Omnia vincit amor, et nos cedamus amori



PROLOGO

 

Durante el banquete de Platón, cada uno de los comensales ofrece un discurso acerca del amor y cuando llega el turno de Aristófanes, lo hace refiriéndose a la naturaleza del hombre y qué modificaciones había sufrido.

Aristófanes contaba que el género humano estuvo compuesto en tres grupos, el masculino, el femenino y un tercero, el andrógino. Cada uno de ellos encerraba su mismo sexo, excepto el andrógino, que reunía ambos.  

 

Eran figuras redondas - esto es – espalda y costados circulares, a través de los cuales surgían cuatro brazos, cuatro piernas y una sola cabeza. Sobre esta última, dos rostros idénticos, aunque orientados en dirección opuesta. 

Aristófanes refiere el aspecto esférico del hombre por descender del sol, el femenino de la tierra y el andrógino de la luna, pues la luna es combinación de dichos elementos celestes.

 

Sin embargo, ¡fueron tan arrogantes que quisieron tomar el Olimpo a la fuerza y desafiar a los mismísimos dioses! Pero como Zeus no deseaba exterminarlos, pensó de qué modo matar dos pájaros de un tiro… Después de todo, ¿quiénes les rendirían culto?

Así que Zeus dividió sus cuerpos en partes iguales… No solo los hizo más dóciles, también aumentó el número de adoradores.

Una vez hecho, pidió al dios Apolo que curase las heridas y colocara el rostro del lado donde había producido la separación, digamos, para que vieran el efecto del castigo y fuesen un poco más modestos.

 

Divididas, extrañaban su antigua existencia. Cada parte buscaba a la que había sido separada -y si lo conseguía- se abrazaban desesperadamente. Y cuando una moría, la otra, sobreviviente, lo hacía al poco tiempo, pues no podía hacer nada sin el otro. 

Muy conmovido, Zeus se apiadó… Dispuso los órganos genitales -tal como lo conocemos- de forma que la unión entre lo masculino y lo femenino, siguiera perpetuando la especie humana. 

 

Aristófanes dirá finalmente que somos apenas la mitad de un todo perfecto.

 

PARTE 1

 

¿Será cierto que la mitad, siempre busca su mitad? Quizá Aristófanes omitió decir que toda inquietud amorosa, ya es camino hacia el amor. Y no es un detalle menor. Un tipo que no pega un ojo y vive pensando rimas, un acorde o lo que sea, por una mina, está involucrado en ese impresionante hallazgo.

En lo que no estoy tan seguro, es el planteo del amor para evitar la extinción humana, porque lo que uno busca es comunión, comprensión, solidaridad, en fin, mi entrega hacia el otro y viceversa y que no está remitida, ni clausura con un momento sexual.

 

¡Qué placebo impresionante es la ilusión de reunirse en un solo ser! Y una gran parte tiene instalado ese ideal de fusión, ¿no? De que falta algo y ese algo, en su búsqueda, se completará con el otro. En menor o mayor medida, arraigada a una configuración primigenia, donde volvemos a recuperar nuestra parte perdida.

Sin dudas, una sensación más bien espectral. Nadie vuelve a su condición original, pero no importa. No importa. Hago de cuenta que. Me imagino que.

Al fin y al cabo, la vida nos da esa oportunidad de reconstruirnos, a veces imprecisa, evasiva y siempre, siempre dolorosa… 

 

Lamentablemente, este mito no resuelve las problemáticas afectivas, porque es una idea que parte hacia un estado final. Como si la existencia del amor fuese una falla original y buscara suturar, en el encuentro con el otro. Pregúntese, ¿es necesario que suture? ¿Y si los vínculos no tuviesen que ver con una idea de plenitud e intentásemos vincularnos con el otro, aún con su diferencia?

El mito de Aristófanes es el intento de exclusividad… Hay un otro para cada uno y una vez alcanzado, no tiene problemas de ruptura. Porque es perfecto. O sea, es una fusión donde se pierden las diferencias del otro, en pos de una unidad superior.

Se ha dicho con anterioridad que una mitad nunca es real, sino la proyección idealizada del sujeto, deseoso de permanecer en el más puro y cómodo absolutismo. El sujeto está convencido de ello, se basta a sí mismo y lo que hiciere del otro, siempre será algo para su medida.

 

Todo amor es simbólico y no hay verdades absolutas a las cuales remitirse. Podemos apelar al conocimiento y a la indagación, como ocurre con los magos y sus elixires, los dioses que persiguen ninfas, los versos inquietantes, el mármol del escultor, etc.

 

Jugamos infinidad de juegos y no hay reglas generales, sino interpretaciones particulares. Solo se nos ha sido otorgado el don de la diferenciación y nuestro destino es cambiar perpetuamente, transformarnos, segundo a segundo.

 

A lo mejor estemos yendo detrás de un algo que esté relación entre lo visible e invisible del otro. Bueno, no está mal.  

 

PARTE 2

 

Toda opinión tiende a marcar posición, hasta que luego aparecen sus debates. Nos abrimos a ellos y vamos oscilando.

Los debates sirven para la concertación, para que establezcamos márgenes a los problemas y por lo tanto, ayudemos con la creación de nuevos pensamientos.

Pero hay instalado en la sociedad, un despojamiento del otro. Se trata de un monólogo que desea ser recibido y aceptado, sin ningún tipo de duda.

En ese discurrir, se impondrá un discurso que intenta callar al otro. Y la humillación y el progresivo quiebre del otro, se manifiesta en esta insoportable estructura del fanatismo, para la cual, alguien puede volverse interesante, solo a partir de los colores de una camiseta de fútbol o por una misma idea política.  

 

La inteligencia permite excavar y advertir las limitaciones, pues, no deja de estar muy claro cuáles son las fronteras de uno y otro.

Para algunos –admitámoslo- el amor es una pérdida de tiempo. Como si hubiese un permanente desencanto y en realidad, lo propio del amor es la capacidad de inspirar –justamente- a pesar de su sentido irracional y a veces tan esquivo.

Pero, ¿qué debate valida los orígenes, efectos y motivaciones del amor? ¿Desde qué punto explico todo eso? ¿El amor es realmente explicable, o es anhelo de lo inexplicable?

Bueno, explicar tranquiliza, enmarca, ordena. Pone las cosas en su lugar. El tema es que las explicaciones amorosas funcionan de un modo seguro y previsible, con el objetivo de no alterar los resortes institucionales de la sociedad.

 

Los análisis científicos nos brindan un esclarecimiento, sistemático y metódico, pero su actuación siempre está atravesada por las normas morales y los límites de la  tecnología. Y en su afán de llegar al epicentro de la cuestión, se pierde en las periferias.

 

¿Alcanza que todo sea medible, en términos racionales? ¿Por qué el amor tiene rasgo de lo no razonable y sin embargo, se lo intenta encuadrar?

Uno puede combinar las relaciones mediante un sistema de cálculos probabilísticos… Y aun así, parece insuficiente, ¿no?

¿Y si el amor fuese algo que sorprende? Yo diría que ahí está la clave que nos permite desarticular tantas oposiciones… Lo imperfecto, extraño, lo caótico del otro y que no está regido por estructura alguna, de algún modo hace sospechar unas zonas inexplicables. Y eso nos deleita el alma.

Nos fascina precisamente eso… Por su inasequible explicación.

 

Cada vez que nos disponemos a entenderlas, caemos precipitados como tontos, rendidos en nuevas y encantadoras trampas.

 

PARTE 3

 

El juicio científico valida solo el conocimiento probado y la metafísica, aquello que no puede demostrarse en términos racionales. 

¿Cómo exponer, por ejemplo, la teoría de la órbita terrestre? Mediante el proceso gravitacional y traslativo.

Los menos rigurosos y precisos, en cambio, bien podríamos contradecirlo en la afirmación de que Atlas sostiene la bóveda, por un castigo divino de Zeus.

Para el discurso científico, la apelación artística carece de veracidad alguna. 

 

Y cuando hablamos del amor… ¿Desde qué fundamento lo explicamos? ¿A partir del discurso científico, o del discurso metafísico?

Nietzsche decía que dotamos al otro de romanticismo y encantamiento para no reducirnos a un instinto de conservación y reproducción. Es decir, con el objeto de recluir la monstruosidad humana, se establecen costumbres, tabúes y convenios en cada sociedad.

Evidentemente, normativa y convivencia no dejan de ser una cuestión del poder.

La cultura implica sujeción, pues nos construyen como sujetos, proporcionándonos posiciones jerárquicas dentro de un marco social, aunque también la conducta de no hacernos cargo de lo que somos.

Siempre buscamos disociarnos de la naturaleza animal, adjudicándole una condición básica, rudimentaria, feroz, etc. Y lo enfatizamos con todos los valores y las categorías culturales. 

 

Tómese este caso… Al doblar la esquina, usted ve una mujer. No iba a pasar por esa esquina, pero se cruzó con ella. No hubo causa, ni razón concreta que le indicara pasar por allí. Pero pasó.

¿Y entonces? Y entonces arma una historia, a partir de las lateralidades que ayudaron a generar dicho suceso…Un colectivo no paró a tiempo, un cambio de horario, un llamado telefónico a destiempo, una obra en construcción que obligó a cambiar de vereda, etc.

Habiendo tantas esquinas en el mundo, solo una produjo aquella insólita circunstancia. Esa esquina comienza a ser determinante en su vida.

 

¿De qué forma soluciona la ciencia este suceso? Muy sencillo, existiendo 2.584.641 posibilidades, tuvo lugar una de ellas.

Vemos que se trata de una demostración estadística, es decir, el discurso científico dice que los sujetos son solo números, apoyados sobre ejes cartesianos.

Según la ciencia, la vida consiste en cruzarse a gente desconocida. Asimismo, otra probabilidad menor –muy remota- dice que podría tratarse de la mujer de sus sueños.

 

En definitiva, puede ser cualquiera. Con este convencimiento encima, a usted le resultará indistinto que haya una mujer indicada, porque indistintas veces saldrá a caminar las calles de Buenos Aires. 

 

Lo malo del asunto es la ausencia de magia y alegoría. Solamente una escala de oportunidades y razones que no desean visualizarse, digamos, para no sentirse una variable y dotar a ese encuentro -a esa situación terrenal- de otra cosa muy superior.

 

PARTE 4

 

La opinión científica le quita trascendencia al amor, pues habla del amor en términos biológicos, relacionados con la funcionalidad del cuerpo humano. Son explicaciones que avanzan sobre la comprensión psíquica de nuestra necesidad para con el otro y en el fondo, no dejan de ser teorizaciones un poco arbitrarias.

 

¿Alcanza o no alcanza, el procedimiento científico? Para aquel que se deja inventar por el otro, como imagen, como sensación, como concepción…  Evidentemente no.

El método científico determina la verdad desde su liberación. Al fin y al cabo, la ciencia apuntará que el amor consiste en una simple necesidad biológica. Pero justamente, le quita entidad y complejidad a la otredad.

No existe otredad, sino deseos corporales a saciar. Y repito, da lo mismo el cuerpo, porque los cuerpos aparentemente no hacen distinción.

Obsérvese el consuelo científico que recibe el sujeto, tras ser rechazado… Bueno, se le dice, “no se angustie, amigo. Hay miles de minas”.

Probablemente sea cierto, porque hoy vivimos una relación diferente con lo afectivo… Es la necesidad promiscua del contacto físico, ayuno del menor grado de compromiso posible.

Hay como una apreciación demográfica y lúdica en el asunto… Una que requiere sentarse y jugar con la idea de que cualquiera sea la mujer indicada, gracias a esos cruces interminables de esquinas…

 

¿Sabe qué es lo que más angustia? Que no haya un otro con el que voy a construir algo especial. Simplemente una necesidad sexual, a la cual, el cuerpo acude con absoluta velocidad.

Por eso suceden las barbaridades que vemos a diario… La falta de cultura y educación, sumado a la alienación mediática, el consumo y el pillaje descontrolado de la política, son los elementos que constituyen las generaciones actuales.

Y así, el amor, que es necesidad de creer en algo superior y le dé sentido a lo banal y mundano de la vida, se convierte pronto en una revelación espantosa… Las serias limitaciones que existen para vincularse, con el aspecto más sagrado y poético de una mujer.

 

Entonces, mire… Yo creo que cuanta mayor es la profanación del amor, más relaja a relacionarse con cualquiera. Y este rasgo lastimoso, por el cual, el otro interesa por simples razones fisiológicas, no, no me alcanza.

Si ese aspecto será el único puente que me invitan a atravesar, no lo quiero.

 

Prefiero seguir viviendo así, equivocado, porque me parece que uno se termina enamorando del fondo del otro y de un cuerpo – déjeme decirlo así- que es un mar accidentado, lleno de inconvenientes.

 

Que el amor sea la forma más sutil y elegante de navegarlo y conocerlo diariamente… Aún a riesgo de ahogarme en las oscuras y profundas aguas del otro.  

 

PARTE 5

 

La postura del discurso racional, desploma la trascendencia… ¿Y la metafísica?

Básicamente, supone asumir el saber sobre una realidad que excede lo natural, aunque para ello, encierre su paradoja… ¿Cómo ilustrar lo que está más allá, con categorías del más acá?

 

La metafísica plantea que las cosas suceden por algo. Por supuesto, una afirmación que conduce al principio de causalidad y a su vez, a la predestinación y el propósito.

De acuerdo a la filosofía, hay una sucesión incognoscible e inevitable de acontecimientos que tienen lugar y tiempo y cuya consecuencia, afectan de algún modo las acciones presentes y futuras…

Lo importante es que halla su significado en el pasado, pues el pensamiento radical señalará que nada está librado al azar y todo tiene un propósito, anunciado desde el mismo momento en que surgió la causa. Y debido a que esa proporción es infinita, nos resulta imposible conocerlas todas y enlazarlas entre sí…

 

Pero entonces, ¿qué es ese algo en el amor?

 

En los alrededores del lago Tegid vivía Cerridwen y sus dos hijos, Creirvy y Afagddu.

Creirvy era bellísima y muy cortejada, lo opuesto a su hermano Afagddu… A su fealdad cabía añadirle la ignorancia, algo que tiende a acentuar aún más la desdicha.

Fue por ello que la madre decidió dotarlo de inteligencia y conforme a los oscuros libros del mago Vergi, hirvió inspiración y conocimiento, en el interior de una caldera.

 Llamó a Gwion, hijo de Gwreang y le pidió que mantuviese a fuego lento y cada tanto agregara hierbas mágicas, unas que seleccionaba y traía del bosque. Pero un día, mientras Gwion revolvía la sustancia, tres gotas ardientes saltaron sobre uno de sus dedos… Y empujado por la curiosidad, llevó el dedo a su boca. ¡Enseguida conoció el significado del pasado, presente y futuro! Claro, semejante virtud le permitió advertir el verdadero plan de Cerridwen… Ella lo iba a matar, finalizada la tarea.

¿Qué hace usted cuando sabe lo que lo van a liquidar? Eso mismo… Gwion salió rajando.

 Cerridwen notó la ausencia y fue tras él, bajo el aspecto de una horrible bruja. Sin embargo, gracias a las facultades de la caldera, Gwion pudo transformarse en su huida.

En principio alteró su cuerpo en liebre y para no perderle el paso, Cerridwen en lebrel. Luego se sumergió en un río y mudó en pez… Pero ella en una nutria. Él voló los cielos como ave y Cerridwen, fue halcón.

Muy cansado, Gwion llegó a un granero y se transformó en grano de trigo, aunque como gallina negra, escarbó con las patas hasta hallar el grano. Y se lo tragó.

 

Una vez producido el indicio del otro, surge la circunstancia histórica. Y puesto que el amor es acto de desapropiación, empieza a darse la profundización en lo que hace del otro, un ser que inquieta, modifica, enloquece, problematiza.

Solo el hecho de querer conocer al otro, abre la posibilidad de que progrese como historia.

 

Por eso al momento de deconstruir el vínculo, las cosas que ayudaron a su entramado se resignifican. De manera que toda la ingeniería ejercida por ese algo, es una ley posterior al hecho.  

Cuando usted avisa que irá a una fiesta, haciendo saber que allí conocerá al amor de su vida… Bueno, es probable que cualquier mujer lleve consigo ese algo, porque a la gente le encanta estructurar el milagro, conforme los sitios donde concurre la mayoría.

 

¿Y qué hacemos si no ocurriese nada? Decimos que ese algo nunca ha existido, para no admitir que lo que realmente está destinado a suceder, siempre encuentra una forma única, mágica y maravillosa de revelarse.  

 

PARTE 6

 

Un arquetipo romántico muy popular –comentado al inicio- es el de la media naranja.

 

El argumento sostiene la hipótesis de un ser idéntico y dicha presunción, justifica su búsqueda alrededor del universo.

Ahora, ¿semejante relación, no es igual a sostener un vínculo con nosotros mismos, puestos sobre el otro? ¿No es pararse delante de un espejo? ¿Y dónde queda el otro?

Para la filosofía, la creencia de un ser absolutamente idéntico en todo, niega la existencia de la otredad, es decir, la completa igualdad rompe con la individualidad.

 

El desarrollo del vínculo, visto como necesidad de construir lo ausente, sucede con lo que esperamos que el otro sea. Y en general, ese otro difiere de nosotros.

Si esa diferencia es abismal, uno pronto se olvida del asunto. Y con el demasiado parecido, lo mismo.

Me parece que lo que nos atrapa, está encadenado a una indefinición… Digamos, a ese algo oscilante, entre lo que no es enteramente similar, ni enteramente distinto.

Podríamos hablar de una ilusión de la semejanza, es decir, no seré igual ni diferente al otro, pero si permito que exista desapropiación y otredad en la relación, seguramente podré construir muchísimos puntos de contacto. Y aunque haya desacuerdos, tensando sobre algunos horizontes, trataré de generar un lenguaje común, un puente mágico que no solo nos unan en las coincidencias, sino también, nos concilien con las diferencias del otro.

 

Yo estoy convencido que el enamorado adquiere una suerte de sustitución. Somos aquello que el otro quiere que seamos, porque el amor transforma… Dejamos de ser quien somos, para encarnar la potencia que nos posee. Y así como mirada petrificante de Medusa, el arte también nos convoca a modificarnos, a desplazarnos. Quien lee un buen libro, visita un museo o contempla un cuadro, en fin, está mejorándose muchísimo para reunirse con ese algo.   

 Un pastor de Arcadia llamado Selemno, estaba de enamorado de Argirea. Y aquí conviene aclarar que ella era una ninfa inmortal… Mientras Selemno fue joven y atractivo, la ninfa pudo amarlo.

Esta historia revela algo que tiende a suceder en muchos casos… Cuando el pastor sintió el paso de los años y por ende, a decaer su belleza, Argirea decidió abandonarlo.

 Selemno murió de pena y la diosa Afrodita, angustiada, lo transformó en río. Pese a ello, Selemno seguía penando… Aun siendo río, Selemno penaba de amor.

 Finalmente, Afrodita le concedió el olvido de todas sus penas.

 Cuentan que quienes se bañan en el río Selemno, olvidan sus pesares y egresan de sus aguas, renovados de todo recuerdo.

A lo mejor en eso consiste el amor, para los que han sufrido el desengaño… Las penas son más fuertes para el que sigue amando. Aquel que realmente ama, no quiere el olvido.

 

Las personas que se aman establecen un intercambio de situación, incluso, pudiendo llegar a la confusión de identidades…Hay una alienación del ser, una entrega tal a la mismísima divinidad, que no pone freno ni riendas a las ilusiones.

El amor es simultanea revelación del ser y la nada, pero una revelación que no es pasiva, sino algo en lo que nosotros participamos. Algo en lo que nosotros nos hacemos… Pues, el amor es siempre creación del ser. 

Nosotros queremos mejorarnos, a partir de lo que fuimos. Es nuestro único sueño. Nuestra única ilusión. Nuestra última esperanza…Buscamos con desesperación ser, a través de los ojos de la mujer amada.

Ese es el secreto final del arte y el amor.

 

Por alguna razón inentendible, hay detalles que aparecen y nos emocionan. ¿Por qué? Porque están revelando algo.

Obviamente, a cada obra artística le corresponde un creador, también le sucede a quien deja crearse. No estoy tan seguro de que uno vaya imaginando modelos de señoritas con los años, más bien una invade su alma de forma mágica y modifica su existencia por completo.

 

Así que si un día nos despertamos, solo para darnos cuenta de que estuvimos soñando, bueno, será necesario seguir creando ilusiones… La construcción del amor, precisa los ladrillos de la ingenuidad y la creación. 

Nadie muere en los arrabales del sueño... Solamente cuando dejamos de soñar al otro y construirlo, como parte fundamental de nuestras vidas.  

 

PARTE 7

 

Nuestros modos de relacionarnos y reestructurar el amor, son acondicionados por razones externas. En la actualidad, sofocados por una realidad capitalista y de bienes materiales, pero en algunos casos, progresivo, tal como fueron dándose las leyes institucionales de las religiones. 

 

Antiguamente no hubo un concepto o divinidad que unificara al amor y eso se percibe en su desbordamiento y lo que pasa con él, cada vez que intentamos incorporarlo.

Lo que hay es un encasillamiento, porque no es lo mismo hablar del amor a papá y mamá, a los hijos, a la patria, a la pareja, a un club de futbol, etc. Sin embargo, en occidente lo usamos indistintamente, como si para hablar de ello, todos esos vínculos comulgasen en una única categoría.

 

En la Creación, los textos bíblicos comentan que una vez las bestias, Dios hizo caer a Adán en un sueño profundo. Después tomó una de sus costillas y así creó a Eva.

Una historia mesopotámica, contada por antiguos hebreos y que figuraba apócrifa, explicaba que la primera mujer, fue Lilith o Lilit. Tan anterior a la mismísima Eva.

Pero no interesa el lugar de llegada, sino lo complejo que le resultó a Adán establecer una relación con los animales. No existe manera de comulgar con otra especie que no sea humana.

Él había fracasado con todos ellos, porque la alteridad del animal es tan marginal, está tan puesta al margen, que es imposible vínculo alguno.

 

Allí se produce una interesante observación de posturas…Lo parecido y lo extraño a mí.

Por supuesto, ambos casos son imposibles de manejar… Si el otro es igual a mí, soy yo, conmigo mismo. Y si el otro es extraño a mí, tampoco hay vínculo posible.

Y entonces, ¿cómo resolver este dilema? Con el relato de un ser que es, un poco y un poco.

El otro no es, ni tan idéntico, ni tan extraño. Es decir, tiene una parte mía, un algo en ese par, identificándome y al mismo tiempo, una extrañeza con respecto a mí, que lo convierte en un otro.

La Eva del relato bíblico es alguien que, por ser parte de Adán, coincide en algo. Pero ese algo lo diferencia su condición femenina. 

 

Esto no resuelve la sujeción del hombre… ¡Ni hablar! La interpretación bíblica no revela una creación al unísono, más bien lo contrario… Eva es el resultado de una súplica de Adán a Dios.

Quiere decir que la mujer viene para ayudar y complementar al hombre – y al mismo tiempo- un subtexto histórico, develando la prioridad del macho sobre la hembra.

Naturalmente, son interpretaciones muy personales y que me impiden advertir el concepto de pareja, pero son textos que evidentemente abren un margen en los márgenes y seguir preguntándonos cuestiones latentes y cómo la religión está involucrada en la fomentación del machismo en nuestra cultura.

 

En todo caso, cabría sentarse a conversar con el otro y comprender, desde una mirada seria y madura, qué cosas nos unen y cuáles nos separan y además cuánto… ¿Todo? ¿Nada?

Y dentro de ese tránsito, entre los dos polos, de todo y nada, la historia de Adán y Eva nos señala una zona intermedia… Respuesta, el amor es darse desde el equilibrio, entre lo abstracto y lo real.

 

PARTE 8

 

Ni la ciencia ni la metafísica se ponen de acuerdo… En general buscamos acceder a una dimensión que nos mejore la existencia. Sucede que el amor tiene la belleza de la narrativa, en tanto que suele discurrir las avenidas del arte y el pensamiento.

¿Y si el amor fuese eso? ¿Un fenomenal relato que armamos todo el tiempo, para que la vida tenga algún sentido?

 

Los hombres desean una distancia crítica, para asumir sus vínculos en espacios de cuentos. Hasta los amores de la adolescencia son pequeñas historias que van describiéndose con el cuerpo… Pero la más bella, solo se deja escribir con la tinta del alma. 

Por lo tanto, el sentido narrativo nunca está ausente. No solo con las cosas que hacemos a diario, sino desde el origen de la identidad misma. ¿O acaso qué somos? Somos relatos que nos vamos contando.

Nuestras historias de amor por una mujer, la familia, un trabajo, la patria, etc., están relacionadas con un constructo narrativo y dependen ciertamente de la inteligencia, la creatividad y el grado de madurez del sujeto.

 

Desde luego, en el interior del relato que nos contamos, de lo que somos y los vínculos que generamos, se presentan fuerzas conscientes e inconscientes… Aquel que cree que habla, cuando habla su palabra, digamos, creyéndose dueño de sí mismo… Pobre, ¿no?

Lo que decimos de nosotros, una parte viene del autodominio y otra de potencias o sujeciones que hablan por nosotros.

 

Pero la forma en que ahora normalizamos los vínculos, es una concepción particular del mundo, pues ya estamos puestos en algún lugar… Y sin el menor esfuerzo.

Aquel que utiliza, “mi mujer”, está puesto en un lugar determinado, donde el otro es una posesión. El otro no es un otro que emociona, ni desestructura, sino apenas un objeto de pertenencia.

Y la verdad, ¡eso molesta mucho! Que nadie permita cuestionarse la decadencia social, porque es harto evidente el deterioro.

¿Recuerda los tipos que le gritaban cosas a una mujer y ella se ofendía, con justa razón? Hoy sucede a través de publicaciones en internet y no parece ser tan escandaloso como antes.

Lo que pasa es que no cabe intimidad por resguardar, ni secreto que sea descubierto de inmediato. Absolutamente todo está a la vista de cualquier perejil y para lograr una conquista, no importa que todos lo vean en acción.

 

En mi opinión, no hay diferencia entre los que gritan por las calles, respecto a cómo son respondidas las publicaciones. Basta escarbar un poco y ver cómo la ausencia de contenido, desmorona y opaca, la virtud de los buenos relatos.  

 

La inteligencia me permite luchar incansablemente, contra el pensamiento moderno… Ese mismo que busca cómplices, para reírse a carcajadas de mis sufrimientos más puros.

 

PARTE 9

 

Unamuno decía que lo que nos hace un ser único y no otro, es el principio de unidad en el espacio y continuidad temporal, reunidos en una cadena de estados conscientes, que es la memoria del relato.

 

Los relatos nos ayudan a pensar al amor desde distintos parajes, aunque no ofrezcan una garantía suficiente… Ciertamente, temblamos con el abandono, el rechazo y el olvido.

A cada rato estamos renunciando a nosotros mismos. El hombre de hoy, se parece menos al de ayer. Los viejos disfraces y pieles ya son ineficaces… Sin embargo, un prodigio estalla en el cielo, enseñándonos que los párrafos de nuestros relatos están escritos por la mujer que ha nacido única, irremplazable y para toda la vida. Y entonces, volvemos de la muerte, más renovados y dichosos que nunca.

Por lo tanto, reconocer el carácter interpretativo, simbólico y hasta ficcional del otro, es aceptar el signo trágico y furtivo de las cosas, con un elegante entusiasmo… Siempre hay un detalle, un gesto, incluso, una tontería del otro, que, apoyado sobre un tamiz temporal, nos conmueve, nos emociona, nos hace pensar.

 

El amor, como fenómeno angustiante y enigmático, además de sentirlo a través de las obras más bellas del hombre, uno desea vivirlo.  

Cuando se habla de relato, es en la medida que nadie puede escaparse de la narración. Pensamos bajo esas formas del lenguaje. Y salir de allí, significa no preocuparse seriamente en preguntar, lo que ningún hombre parece responder… ¿Por qué se ama tanto a una mujer, cualquiera fuese la circunstancia?  

 

Estaba recordando el Juicio de Paris y las consecuencias que tuvo la decisión de Paris… Mire, todo lo que ocurre alrededor del amor, digamos, dificultando o estorbando, son llamados de guerra.

Yo sé que voy a parecer antipático, pero el peligro es condición fundamental… Un amor que no luzca un inconveniente, una pequeña dilación, un mínimo desacuerdo, es un amor que no vale la pena, déjeme advertirle.

El que verdaderamente ama, no vacila en invertir un capital de tiempo, ilusiones, ni sueños.

Asiste allí mismo, sea donde fuere. Prepara sus flotas hacia Troya, en el preciso momento que se lo ponga en duda y resiste los conflictos, con enjundia y sobre todo, por devoción hacia el otro.

Es la única forma de imaginar y crear una buena historia de amor, es decir, que cada obstáculo vaya arrastrando consigo, más y más subtextos, para subrayar con mejor estilo, el interés del argumento principal.

 

Tal como postulé en la publicación pasada… Si a usted lo quieren, usted lo puede todo.

Puede atravesar distancias inconmensurables, atravesar a nado el Helesponto, ir hacia los confines del mundo y descolgar las manzanas de las Hespérides, etc.

Todo lo puede. Con amor se puede conciliar todo. ¡Omnia vincit amor, et nos cedamus amori!  

 

Ahora, en cambio, si no lo quieren, no hay necesidad de hacer nada… Si vamos a ser guillotinados, es preferible que lo ejecuten de una vez, sin demasiados sermones, ni visajes condenatorios y donde nadie sepa dónde nos esconderemos para llorar, en el más estricto de los silencios.   

 

PARTE 10

 

Tal vez no podamos obtener conocimientos indudables, ni logremos comunicarnos con total precisión, pero vamos acercándonos de a poco. Ahí están las encrucijadas del arte, el amor a la vida, el deseo de conocer al otro.

Son todas manifestaciones humanas y que suelen escaparse de nuestras manos, en búsqueda de aquellas formas o identidades.

 

No sabemos bien quiénes somos -aunque lo supiésemos- ese conocimiento se tornaría inadecuado al instante siguiente… Apenas hechos con la arcilla del tiempo. Somos lo que nos venimos contando y lo que los otros cuentan de nosotros.

Y en esas cortinas de niebla, uno desea abrir paso con sus manos, la cerrazón que lo envuelve. Desea hallar el significado oculto en esos murmullos confusos, de múltiples lenguajes y abracadabras.

Por eso, cada tanto hay un gesto luminoso que nos revela, una verdad absoluta… Como algo que nos dice que no estamos solos, que sabe quiénes somos y hacia dónde nos apunta el dedo del destino.

Lo único que sabemos sobre estas cosas, es que se producen rara vez en la vida y el deslumbre de su luz, también puede ser interpretativo, perspectivista y ficcional.

Pero, ¿a quién le importa? Lo importante es que uno se lo crea. En el amor, solo interesa el relato que ha ido construyendo en el camino. 

Sabemos todo eso y aun así, vivimos esperando un refusilo de esperanza. 

 

Nuestras almas son reflejadas como espejos… Una parte del ser, palpitando en las cosas simples y que a uno le gustaría compartir, ejemplo, salir a caminar, reírse en un café, mirar una películas, etc. Pero también otra parte –diría, simultáneamente- divagando y metamorfoseándose en un conocimiento profundo del ser amado.

 

Cualquiera puede conducirnos hacia la verdad definitiva, o a la falsa ilusión.

No solo depende del corazón, asimismo, la inteligencia del que la descubre. Y ahí me parece que la inteligencia, embellece la certeza del otro.

Una verdad permanece pura e inalterable, incluso, en el seno de la ilusión y la mentira, pues esta última, posee una porción de verdad que la ilumina desde dentro.

Entonces, aunque nuestras vidas estén dominadas por la ilusión y la mentira, nos hallamos secretamente guiados por la verdad, una verdad que le da sentido al universo.

 

La narración del amor, hace temblar las estructuras y los límites del pensamiento. Y son fundamentales a los efectos que nos permitirán ser partes de una historia… Acaso, la más preciosa de todas ellas.

 

FINAL

 

¿A quién dedicar? Bueno, hace poquito una chica me envió un mensaje preguntándome, “¿qué le gusta más de una mujer?”. Y le respondí que no pienso en función de partes, sino más bien de un todo. Y siendo la felicidad, inaprensible, a lo mejor eso es lo que admiro y me gusta del otro… La incondicionalidad.

Yo creo que se puede volver de todo. Si es necesario, de la muerte misma, por la mujer que usted ame.

De lo que no se vuelve jamás, es de aquel que ha dejado de quererlo. Pero, insisto, fuera de eso, todo lo demás que se ocurra, es posible.

 

Quisiera dedicárselo entonces a la única que le podamos dibujarles una sonrisa en su rostro, porque aquí no le matamos la ilusión a nadie… Menos que menos, a quien nos ama sinceramente, aún sabiendo todos nuestros defectos y equivocaciones y sin ninguna clase de dudas.  

 

7/3/17

 

Nacho