclaré que escribía acerca de Pigmalión y Galatea, aquel mito que narra la historia del escultor que construye a su amada, a partir de una estatua. 
 
Ella sonrió con cierta complicidad, pues reveló conocer la historia y cree que así sucede en los grandes amores. 
    - Todos somos un poco “pigmaliones” que se esfuerzan por hacer a la mujer que quieren. Porque antes que construir una estatua para amarla, es mejor construirse uno, para ser amado. Hay una mutua construcción. El amor tiene también ese carácter pigmaliónico. Yo la construyo y usted me construye. Se construye alucinando una figura no del todo real, pues reside en uno y el otro, hace el mismo procedimiento con nosotros. Quiere decir que ni usted, ni yo somos enteramente como creemos que nos  imaginan. Acaso tampoco nuestras amadas o su marido, serán como los imaginamos. Pero está bien. Es vital que el amor tenga esa esencia de engaño y alucinación mutua, para construirnos mejor. Ahora, me parece que en la ausencia del ser amado, también hay un carácter pigmaliónico que se lleva consigo. En este momento, usted piensa en algunas palabras, en alguna tontería que le hizo sonreír, una canción que la recuerde, en costumbres como tomar mate en soledad… Pequeñas cosas que se nos hacen comunes, en la más absoluta ausencia. A mí me emocionan esos gestos del otro, porque siento que detrás de ellos, estoy yo. O a la inversa. ¡Cuántas veces uno dice o escribe como propio, algo que ha sido dicho o escrito por ese otro? Son pequeños ladrillitos que van construyéndonos de a poco. No creo que suceda con todo el mundo, pero cuando sucede con alguien especial, eso no tiene cielo que lo pague. ¿Por qué?, puede preguntarse. Respuesta, para tenerlo más cerca. – Dije finalmente. 

Antes que se fuesen para siempre, deja que la nena vaya al arenero y la madre me dice, “¡ojalá este mundo hubiese más pigmaliones como vos!”

Le agradecí el elogio y regresé a lo mío, la escritura y el pensamiento, mientras el sol seguía en lo alto… Bueno, el pensamiento me condujo a pensar que posiblemente el sol sea la metáfora que transmite la espera.
 
Tal vez, el sol que aquí brilla, también esté brillando en otros sitios… Unos sitios que por inventiva del alma y por ilusiones amorosas, se nos parecen bastante. 

Nacho 
26/9/16