Charla acerca de fantasmas

 


Los pueblos primitivos parecen explicar el fenómeno fantasmal. Pensaban que el difunto ingresaba en el campo de los sueños y más tarde interferiría en la vida real, porque a menudo sus visitas eran anuncios o revelaciones. El mismo Schopenhauer decía que el fantasma es un intermedio entre el sueño y la vigilia, pues no es más que una visión en el cerebro del visionario.

 

Un testimonio de fantasmas se halla en la epopeya homérica. Odiseo desciende al Hades y convoca entre las sombras de los muertos al adivino Tiresias para regresar a Ítaca. El poeta Virgilio también relató el descenso al Hades del héroe Eneas.

 

En Roma solían colocar un puñado de tierra encima y una moneda en la boca del difunto para pagar al barquero, de lo contrario, el alma erraría sin descanso, eternamente.

 

Plinio el Joven describe una casa encantada en Atenas, donde un espectro arrastraba cadenas. Los sucesos terminaron cuando el filósofo Atenodoro alquiló la casa y fue guiado por el fantasma hasta un esqueleto enterrado y vuelto a sepultar con las debidas ceremonias.

 

Las civilizaciones del Oriente creen en el proceso transmigratorio, pero a veces el fantasma rehúsa ingresar en el ciclo de la reencarnación porque ha dejado tareas sin realizar. Los sacerdotes pueden ayudarlo a reencarnarse, orientándolos o enviándolos a otra dimensión.

En ciertas regiones de China, el fantasma tiene derecho a exigir la inmortalidad, transformándose en un semidiós. Una vez lograda su elevación espiritual y trascender diversos planos, dedica su ayuda a los seres humanos. En el peor de los casos, desciende al Infierno a sufrir el karma.

 

La religión sintoísta reconoce la exposición de espíritus y fantasmas como algo cotidiano.

 

A partir del siglo XIX, la creencia resurgió gracias a la tendencia irracional del Romanticismo y el avance del Espiritismo, la Parapsicología, chantas y demás pseudociencias.

 

En la cultura actual, el fantasma está asociado al miedo, prueba de ello es el material que inunda el mercado cinematográfico. No debe haber película, por complicado que parezca su argumento, que resista la maldición de un fantasma.

 

Con la llegada de la New Age, se lo racionaliza al fantasma a cúmulos de energía negativa o a imágenes holográficas de muertos que impregnaron el ambiente de una casa con su imagen y sus actividades.

 

Una consideración acerca del miedo… Para que uno tenga miedo a los fantasmas, es necesario que las actividades fantasmales sean nocturnas. Acaso, ¿no pasa eso con Batman? Él utiliza la cerrazón que brinda la noche. Por eso mete miedo. A plena luz del día, Batman es un señor disfrazado que no asusta a nadie. Más bien, provoca el ridículo. Eso también explica que si usted desee convocarlo, la señal siempre debe ocurrir al inicio de la noche.   

 

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Distintas clases de fantasmas...

 

- Fantasmas que frecuentan un sitio determinado. No suscitan miedo, son inofensivos y a veces llegan a ser considerados un miembro más de la familia.

 

- Fantasmas post-mortem. Poco tiempo después de la muerte, la persona reaparece y no acostumbra a estar relacionadas con un lugar ni acontecimiento concreto. En cualquier caso, resultan como despedidas.

 

- Fantasmas en estados críticos. El fantasma es alguien que atraviesa una experiencia desconocida por quien atestigua la aparición, como un accidente, una enfermedad o una muerte. Se trata de una manifestación que experimenta una persona o varias simultáneamente, nunca después.

 

- Fantasmas inducidos. El fantasma es citado con el objeto de que sea visible a otra persona. Aquí, el fantasma adopta una actitud comunicativa con aquel a quien se muestra, incluso mucho tiempo después de su fallecimiento.

 

Todas estas apariciones son confiadas a los médiums, que dominan la percepción extrasensorial.  

 

Un médium puede ser clarisintiente, es decir, percibir seres fallecidos o ausentes. Puede ser un clarividente, porque tiene el don de observar fantasmas o clariaudiente y escucharlos. Se trata de recibir información desconocida y luego verificar su grado de veracidad.

 

Asimismo, el fantasma está clasificado en otras cuatro categorías.

 

- Fantasmas residuales o visiones que realizan actos repetitivos y carecen de actitud comunicativa o

interacción.

 

- Fantasmas conscientes, esto es, que pueden comunicarse e interactuar.

 

- Construcciones o terrenos encantados donde se manifiesta uno o más fantasmas, ejemplo, las casas  abandonadas que antaño había en los barrios.

 

- Poltergeist o fenómenos en los que se mueven objetos solos, se escuchan golpes repetitivos o ruidos y se encienden o apagan luces.

 

El espiritismo fue consagrado a mediados del siglo XIX cuando Allan Kardec decidió publicar sus experiencias con los espíritus. Para ello, organizaba una reunión en la casa del difunto y mientras formulaba varias preguntas, apoyaba su lápiz sobre el papel y el papel se movía. Claro, conviene aclarar que el éxito de aquel libro no le perteneció en absoluto, porque un libro de espíritus, es un libro dictado por los muertos.

 

De acuerdo a Allan Kardec, el alma subsiste a la muerte del cuerpo y asciende a una instancia superior. Sin embargo, algunas almas no parecen haber resuelto sus dudas existenciales y entonces se torturan con asuntos irresueltos en vida. Supóngase, que no acepten su propia muerte, que se sientan culpables por no haber obrado correctamente, que se sientan ligados afectivamente a una persona o barrio cuando vivían, que sientan odio consigo mismos o alguien de su pasado, que sientan que no merecen estar en ninguna parte, etc.

 

A largos trazos, un fantasma se construye con actitudes sin solución, ya que sufre de privaciones, obsesiones, culpas, rencores, miedos o desesperanzas. En otras palabras, lo mismo le pasa a una persona vivita y coleando, por eso la labor del médium consiste en aconsejar y así cambiar dichas actitudes. El fantasma debe saber que puede perdonar o ser perdonado, que aprenderá de sus errores pasados y modificarlos en un conocimiento hacia adelante.

Este cambio de actitud, desplaza al fantasma en una entidad peregrina de afecto, comprensión y tiempo que suele proporcionárselo el médium. Comprendido aquello largamente ignorado o esperado, el fantasma se abre camino hacia nuevos niveles de conciencia y o crecer en otros planos.

 

La Iglesia Cristiana no admite la presencia de fantasmas, tampoco la existencia del Limbo, aunque sí la del Purgatorio, aquel foro donde las almas necesitan purificarse. Por su parte, los protestantes aseguran que los fantasmas son espíritus demoníacos.

 

La actividad nigromante, ouija, tarot y fórmulas de adivinación atraen monstruos para conectarse con este mundo. Exorcistas y demonólogos opinan que son rituales sumamente peligrosos, porque dejan abierta la invitación a espíritus no humanos o a demonios que se disfrazan de fantasmas o almas del Purgatorio. Atacan el lado más débil del incauto y los daños psicológicos suele ser muchas veces devastadores.

 

A medida que la modernidad fue desarrollando ingeniosas tecnologías de comunicación, los

especialistas lograron obtener datos mediante grabaciones sonoras en las que se oye voces o movimientos del difunto e incluso imágenes estáticas o movimientos en los que se sospecha una cierta presencia espectral.

 

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Estamos arrojados a una continua expansión, tanto, que muchas galaxias son incomprobables. De hecho, los científicos dictaminan que cuanto más remotas, mayor velocidad en el alejamiento de sus luces y sus partículas. Esto supone que el pensamiento humano no las perciba.

 

Conforme al obispo Berkeley, solo hay ser cuando se lo percibe, es decir, fuera de la percepción, nada existe. Por otra parte, una rama de la filosofía entiende que para que algo sea visto, tiene que estar allí antes que la mirada. Están antes que la conciencia lo vea o experimente.   

 

El debate de la lógica y la metafísica tiene una larga discusión. En Oriente, la vida es considerada un sueño obtuso e inquietante. Tales consideraciones resultan indispensables para comprender que quizá la verdad sea un fenómeno erróneo, una apreciación incompleta o apenas un borrador de la realidad. Desde luego, siempre está el escéptico obsesivo, ese que desconfía de toda percepción, incluida la propia y entonces cree que el universo ha sido inventado por extraterrestres. 

 

El fantasma es la extensión de un ser que ha vivido, es el alma atrapada en un plano de no ascensión y posee una carga positiva o negativa, según la muerte que haya tenido.

 

Al caer de la tarde, dos desconocidos se encuentran en los oscuros corredores de una galería de cuadros. Con un ligero escalofrío, uno de ellos dijo…

—Este lugar es siniestro. ¿Cree en fantasmas? —

—Yo no —Le respondió— ¿Y usted?—

—Yo sí —dijo el primero y desapareció.

 

Ningún hombre nace fantasma, sino consecuencia de un juramento incumplido, alguna venganza, un entierro defectuoso, etc. Para James Joyce, un fantasma es la inconsciencia causada por muerte, por ausencia, por olvido, por cambio de costumbres.

 

El fantasma aparece y desaparece bruscamente, moviendo o arrojando objetos, a través de sonidos, o presencia de aromas y en cualquier caso resulta imposible tocarlo, abrazarlo ni retenerlo... Su nula densidad lo confunde con la niebla.

Sin embargo, la habilidad de transgredir paredes y puertas aún está en debate. Las investigaciones afirman que no sabe atravesar ninguna edificación posterior a su muerte… Se desliza a partir de puertas y paredes que ya conocía. Por lo cual, si algo ha sido sellado o modificado, pues deja de reconocer el sitio y permanece extraviado en el recuerdo. Es que para un fantasma, el tiempo queda suspendido. Como está muerto –y quizá no lo sepa- insiste en lo que ya pasó. Por eso se instala en una eterna venganza, donde el tiempo no progresa.

 

Otra característica emblemática es que no suele alejarse del lugar que lo cobijaba. No hay fantasmas itinerantes. Está vinculado a un foro único, supóngase, una casa, un puente, una encrucijada, una habitación.

 

- ¡Qué puerta más pesada! -dijo la muchacha y vio cómo se cerraba de golpe.

- ¡Dios mío! - Dijo el hombre. - Me parece que no tiene picaporte del lado de adentro. ¡Nos ha dejado encerrado a los dos! -

- A los dos no. A uno solo… - Respondió la muchacha. Pasó a través de la puerta y desapareció en el aire.

 

A menudo se exhiben frente los humanos mediante indicaciones, advertencias o revelaciones. Una vez satisfecha su demanda, abandona la enojosa tarea de andar apareciendo a cada rato. Esto hace pensar que ser fantasma esté relacionado con un carácter patológico, sufriente, marginado.

 

La expresión “alma en pena” indica un obstáculo leguleyo de ultratumba, es decir, almas que no merecen el Cielo, Infierno, ni siquiera el Purgatorio. Seguramente es una orden jurídica del Más Allá que dicta una condición fantasmal a plazos indefinidos o bien hasta el cumplimiento de algún suceso determinado.

 

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¿Existen realmente los fantasmas?

 

La metafísica considera al fantasma una superstición asentada en la psicología humana, una forma de encubrir el verdadero sentido de la realidad… Pero si el mundo está construido a la medida de nuestras percepciones y sensaciones, a la medida del tiempo y el espacio que ocupamos…. ¿Existe de un modo cabal o es inalcanzable? ¿Quién dictamina la realidad del mundo?

 

No todo pasado fue mejor, pero a diferencia de lo que sucede, el vínculo con el otro se desenvuelve en violentas y constantes degradaciones. Hay una banalización e inconsciencia generalizada que revela una alta insensibilidad por las personas ausentes, distantes o que vienen a traernos mensajes del mundo de los muertos. En pocas palabras, el hombre moderno está privado de esa ingenuidad necesaria para gozar de los fenómenos artísticos y la genialidad más refinada.

 

Después de la jornada laboral, un hombre regresa a su casa y descubre que el vecino ha colgado una sábana en el tendedero. Como es natural, queda paralizado de terror, pero se tranquiliza al descubrir que se trata de un fantasma.

 

Las mejores historias de fantasmas suelen buscar el temor, más el deseo de un milagro. Por eso los sucesos fantasmales no fortalecen la fe en los milagros, sino que más bien la sed de explicaciones.

 

Los vecinos del barrio juraban que el ingeniero Fernández estaba bastante loco, sobre todo porque presentaba actitudes extrañas…  Iba solo a las confiterías y ordenaba dos copetines, además de charlar con una silla vacía. Compraba ropa elegante y exigía opinión a la nada misma. Concurría a los salones de bailes y sonreía cómplice, en solitarios pasos. Etc.

 

Un día de verano vieron a Fernández cruzar la avenida, en silencio y con las manos en los bolsillos. Ahí los vecinos conjeturaron que habían mermado sus extravagancias, sin embargo, detuvo a un heladero ambulante y le confesó que su novia lo había pateado. A estas alturas, una novia imaginaria.

La vida de Fernández continuó, del trabajo a su casa, salvo aquella enorme pena amorosa… Una pena en el alma que lo acompañaría hasta la muerte, apenas meses después. Sus pocos amigos quisieron darle el adiós y a último momento se arrepintieron… De todos modos, se cuenta que al velorio no fue nadie. Ni siquiera Fernández.

 

La fe poética le da al lector o espectador la posibilidad de ingresar y egresar de la fantasía. El arte y el amor construyen unos espectros fascinantes. Es por ello que escuchamos determinadas canciones, extrañamos, mejoramos nuestros discursos, escribimos en un blog o desciframos el secreto de sus nombres.

 

En la literatura abundan obras inolvidables... El dilema moral que propone el padre de Hamlet, los consejos de Tiresias a Odiseo, el Facundo invocado por Sarmiento, sir Simón condenado a vagar por el castillo de Canterville, el payador fantasma de Santos Vega, etc.

 

El director de teatro Stanislavski recomendaba a los actores no perder la conciencia de quiénes eran realmente. Un espectador se quejó porque una obra trascurría en distintas ciudades… Ignoraba si estaba en Roma, Alejandría o en Tesalia y entonces Stanislavski respondió que al final de las obras, los espectadores sabían que estaban en un teatro.

Así y todo, la credulidad del espectador era desconcertante… Terminaba la función y esperaban la salida de los actores que hacían de malvados para pegarles o insultarlos. 

 

Esa ingenuidad ha hecho que la vida sea sumamente peligrosa. Se cometen actos vandálicos y crímenes atroces que son justificados en nombre de entidades o poderes imaginarios. Bueno, la situación del universo no es menos que tormentosa.

 

Yo invito a experimentar la presencia de fantasmas con argumentos, quizá insuficientes y erróneos, cuyos nobles efectos hagan dudar al escéptico porfiado, ese que vive desconfiando de todo. ¿Es que no existe nada que nos acerque a ellos y así recordarlos? Al fin y al cabo se trata de seres que fueron muy importantes para nosotros… Eso sí, ahora difuminados sus contornos, un poco oscurecidas sus facciones y velados sus atractivos, tiñendo las cosas con una inevitable melancolía.

Hoy resultaría absurdo recorrer antiguos barrios, sin que el aire se contamine con rasgos de vecinos que han muerto, amistades que partieron hacia nuevos rumbos, novias que nos rechazaron, calles y plazas que modificaron su nombre, comercios absolutamente irreconocibles, etc.

Sin embargo, la imaginación continúa indagando detrás de cada baldosa floja, cada nube pasajera y en cada viejo árbol, señalando de que estamos cercados por sensaciones del pasado. El universo es una polvorienta colección entre lo que vivimos y lo que ya hemos perdido… Y algo más. Toda sensación es verdadera. Por eso ahora sé quiénes me amaron. No lloramos por otra cosa que por la ausencia.

 

Mortifica la plenitud, siempre amenazada por el paso del tiempo. Queremos comunicar nuestra angustia, pero las palabras no son oídas por nadie o son entendidas equivocadamente. Tratamos de hallar consuelo y nos enteramos que las diosas son construcciones del deseo. Entonces, ninguna explicación basta. No logramos establecer ni una sola certeza. Tal vez seamos fantasmas y aún no nos dimos cuenta.

 

Por fortuna, el hombre es el ser más egocéntrico y desde su isla solitaria empieza a entender cómo funcionan los frágiles destinos poéticos que va amasando. Que va extendiendo. Vive haciendo equilibrio sobre el abismo y así trascurre su existencia. Solamente la esperanza amorosa permite quebrar la soledad. Solo mediante esos caminos podemos adentrarnos en ajenas intimidades y conseguir algún chispazo de comunión.

 

Sobre el final de la publicación es inevitable plantearse si el amor que nos congrega con el otro es real o fantasmagórico. Bueno, las opiniones están divididas. Muchos aseguran que comulgamos a partir de un hecho casual y que la mente, perturbada por la desdicha y la soledad, se encarga de construir el resto.  

Efectivamente, hay una necesidad de encontrar al otro. Sin embargo, no creo en las coincidencias, no creo que el encuentro con el otro sea un pequeño golpe de suerte. Eso me huele a resignación.

 

A mí me parece que el otro ya estaba registrado en el último rincón de la memoria. Estuvimos presintiéndolo desde antes de encontrarlo. Quedó reposando en el subconsciente y claro, de a poco se adueñó de la realidad y ahora nos atormenta. No podemos hacernos los distraídos. Tenemos que hacer algo al respecto.  

 

A lo mejor nos hemos cruzado con el otro sin querer, en el Más Allá o en unos tiempos que ya no recordamos. Lo único fantástico que tiene este complicado camino, es toparse con una persona que uno ha estado imaginando y terminar la vida junto a ella.    

 

Dedicado a la más hermosa.

 

Nacho

 

9 de Setiembre de 2021