PARTE 1
En la India, Vishnu representa la conciencia divina
y está muy relacionado con sus avatares o también llamadas, vicisitudes.
A grandes rasgos, son las cualidades o
posibilidades de encarnación y se cree que tiene una decena de ellas para
regresar entre nosotros y ayudar a la humanidad.
La primera que adopta Vishnu es Matsya, el
pez, como protección del diluvio.
Manu lo
acogió un tiempo, pero creció tanto, que no tuvo más remedio que devolverlo al
mar.
Ni bien
comenzaron a elevarse las aguas, Manu amarró el barco al cuerno del pez,
utilizando como cabo a Ananta, la serpiente del mundo.
De este modo,
Matsya pudo remolcarlo hasta un lugar seguro.
Todavía no ha sucedido la última vicisitud o avatar de Vishnu… Solo se sabe que será al final de los tiempos, cuando la humanidad haya degenerado completamente.
Montando un caballo blanco y alzando una espada de fuego, Vishnu encarnará en el poderoso Kalki… Destruirá el mal y renovará el mundo.
PARTE 2
¿Cómo explicar que un país como India, tantas veces
invadida y colonizada, haya desarrollado una naturaleza pacífica que aún perdura en el tiempo?
Probablemente, la religión y
el clima sean las explicaciones más eficaces para entender la docilidad de dicho pueblo… Allí,
el calor extremo y la humedad, pudren muy pronto las carnes, sin olvidar la ingesta de bebidas
refrigerantes, muy necesarias para no acabar deshidratado.
Vale decir que la desnutrición es consecuencia directa del clima en la India.
Sin embargo, otros autores opinan que los hombres y animales, asesinados con
propósitos rituales, sugestionó un inmenso horror hacia la muerte y la
violencia. Y entonces, la abstinencia
por la carne, pasó a convertirse en superstición, que es hija bastarda de la
religión.
Durante la antigüedad, el sacrificio y la ingesta
de narcóticos, eran los medios usados del sacerdote para comunicarse con la
divinidad, digamos, por tener un carácter regulador, pero sobre todo, porque la
vida necesitaba un orden y una justicia.
Por su parte, en Grecia había un cierto respeto
hacia los animales y de poco a poco fue impidiéndose su maltrato u ofrendarlos
en los rituales religiosos… Salvo los fenicios, donde aún consideraban sacrificables
a los peores animales, ya que según ellos, alojaban a los hombres más
despreciables e indignos.
Ahora, esta suposición de que las almas
estuviesen encerradas en los seres vivos, fue muy atribuido a Pitágoras… De
hecho, él mismo vio cómo maltrataban a un perro e inquirió prudencia,
creyendo reconocer la voz de un amigo suyo, a través de los ladridos.
Voltaire admiraba la transmigración, método luego
extendido hasta China y gran parte de Europa… Pero veamos sus críticas al
respecto.
La necesidad de hechos y razones fehacientes, sobre
la existencia del espíritu, posibilitó imaginar un sistema, sencillo y
verosímil, que influiría en las costumbres del sujeto.
La transmigración, a los ojos
de los más ignorantes, era para que temiesen a Brahma,
Vishnu y Shiva y evitar posteriormente, la incomodidad de renacer en alguna
bestia vil y lamentable.
En ese sentido, nada les habrá costado convencerlos… La religión siempre usó el miedo
como instrumento de persuasión y así, es fácil convencer que lo que anima a un
hombre, puede enseguida animar a otro.
Al creer que las almas de sus parientes,
habitaba todo cuerpo, germinó
una caridad universal… Cualquiera podía
ser un posible hermano, padre, madre, hijo, tío, etc. Y así, nadie
dañaba por temor a considerarse un
familiar.
Voltaire preguntaba lo
siguiente… ¿Cómo el hombre, el mismo que veía un crimen el
degollar a un animal, permitía que una
mujer se inmolase sobre una pira funeraria, como prueba fehaciente
de la virtud y lealtad de una esposa hacia su marido?
Bueno, eso tiene una respuesta
histórica… El fanatismo y las contradicciones, han sido patrimonio del género humano.
PARTE 3
Venimos revelado, cómo un sentimiento de piedad
filial y un amor religioso, era preferible al horror de tener que dar muerte.
Pero hubo otros pueblos que también sintieron, una
nueva forma de vivir… Con la formación de imperios poderosos, se
promulgaron leyes morales, suficientes para inducir a la práctica de las
virtudes y obligarlos a seguirlas, bajo un control severo.
Los textos de Manu fueron unos rigurosos preceptos, que contribuían a la bonanza o el temor a los castigos posteriores.
En líneas generales, refieren a modos de disciplina
tales como la hospitalidad y deberes cívicos del sujeto, obligaciones y
responsabilidades familiares, etc.
Desde luego, las sanciones dependían de cada
circunstancia del crimen. Por ejemplo, matar un brahmán suponía encarnar en
perro, puercoespín, burro, camello, toro, cabra o carnero.
Asimismo, usted tenía otros casos menores, como
robar un vestido de seda, que lo condenaba a renacer en perdiz.
Robar telas del Nilo, en rana. Robar tejidos de
algodón, garza. Robar perfumes, ratón. Robar orégano, pavo.
A diferencia de los cristianos e islámicos, el
hinduista basa su doctrina en una existencia, indeterminable y sucesiva.
La importancia de la virtud y el desempeño social,
instala un comportamiento y a cuyos efectos, son decisivos, pues recaen sobre
el destino del sujeto.
Por lo cual, la transmigración está íntimamente
ligada al camino hacia la liberación del alma.
El engranaje central del hinduista más ortodoxo, es
el principio del karma. De este modo, las acciones justas trascienden en
méritos, como los placeres, honores, riquezas, etc. y el desmérito, en
múltiples sufrimientos al injusto. Hablemos de una vida presente o
pasada.
La creencia del karma, hace que se acepte
dócilmente la fortuna, es decir, lo que a uno le toca, aquello que estaba
señalado, puesto que hay efectos posteriores, detrás de nuestras acciones.
PARTE 4
Cabe pensar una última consideración…Hay un poema
extraordinario de Borges que dice, “Si Dios mueve al jugador y este la
pieza... ¿Qué Dios detrás de Dios, la trama comienza?”.
La trayectoria de la vida, depende de múltiples factores. Y por tener actos concluyentes, dejan un nulo margen a la muerte. Siempre es más sencillo juzgar tras el suceso, porque entonces el cuadro está claro. Pero no resulta sencillo hacerlo, en medio de la situación.
El hinduismo nos invita a un estado cíclico, de
repetición evidente, acaso, como los conjuntos posibles en los juegos de
naipes.
Tal vez atravesar infinidad de vidas, más que una esperanza de liberación, sea la resistencia alegórica del hombre. Y mientras él espera recibir lo que cree merecido u que otro lo reciba, traducido en éxito o fracaso, por generosidad o mezquindad, acaba escribiendo las peores historias.
A mí me parece que los actos producen frutos y la
condición presente, es el efecto de las experiencias y nuestros actos
anteriores, pues representa su maduración y la retribución del haber
sido.
Tenemos delante, un principio de justicia
inmanente, absoluto… Marchamos hacia los confines del mundo, a riesgo de que
posiblemente nos liquiden y para mejor embellecimiento de una historia.
Por eso es importante saber que uno está
imprimiendo estelas luminosas en su paso… Una trama imborrable.
Los perdedores y los miserables no pueden escribir
historia alguna… Se dejan llevar como las hojas que levanta el viento.
Otros, en cambio, continuamos agitando las armas y
elevando cantos homéricos hacia Troya.
Nacho
25/11/16