Durante la tarde fui a la panadería y sucedió algo
que adquiere cierta frecuencia y a estas alturas parece un tópico inevitable,
digo, cada vez que me encuentro frente a una señorita.
¿Usted vio que las facturas tienen unos espejos, cuya función, es similar a los
espejos retrovisores de un auto? En las panaderías sirven para que el
despachante vea aquello que se le señala - facturas, en este caso - y evite la
enojosa tarea de estar dándose vuelta a cada rato.
Pues bien, mientras escrutaba con movimientos de
dedos, un poco al azar, porque no quedaban demasiadas de las que me gustan...
Ella interrumpe el proceso de selección.
Apoya la canastita sobre el mostrador y acercándose con aires intimidatorios,
establece una pequeña charla conmigo. Y pregunta…
- Me gustan tus ojos... ¿Tenés novia?.
- Le agradezco el elogio. Y no, no tengo novia... ¿Por qué pregunta? Acaso,
¿usted tiene ganas de postularse como tal?.
- Aah... No sé. ¿Pero no puedo creer no
haya ninguna chica que te guste?
- Sí, pero acá como me ve, soy muy tímido y le tengo pánico al rechazo. A veces
llegó hacia las costas del convencimiento y creo que, efectivamente, a las
mujeres les espanta el tipo tímido.
- ¡Pero hay que aflojar y decir las cosas
que sentís!
- Mire... Lord Byron decía que al hombre lo mantiene vivo la espera amorosa y
desde mis humildes pensamientos, déjeme añadir que toda espera amorosa, ya es
el amor… Cuando usted pretende calcular, digamos, las veces que lo nombra, el
tiempo y el lugar que le está dando al objeto amado y ver realizado ese milagro
amoroso, hombre, ¡ahí tiene la mitad del camino hecho! Por eso descreo de los
que afectan enamorarse, de un sujeto a otro, con el carácter mudable que uno
tiene con la ropa interior.
- Jajajaja. Vuelvo a lo dicho recién, no
entiendo como un tipo como vos anda solo.
- Empujar el concepto de amor, hacia el terreno de la lógica, suena
complicado. Sin embargo, Platón algo sabía de esto... Él decía que aquel que
busque la belleza, sabe distinguirla del resto de las cosas, porque el que la
ha distinguido, también hermoso se hace. Dígame si no es impresionante.
Entonces… Lo único que el hombre puede hacer, es encontrar la belleza de una
mujer. Y una vez hallada, debe conservarla hasta el final. Yo encontré una
belleza y que adoro, se lo juro. Ahora, eso sí, ¡trato de ser justo con mi
realidad y no volverme un canalla!
- ¿Por qué un canalla? ¿Qué es eso?
- Claro, volverse un canalla y exigirle a una mujer que lo ame, socolor de
halagos, enviándole arreglos florales o pagando copetines, etc. ¡Es
insoportable hacer fuerza por ser quien no se es! Insoportable para el otro que
ni enterado, desde luego. Porque, ¿cómo saber que la mujer que usted quiere,
también lo quiere a usted? Mire… Yo no soy escritor, pero a través de varias
publicaciones, fui erigiendo una teoría, acerca de los actos canallescos en el
amor. El ejemplo de mi teoría puede darse indistintamente, en un hombre o una
mujer. Más o menos, dice así… A ama a B y B ama a A. Pero uno de los dos –
pongamos por caso B - lo ignora. B no sabe que hay un A, muriéndose por un B.
Sin embargo, A no hará nada por comprobarlo. Llámese por cobardía, por creerse
superior, porque siente no dar la talla, por cuestiones etarias o de
situaciones sociales, etc. Incluso diría, por razones convencionales, donde el
hombre siempre es el que encara... Claro, suponiendo que en este caso, B fuese
un hombre. Naturalmente, excusas conformistas de la sociedad. El problema es que
A, confía ciegamente en las convenciones. Entonces llega a escena un tercero, ¡que
es C! Caramba, piensa A, ¿no? A sabe que no le gusta C. Bah, finge gustarle un
poquito, porque sabe que B - que es el quien le gusta realmente - está lejos de
su alcance. Al menos, es lo que imagina. Pero en esa duermevela, ante el temor
a ser rechazado por B, entonces, ¿qué sucede entre tanto? A abre puertas… Abre
puertas. Permite que los D, los E, los F, etc., se conviertan en candidatos y
con el tiempo, al convencimiento de que soñar con el amor por B, ha sido
completamente ficcional. Todas las letras salen disparadas a golpear esas
puertas abiertas, fingiéndose ser B. Esto significa que, para abandonar las
ilusiones por B, es preciso arribar a la certeza de que los príncipes azules,
están desparramados por cualquier letra del abecedario. En cualquier letra que
usted piense, menos en B. Y no es así. No es así. Pero así es como muchos creen
que hacen arte.
Envolvió las facturas y luego de pagado, fui hacia la cucha… Sintiéndome un
poco como esa letra B, desvanecido en una sopa de letras.
Nada impide que nos suceda el amor y solamente el rechazo, lo que detiene y
entorpece la dinámica de nuestros sentimientos. Eso es cierto y también lo es
que alguno debe ceder, aunque a veces se mezcla el asunto del orgullo y nos
acaba por arruinar todo. Bueno, bueno.
A mí me parece que hasta la más pequeña de las declaraciones amorosas,
necesitan un empujón, para decirle al otro que lo quiere.
El amor es el bello engaño que pactan dos personas, pero antes, hay señales. Y
no son muchas.
¡Ay del que no las perciba a tiempo!
El universo tiene pocas señales para nosotros.
Cada tanto camino por algunas calles y cada vez se me hacen más frías y grises,
acaso porque uno las recorre en soledad… Porque la soledad es monocromática o
porque tanto silencio, comienza a desteñirnos un poco.
¿Nunca le ha pasado que se cruza con parejas que no parecen condecir en nada? Y
uno que es tentado con ese apetito de Whitman, creyéndose contener multitudes,
espera poner un orden y sentido a las cosas…
No puede. No debe. Porque en este mundo cruel, que es una sopa de letras, a
veces tomada de prepo, se olvida de que existe la verdadera belleza.
Y sin embargo, un día miró hacia los cielos y creyó haber visto pasar un ángel,
un cometa… Un milagro. Una mujer… Definitiva y bellísima, como las verdades que
perseguimos estos tipos que somos.
Dedicado a los que tienen destinos solo para nosotros, a pesar que debamos
navegar océanos de tiempos.
Nacho
6/9/16