PROLOGO
En relación al conocimiento humano, la ciencia expresa la vocación de
resolver problemas. Y como si se tratase de un laberinto plagado de incógnitas,
la ciencia genera a través del tiempo, un abanico de soluciones.
¿Pero de qué modo resuelve la filosofía, los conflictos humanos? ¿La
filosofía es una ciencia que resuelve? ¿Se corresponde con aquellos términos
considerados por la ciencia? O más bien, ¿la filosofía es una disciplina
inútil?
Cada
vez que surge el “por qué?”, es una necesidad de fundamentar las
inquietudes que presenta el devenir de las cosas.
Y mientras tanto… El saber filosófico, ¿no resuelve problemas?
Cualquiera que haya leído lo suficiente se da cuenta que la filosofía no provee
solución alguna. Más bien, parece crearlos. Peor aún, los crea donde no cabe
ninguna duda.
La filosofía es alguna de las tantas maneras de pensar, aunque nuestra
cultura impone una forma de pensar asociada a la racionalidad deductiva, lógica
y de argumentos firmes. Sin embargo, no hay consenso sobre qué significa
pensar, cuando pensamos el pensar.
En realidad, no hay consensos acerca del razonamiento, allí donde
pensamos todo, incluso, cuando pensamos al mismo pensar… ¿Y qué es pensar?
¿Cómo podríamos pensar el pensar?
Tenemos muchas maneras de pensar… Por deducción y presentación de un
argumento, pero también por una tarea asociativa y de imaginación.
Es cierto que nuestra conciencia se va ampliando y máxime en su conexión
con los desarrollos tecnológicos y materiales, que hacen de la realidad, algo
que se transforma a cada rato.
Naturalmente, la imaginación humana no es la misma con la invención de
la electricidad, tampoco el razonamiento deductivo después de la informática.
Quiero decir, aunque algunas formas han cambiado, es evidente que las grandes
preguntas existenciales no han variado demasiado. El hombre sigue preocupado
por el amor, la muerte, la felicidad y el tiempo.
Tal como alguna vez dijese Sartre, la filosofía es un saber no
direccionado a la resolución de problemas concretos, sino disparado hacia zonas
que suponemos innecesaria su problematización.
PARTE 1
Al rigor filosófico se lo sugiere subversivo -en tanto y en cuanto- sus
soportes internos provocan y arrinconan el pensamiento estructural. Y yo
advierto que más que una posición contestataria, la filosofía tiene el encanto
y la desobediencia de lo infantil.
Desde su etimología, la palabra infancia deriva del latín infans,
y significa “mudo, incapaz de hablar o que no habla”. Pero
entonces, ¿cómo interviene todo ello, en el enfoque filosófico? ¿Acaso no
sabemos de manera hegemónica, que la voz del adulto está instalada como la
única autorizada?
Justamente. Puesto que ignoramos el verdadero conocimiento del niño, ya
que suele inquietar y desarreglar el sentido de lo establecido, decimos que sus
palabras no están desarrolladas en términos válidos.
Fíjese, ¿no? La voz adulta es el logos en su plenitud, pero el niño
tiene la capacidad de desajustarlo todo mediante preguntas y juegos.
Jugar… ¿No hay algo de revolucionario en el juego? ¿Por qué asociar el
juego con la política?
Nuestro sistema adulto y metódico, hace que ningún juego sea
visibilizado en su efecto libertario. Pero siendo una de las tantas voces
calladas en la historia, la niñez encuentra a través del juego un valor
emancipador, que descoloca a las cosas de sus estructuras y jerarquías.
Hoy está más vigente la figura del niño en la sociedad y sin embargo,
las políticas adultocéntricas continúan debiéndoles un espacio que no parece
vislumbrar a la niñez en su diferencia y no consista en creer que solo puede
desenvolverse con el deporte.
Lo que pasa es no salimos de pensar al niño como proyecto y así como la
mujer fue excluida del pensamiento durante la antigüedad, hoy tampoco se tienen
demasiado en cuenta a los niños y los mayores.
Bueno, a eso se le llama adultocentrismo.
La tarea del adultocentrismo es validar la etapa de la vida adulta, como
realización plena de lo humano.
Entonces, un niño no es visto como un otro en su diferencia, en su
tiempo, en sus necesidades específicas, etc. El adultocentrismo admite que solo
el adulto gobierne y administre todas las edades.
Por eso los grandes excluidos, insisto, son los niños y los mayores.
PARTE 2
El niño es un otro a formar y sin embargo, ocupa poco lugar dentro del
campo filosófico.
Sobre el inicio del libro “Así habló Zaratustra”, Nietzsche
refiere a la transformación del espíritu en tres etapas, esto es, camello, león
y niño.
Primero es camello porque simboliza la humildad de lo humano, el poder
soportar las cargas de la moralidad y el resentimiento hacia la vida. Después
es león porque condena y destruye los valores, la cultura y los estilos
establecidos en occidente. Finalmente, es niño porque conoce la inocencia del
devenir, crea valores nuevos y hace de la vida un juego.
Para Nietzsche, el niño representa el futuro de un mundo superior o un
mundo otro. Solo él podrá salir de la decadencia en la cual vivimos.
El niño pareciese disfrutar de unas particularidades muy raras, ¿no? Al
menos para la mirada adulta… Juega. Crea. Olvida rápido. Y en esa fugacidad
cósmica, donde suelta rápido y no cabe el peso del recuerdo, es un mago experto
que convierte una cuchara en un micrófono, en una catapulta o la espada mortal
de Kublai Kan.
Un elemento que no deja de ser un simple utensilio de cocina, para las
estrategias de conocimiento y el desarrollo del niño, bueno, son muchas cosas a
partir del juego.
Los juegos emancipan a los objetos de su sentido unilineal.
Naturalmente, podremos explicarle al niño qué es una cuchara, que sirve para
tomar la sopa, el problema de los microbios y todo eso.
Es decir, el adulto siempre halla maneras de explicar y anular las
maniobras infantiles, desde la más absoluta certeza. Pero el niño trasciende
las certezas. Y no significa que no haya una interpretación, sino que cada uno
de los aspectos que le adjudica a una cosa, es realmente cada objeto que
necesita para cada juego.
Los adultos estamos condenados a fomentar cada verdad como única -de lo
contrario- implosionaría todo el entramado del sistema.
En tal sentido, por ejemplo, nos influye una cultura teñida por la
religión y haber creído que solo nos habita un Dios, para convencernos que debe
haber una sola verdad posible.
Aquel que descree de Dios, descree en la verdad absoluta. Pero el
verdadero conflicto no radica en la búsqueda de la verdad más inapelable, sino
en creer que tan solo exista una.
PARTE 3
Es interesante deconstruir el esquema del juego, pues allí es posible
revolucionar ese sentido unilineal e indiscutible de lo que suponemos por
verdad.
El juego no solo multiplica de sentidos, también es metáfora de la
filosofía. Y así como se puede jugar con una cuchara, la filosofía juega y
desordena la interpretación de un concepto, una palabra, o cualquier idea que
esté anidada en lo más profundo del ser humano.
Claro, habría que analizar qué relación emparenta la filosofía con el
lenguaje y cómo explico que los sentidos adquieren entidad, dentro de un
sistema de reglas…Supóngase, la mancha venenosa.
Según la jerga infantil, es necesario un número determinado
de participantes y que, al igual que el proceder de la escondida, tienen la
precaución de rajar. No para esconderse, sino para evitar ser alcanzados por la
mancha.
El juego se vuelve atractivo en su reanudación, pues debe perseguir al
resto con una mano, allí, cubriendo el área corporal que ha sido eficazmente
tocada.
Ahora bien, ¿importa tener encima la libreta de las vacunas? ¿Es posible
caer redondo sobre la vereda, si no logro acertar a ningún participante? ¿Qué
sucedería si jugase en el pasillo de un hospital… Pierde eficacia la mancha?
En la intimidad del juego, el niño cree más allá de toda consideración
científica y leguleya. Y sin embargo, así parece funcionar nuestro lenguaje…
Cuando suponemos estar hablando de las cosas, lo que hacemos es reproducir un
sistema normativo de reglas llamado gramática –a cuyo interior- reproducimos
sus términos.
¿Y si la realidad estuviese constituida para que nadie la transgreda
bajo ningún motivo? Tal como la caverna de Platón, supone enfrentarse al mundo
real… Fenómeno, ¿cómo sé que no salí de una caverna, solo para entrar a otra
más grande?
La historia está llena de interpretaciones… Algunas de ellas decaen,
otras ascienden y al final comprendemos que las que subsisten, son por su
eficacia. O su conveniencia.
Por supuesto, aquí predicamos el esfuerzo educativo y la dignidad del
trabajo, pero me parece que uno no aprende a mejorarse por acumulación de
títulos ni ostentación de bienes, sino cuando la inteligencia se atreve a
inventar caminos, hacia el hallazgo de una verdad insondable.
Bueno, habrá que seguir desencavernándose… Escaparse de una posición
naturalizada por todos, del mismo modo que un niño salta en la rayuela. O
enamorarse de una mujer, mientras el universo juega una escondida.
Yo soy un convencido de que el juego tiene mucho de conocimiento. Es
indómito, agitador y vive escapándole a un sistema de lenguajes y símbolos,
solo para entrar a otro y a otro y a otro.
Sería todo un detalle que no haya lenguaje ni verdad que predomine sobre
el resto y por esa misma razón supongo que embellecemos el relato, porque
algunas de nuestras alegorías están relacionadas con las consecuencias que
desean verse producidas.
Las metáforas pesan más por su utilidad, que con lo verdadero. Y no está
mal. Después de todo, el amor es un precioso juego metafórico que solo dos
voluntades comparten entre sí.
PARTE 4
En su deseo de saber o conocer, el ser humano es un niño. Hay siempre
una necesidad de saberlo todo… ¿Y por qué queremos saber? Mejor aún, ¿qué
significa saberlo todo? Esa es una pregunta muy interesante.
Un hombre atraviesa el desierto y descubre una lámpara entre las dunas.
Luego de recordar las costumbres legendarias, frota la lámpara y emerge un
genio. Sin embargo, en vez de concederle tres deseos, el genio le ofrece el
conocimiento de un idioma absolutamente otro.
Este idioma que no está compuesto por una sucesión de términos, sino que
al interior de cada sintagma, existe una totalidad que altera la concepción del
tiempo, por ejemplo, puede vislumbrar el pasado y el futuro.
El regalo del genio no parece poca cosa, porque hay que saber abrirse a
un idioma, ¡que es un absoluto otro! Aquel hombre acepta y entonces observa
cómo ha sido su vida en el ayer y cómo será en el mañana.
¿Qué pasaría si uno lo supiese todo? ¿Por qué buscamos saber todo? Gran
parte de la filosofía coincide en que lo hacemos porque no queremos morir.
El problema es que uno no puede explicar la muerte y limitados como
somos, padecemos una tensión entre conciencia y voluntad… Nos negamos al hecho
de no poderlo todo. Esperamos que las cosas sigan adelante y vamos atravesando
las sombras de lo ilimitado, con las luces del conocimiento.
Por lo tanto, el deseo de saber, disuelve el miedo a la muerte. O al
menos, la adormece por un rato.
Hay una diferencia muy evidente entre pensar en algo concreto y pensar
que estoy pensando. Puedo pensar qué beneficios obtengo con el conocimiento del
tiempo. O puedo pensar de qué manera una lámpara mágica, me permite conocer el
desarrollo del tiempo.
Sin embargo, estas formas de pensar –y muchas otras- encierran un
fundamento. Las cosas parecen tener un fundamento… Tienen una razón, una
causa, un sentido.
¿Pero es realmente así? ¿Por qué decimos que “todo tiene un por
qué”? ¿Por qué todo tiene un “por qué”? ¿Y qué es un “todo”?
¿Por qué pensamos que todo tiene que cerrar?
Además, dando por cierto que “todo tiene un por qué”, ¿en
qué sitio estaría ubicado el afuera de ese “todo” imaginario?
Cuando uno toma en serio la idea del “todo”, nada puede
serle indiferente.
El “todo” tiene que contener todo –y por ende- si hubiese un
afuera del “todo”, esto nos demostraría que este “todo”, no
lo es todo… Apunto finalmente, mientras me destrabo la lengua.
PARTE 5
La verdad es una herramienta del poder, que, cuanto más construye una
situación para sus propios intereses, digamos, en una relación de sujeción y
dependencia, más cerca estará de conseguir su objetivo.
Por ello detrás de cualquier discurso que intente referir una verdad
absoluta, siempre aparece el ejercicio del poder. Y que la sociedad esté
desgastada por el horror y la violencia, no solo está relacionado con la
ausencia de respeto y valores que entrega la educación. También virtud de los
relatos normalizadores que consentimos como supuestas verdades y que
provienen desde los tiempos que ha comenzado a escribirse la historia.
Anteriormente hablé acerca de la inclusión o exclusión en los espacios
sociales y cómo denuncia con contundencia, una implosión de la identidad.
Desde algunas décadas, la filosofía se dedica a estudiar al hombre que
se lo normaliza de su propia animalidad. Algo que ha ido generándose por un
largo proceso de domesticación e industrialización del sujeto.
En uno de sus análisis deconstructivistas, el filósofo Jacques Derrida
propone denunciar el fin del enunciado de las cosas y pensar en nuevas formas
de representar el desacomodo social.
Derrida lo explica a través de un fenómeno al cual llama “giro
animal”. A qué llama, ¿“giro animal”? A la figura inestable, entre
lo animal y humano –si usted lo prefiere- la relación perversa del hombre con
lo social.
Según observa, la aparente oposición que existe entre un animal y un
gobernante, luego se desvanece y se reconstituye en una relación semejante. Es
decir, si la misión del gobernante consiste en proteger a la comunidad, frente
a la amenaza de lo animal, con el tiempo termina heredando lo que combate… ¿Por
qué? Y porque se supone que lo animal, lo criminal, siempre parece estar fuera
– o por encima- de toda ley.
Las leyes se dictan para que ningún derecho logre ser vulnerado, pero
teniendo presente la influencia del adulto sobre el niño, toda la niñez está
invadida por ciertas razones que antes nos resultaban impropias.
A diario habilitan una edad más baja –insisto- en cuestiones ajenas a la
niñez. En algún momento, no nos importará que una criatura pueda votar a un
intendente. ¿Y qué sucederá luego?
Nos tranquiliza creer que nada ocurrirá, pues a la niñez se le adjudica
la ausencia de discernimiento. Además, ¿quién está en condiciones de negar que
la conducta infantil, no la defina la conciencia adulta?
¿Por qué las empresas utilizan niños? Hay una publicidad en la cual, el
hijo ve a su mamá triste y entonces le dice a su papá que es hora de comprar un
lavarropas… Primero, ¿de qué manera interpreta una criatura la desdicha?
Segundo, ¿cómo son capaces por sí solos de interpretar que a una mujer
se la hace feliz, comprándole un lavarropas?
¿Y si toda esta supuesta imagen doméstica de la mujer, en verdad, fuese
una enorme ficción que nos venimos contando y que socialmente la sostenemos,
para que no salten los fusibles del sistema?
PARTE 6
De acuerdo, durante la niñez se imponen límites… Suponemos que es una de
las mejores formas de educarlos lejos del malandraje, los mensajes negligentes
de las instituciones económicas, la desidia de un gobierno, etc.
Frente a todo lo que está pasando, sigo preguntándome… ¿Cuál es el
propósito de la filosofía?
La filosofía hurga al exterior del
fundamento -o más bien- escaparse de lo cotidiano y estructurado, porque los
límites siempre nos están interpelando.
¿Y qué es un fundamento? Es un
conjunto de palabras que pretende darle razón, a otro conjunto de palabras.
Todo el universo está desplegado
sobre un sistema de palabras y en un juego, los objetos pierden su referencia y
son liberados. Incluso desde el absurdo… Ningún niño envía sus autitos de juguete
a una verificación técnica, así como ninguna niña acompaña a su muñeca para la
curen de la tos.
Por lo cual, una condición que parece
satisfacer el alma de la niñez, es encontrar un nuevo conjunto de palabras,
digamos, una otredad, una diferencia frente a los límites que se les
imponen.
La afirmación, “ella me gusta
porque su mirada es hermosa”, no explica nada. Es limitarse a describir en
grandes rasgos, algo que observa en el otro y que lo puede hacer cualquiera.
En cambio, “ella juega con lo
que pienso, pues siente que también es una forma bella de ser cómplice, aún, en
los silencios que suelen otorgar la distancia.” Le guste o no, brinda
una explicación muy elegante del enamoramiento. Después vemos cómo justificar
eso en el tiempo.
Cabe formular que si hay una
necesidad de saberlo todo, significa que afuera hay toda una serie de límites,
anclando su verdadera trama.
El conocimiento es un juego que tiene promesa de salvación, pero nunca
la entrega totalmente. Buscamos con desesperación un saber que nunca
alcanzaremos en su totalidad y aun así, no hacemos más que seguir disfrutando
de sus variantes.
Quienes se dedican a mejorar el espíritu, están arrojados a una
fenomenal paradoja que nos constituye como seres humanos. Y tal vez se nos
impida conquistar la verdad última, pero al menos sabremos distinguir entre los
que se postulan en nombre de la verdad.
Ahí nuestra tarea será ejercer el juego de la crítica y cuestionarlo
todo, porque hay que ser demasiado ciego para no darse cuenta de que vivimos
rodeados por señores e instituciones, embanderados como dueños absolutos de la
verdad.
No existe mejor lugar donde pueda deconstruirse la relación entre el
conocimiento y el poder, que no comience en el interior del propio
juego.
Yo celebro que haya gente dispuesta
a jugar con el pensamiento… Quizá una de las pocas herramientas dignas del
ser humano, ya que le permite construirse a sí mismo e ir imaginando al otro.
PARTE 7
Este humilde artículo expone una defensa de la niñez como voz otra, no
aferrado en que tenga acceso al voto, o deba expresarse con declaraciones
eruditas, sino más bien problematizar un estado de situación evidente… De algún
modo, impuesto o no, las edades parecen haberse corrido, conforme a la eficacia
del instrumental consumista.
Hoy parece haber una menor distancia entre la infancia y la adolescencia
y un mayor tránsito entre la adolescencia y la adultez.
A los viejos se les ha extendido la expectativa de vida, gracias al
avance de la medicina. Pero esto no se debe a que el sistema sea bueno con los
viejos, sino que genera un nuevo espacio para el consumo. Acaso con los avances
tecnológicos y científicos del siglo XXI, ¿es posible imaginarse que todavía
nadie haya descubierto una cura eficaz para el cáncer?
Respuesta, la medicina es uno de los espacios que más dinero produce en
el mundo.
Lo mismo ocurre con los niños.
Por eso ya no se trata de discutir que la computadora o los celulares
reemplazaron al encanto de la mancha o la rayuela… Los tiempos han cambiado. La
educación, los valores, el trato con el otro ha cambiado. Y yo no sé si este
cambio que propone el avance de la tecnología, digamos, que uno pueda contar
con mayor cantidad de herramientas, ayuden a lograr un mayor contacto con el
otro.
Para mí está sucediendo exactamente lo contrario. Hay menos contacto
útil porque ahora la tecnología educa y entretiene… Sobre todo, eso…
Entretiene. Y cuando escucho la palabra “entretener”, de inmediato
se me viene encima una muchísimo peor… Enajenar.
Quizá la filosofía sea solo un juego.
Tal como la vida misma. Creemos que nos obliga el encuentro de una verdad
categórica y en realidad, lo único que nos encanta es desobedecer. Nos encanta
desobedecer y abrirnos a la posibilidad de seguir jugando a que no hay verdades
últimas.
Al momento que debo señalar el juego que más disfrutaba de chico, la
escondida gana por varios cuerpos. Y es probable que mi deslucimiento para
jugarlo, hoy tenga que ver con esta torpeza adulta.
Sin embargo, no todo está perdido… Aunque ya viejitos, podemos
hacerlo con las palabras, digamos, sacar al otro de su escondite, gracias
a una pulsión que tiene apetito de comunión.
Cada vértice de una historia personal, es una presencia fundamental y
que espera descubrirse de algún modo… En mi caso, presiento una mujer escondida
en los umbrales de mi mente y que deseo “salvarla para todos los
compas”, con la tinta de mi corazón.
Disfrutemos esta ansiedad del conocimiento... Disfrutemos porque detrás de un
árbol, un auto estacionado, o en el pasillo de un vecino, quizá se produzca el
hallazgo más trascendental de la vida.
No sabemos a ciencia cierta si todo ha comenzado, en el mismo instante
que nuestros padres nos dejaron salir a jugar en la calle… Al cerrar la puerta
de casa y reunirse con otro mundo… O luego de finalizada esta lectura.
¿A quién dedicarle esto? A los que aún se animan a jugar conmigo con
armas nobles, a los que les gusta pensar conmigo que todo es posible… Sin
traiciones, desventajas, amagar a dar portazos, ni entrar en el vacío de la
indignación.
Pero sobre todo, me gustaría regalárselo especialmente a usted. A la más
hermosa del mundo. Sin ningún tipo de discusión, porque uno puede tener una
opinión diferente, pero eso no hace que la quiera menos. Al contrario. Aunque
no me crea, la amo profunda e indudablemente.
Incluso, con la angustia de tener que admitir que no soy quien usted
ama.
Nacho
30 de Mayo de 2017