Historia de espejos


PARTE 1

 

En relación a la fabricación de espejos, los hombres sirios manipularon los vidrios o algunos metales pulidos y lograban unos reflejos bastante infieles. La mayoría de los historiadores coinciden que  recién durante el siglo XIII y gracias a la artesanía veneciana, se logró obtener una superficie con reflejos más claros y brillantes.

 

La conjetura parece inmediata… Nadie tenía la menor noticia de sí mismo. Uno estaba sujeto a la malicia o la adulación ajena y a veces, insoportablemente obsecuente. Por lo cual, sin la ayuda de conocidos, el reflejo en las aguas quietas de un río o lago -y no siempre perfecta- o hacerse retratar… Bueno, muchos ignoraban su aspecto. 

 

Una historia de espejos...

 

Alrededor del siglo XVII vivía un maestro vidriero llamado Peta Van Hemmen, gran conocedor de los secretos de su fabricación. Su pequeño taller en Ámsterdam fue muy popular en toda la región, sin embargo, tuvo pocos compradores ya que los productos resultaban muy elevados.

Un día recibió la visita de Migner Book, un hombre que aseguró ser dueño de grandes fortunas y entonces, sin mediar demasiada explicación, dejó encargado un espejo carísimo.

El artesano respondió que volviese en algunas semanas.

 Llegó el tiempo establecido, Book regresó al taller y notó que el trabajo estuvo hecho con una dedicación extraordinaria. Así es que, muy satisfecho, contempló durante un rato el espejo y le pidió agregar un marco de joyas y piedras preciosas.

Esta vez, haciendo cálculos más precisos -de costos y tiempos- el artesano estimó la entrega en un par de días.

Desafortunadamente, antes de cumplirse el plazo, recibe una terrible noticia... Book, aquel señor rico y poderoso, se cayó de una escalera y murió pocos días después.

Apenado por la desgracia y también desconcertado, el artesano daba vueltas en su casa… Es que el espejo estaba hecho a partir de la receta de un viejo libro veneciano, que buscaba el espejo perfecto.

Por supuesto, los familiares del señor Book se negaron a retirar el trabajo finalizado y por ende, a pagar semejante suma de dinero.

 Horas y horas, lamentándose en su taller, abatido... Hasta que sucedió algo extraño. Se paró frente al espejo y sintió espanto que no le devolviese su imagen, sino la imagen del hombre rico, ya muerto por entonces.

El artesano tomó una pieza de hierro para destruirlo, pero detuvo el golpe fatal. Recordó a Clauss Stirlicks, un amigo muy versado en artes mágicas y licores para la juventud.

Clauss le comentó que a veces la antigua fórmula veneciana permitía elaborar láminas que aprisionaban la imagen vívida de los reflejados. Y aun cuando estos muriesen, seguiría conservando la imagen, hasta tanto no fuese destruido el espejo.

Más tarde, el artesano visitó a la familia del difunto y ofreció una vez más aquel espejo, excepto que ahora incluía el reflejo viviente, del ser querido.

Desde luego, el valor había subido considerablemente, pero los parientes lo compraron sin mayores dilaciones.

 

PARTE 2

 

Tiempo adelante, ambos tuvieron la idea de fabricar espejos con aquellas mismas y curiosas -o quizá- demoníacas virtudes...El artesano se encargaría de prepararlos y Clauss de hallar interesados en adquirir, digamos, una pequeña ansia de inmortalidad.

Y mientras la empresa progresaba, sucedían nuevas y mejores maravillas… Pronto advirtieron que cuánto más prolongada la observación, mayor claridad adquirían las imágenes de los difuntos.

 Pasaban largas jornadas trabajando, mirándose en ellos y percibiendo las conductas reflejadas. De hecho, ¡notaron que los reflejos parecían comportarse de manera independiente! A lo mejor solo miraban, quietos, pero las figuras proyectadas adoptaban actividades completamente foráneas, en relación a ese momento de simple observación.

 Antes de proceder a la ampliación del negocio, decidieron comprender más allá de lo que pasaba con los dobles en los espejos. Y así pasaban horas y horas investigando, esperando qué sucedería al final.

Hasta que cierta noche oyeron unas voces muy bajas y entonces llamaron a Michael Dorf, otro amigo suyo, pero que no debería mostrarse delante del espejo, por temor a que quedase atrapado.

Tras unas semanas, el reflejo del artesano se dirigió al verdadero artesano y le susurró las siguientes palabras... "Hacednos vivir del todo y viviereis realmente en nosotros, de la misma forma en que vivís ahora. Para lograrlo, debéis rociar el espejo con..." Y antes de culminar la frase, el espejo oscureció, llenando de silencio la habitación.

 A la mañana siguiente, los socios estuvieron sentados, aguardando una respuesta, algún indicio para darle vida plena a los reflejos.

Recién llegada la noche se volvió a escucharse el susurro... Fue el mismo mensaje, aunque esta vez alcanzó a decir algo acerca de unos polvos mágicos.

Jornadas y jornadas de repetir la acción, poco a poco el mensaje fue más prolongado. Y a medida que surgían nuevas palabras, el mensaje prometía ser más revelador.

Sin embargo, nadie podrá asegurar qué sucedió finalmente... Dorf no pudo asistir esa última noche... A la revelación más inaudita -y acaso- más perfecta.

Cuando se presentó al taller, ¡quedó horrorizado al encontrar sus cadáveres!

Los cuerpos de los antiguos socios estaban dispuestos, como determinando la proximidad de los espejos… La lámina de aquellos estaba oscura y caliente, como recién salida del fuego.

 

Hay quienes cuentan que el artesano y su amigo -o quizá sus dobles- fueron vistos en el puerto de Rotterdam... De allí viajaron a Venecia y se perdieron para siempre, entre una multitud de reflejos.

Bueno, es posible que los socios jamás hayan envejecido ni muerto y solo se trate de dos almas, ancladas en un instante especular.

 

La eficacia de los venecianos no está en la tradición, ni el saber desarrollado, que traspasa de generación en generación. No, la verdad es que son siempre los mismos. Son aquellos dobles inmortales de viejos socios y dueños de un secreto cósmico impresionante, cuya magia, recrea duplicaciones notables.

 

PARTE 3

 

El novelista Pirandello dice que no nos fue dada ninguna realidad, pues solo debíamos hacerla nosotros. Y no está mal. Después de todo,  cuando queremos que algo suceda, no tenemos más que construirla.

Claro, habría que ver si somos realmente dueños de nosotros y no, proyecciones de alguien más.

 Frente a los espejos, el que cree conocerse, no existe. No existe. No, es el otro. Es el otro que existe y le da significado a uno mismo. Y esto que parece tremendo, el no poder reconocernos… ¿Quién sabe? ¿Quién sabe si no será, el ápice de nuestra vida?

Tal vez sea preferible una construcción ilusoria del que nos ama... El amor es eso. Construir al objeto amado, dotarlo de virtudes que pueden incluso no tenerlas.

En cierto modo, el amor es hacer una imagen superior, diferente a la realidad. Y se admite así, porque es el engaño lo que enamora. Pero no en el sentido de la traición, sino en dotarse uno y dotar al otro, de virtudes extraordinarias... Inimaginables.

 ¿Importa que el otro no sea tal como lo imaginamos en principio? Lo único que necesita el enamorado es su propia creencia. No convencerse de la realidad en su estado más puro, más bien de la percepción de la realidad, que es otra cosa.

¿Qué sabemos acerca de lo que creemos? Me parece que uno solo cree aquello que el alma está viendo. Y ese es un buen precio que hay que pagar, si acaso deseamos el paraíso.

 

Una historia más, a modo de epílogo.

 

El mundo de los espejos y los hombres, no siempre estuvo incomunicado. Antes fueron puertas que comunicaban un reino con el otro.

Durante el reinado del emperador Amarillo, muchos pensaban lo siguiente... El poder de manejar al mundo les correspondía a los que estaban del otro lado del espejo.

A decir verdad, nosotros estábamos condenados a hacer lo que la gente del espejo nos decía.

 Un día el emperador consiguió sojuzgar a esa gente y encerrarla, en el interior de un espejo. Y desde ese momento, la gente del espejo hace lo que nosotros decimos.

Dicen que hay alguna imperfección en esa devolución especular y que es el comienzo de una revuelta... Y que muy pronto, las huestes de los encerrados en el espejo volverán y nos sojuzgarán y nos obligarán a hacer lo que ellos hacen... A repetir sus movimientos, a imitarlos continuamente, a ser serviles.

 Para otros, ese momento ha llegado... Ya estamos condenados a vivir del reflejo, que cada tanto asoma en nuestros propios espejos...

 

Hay solo una forma de ser bello, inteligente, noble y ser bienvenido al mundo del ser amado y ganarse el olimpo de los dioses... La comprensión. Aprender a comprender al otro, también es comprenderse a sí mismo.  

 

Cuando escribo en mis soledades pienso cosas tales como, “¿adónde quiero llegar, qué efecto quiero causar?” Y la verdad es que uno solo desea ser comprendido. Quiere conmover, por encima de los cánones establecidos y los terrores a los que nos someten a diario.

Pero conmover, no por el hecho de soltar una frase ingeniosa detrás de la otra, sino esperando ser protegido y proteger al otro.

 A lo mejor es culpa mía y lo frágil de sentirse ante este mundo, que es una fiera. Creo que por eso escribo. Para no sentirme tan solo, tan lejos de todo y creer que una bengala luminosa, estallará pronto en la oscuridad de los cielos. Y que luego iré corriendo, alegre, como un niño que sale a jugar.

 Sigo pensando en el amor, aún en la ausencia. Al principio temí que fuese una locura escribir así, pero con el tiempo aprendí a darme cuenta de que no, no hay otra forma de escribir. 

Conviene escribir a corazón abierto, sin caer en el reproche fácil, ni en la indignación del que todo lo sabe. Hay que apuntar alto, porque más allá de las diferencias y en los silencios, es posible marcar una diferencia, abordando temas complejos, generando nuevos juicios sobre la naturaleza humana y lo que sucede con el amor. Después de todo, nadie es buen poeta, mientras solo rimen las últimas letras.

Cerca del final, sobrevienen a mí varios interrogantes… ¿Le estaré escribiendo a los que nunca me leen? ¿Y si solo escribiese para gustarle a una persona que ya le gusto? O peor, que gustan de uno, pero por razones que no son las suyas.

 Bueno, escribir sigue siendo misterioso… Ser aceptado o rechazado por quienes ni siquiera me leen y leído por los que no me van a entender y no les interesa. Y en medio de este misterio, de entendimiento e ingratitud, la única esperanza será aferrarse a alguien que se nos parezca un poco. Como los reflejos en los espejos.  

Dedicado a las almas, que, como ancladas en un instante especular, se nos parecen.

 

Nacho

 

10-04-17