Las traiciones tempranas

 


Los filisteos conquistaron Palestina y decidieron compartir la usurpación junto a los amonitas, moabitas y amalecitas. Tiempo después vinieron los

hebreos y hubo un feroz conflicto.

 

El pueblo israelita estaba desorganizado y nombraron gobernador a Saúl, pero cayeron en la primera batalla. Saúl eligió el suicidio y el cargo pasó a manos de David, quien tomó la ciudad de Jerusalén. Recién ahí se asentaron en Palestina.

 

En aquel contexto, de lucha entre hebreos y filisteos, sucede la historia de Sansón y Dalila.

 

Contemos que Sansón era un héroe hebreo, célebre por una fuerza extraordinaria, aunque no brillaba destreza e inteligencia alguna.

La Biblia le asignó una categoría de juez, aunque no revela episodios de equidad o enseñanza. A decir verdad, el héroe clásico no estaba sujeto a cumplir una moralidad intachable, más bien solía cometer toda clase de pecados, infracciones y crímenes… Los héroes clásicos eran unas verdaderas bestias.  

 

En la ciudad de Timnat conoció a una joven palestina y quiso casarse con ella, pero los padres de Sansón se opusieron. Tras mucha insistencia, aceptaron y organizaron un banquete que duraría una semana. Es que en la antigüedad no había tanto apuro en casarse.  

Para animar la extensa jornada que esperaba, Sansón formuló una adivinanza. En caso de que los invitados acertaran, Sansón prometió una prenda de lino a cada uno -de lo contrario- todos deberían pagarle a él.    

 

Ninguno de los invitados lograba dar con la respuesta, hasta que al cuarto día amenazaron a la novia con prenderla fuego si no conseguía la solución. Así que mediante súplicas, la joven obtuvo la solución. Naturalmente, Sansón pidió discreción, pero no tardó en divulgar la resolución a los invitados, quienes de inmediato resolvieron la adivinanza.  

 

Luego de la indemnización -y no contento con la batida de su novia- Sansón procedió a liquidarlos a todos. Después se enteró que la joven había sido prometida a otro señor y en venganza, Sansón incendió campos y viviendas.

 

Indignados por el desastre ocasionado en sus campos, vecinos y parroquianos inmolaron a la joven y a su padre… Probablemente aprovechando las brasas del incendio.

 

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Ansiosos de atrapar a Sansón, los jefes filisteos ofrecieron a Dalila una recompensa en monedas de plata si averiguaba el origen de su increíble fuerza. Una versión sugiere que tuvo la posibilidad de exigir una promesa a cada filisteo.

 

Hablemos ahora de Dalila. Dalila era una mujer hermosa y vivía en el valle de Soreq. La Biblia no aclara que haya sido filistea, más bien se la sospecha israelita, porque los filisteos compraron su traición. Si hubiese sido filistea a lo mejor bastaba con haber apelado a un gesto de patriotismo para obtener el deseado secreto.

 

No es inusual que en los relatos surja una necesidad de averiguar el secreto de un heroísmo o el carácter maligno del antagonista. Esto pertenece al procedimiento poético del autor, a una forma poética de pensar el universo. Y entonces, un talento conlleva un secreto y un secreto implica un hechizo y un hechizo puede romperse.

Creo que está relacionado con hallar una razón no humana, sino una virtud milagrosa. Y bienvenido sea el que busca razones milagrosas. Comentar que uno tiene un cuñado que va al gimnasio y se entrena, resulta menos prometedor que haber sido bañado en las aguas del río Estigia. 

 

El asunto es que Dalila aceptó la oferta y a través de dulces caricias y llantos, rogó a Sansón desnudar el secreto de su fuerza. Y no fue tarea sencilla.

Al principio declaró que debía ser atado con siete mimbres verdes. Dalila rajó a contárselo a los filisteos y lo hicieron mientras Sansón dormía, pero se desató sin mayores inconvenientes.

En otra ocasión especificó que precisaban unas cuerdas especiales y los filisteos fracasaron nuevamente. Más tarde que eran siete trenzas con hilos, sujetas con clavos.

 

Cansada de tanta sarasa, Dalila amenazó quitarse la vida y temeroso de perder a la mujer amada, Sansón finalmente confesó que por ser nazareno, Jehová le había ordenado que jamás debía cortarse el pelo.

 

James Frazer explica que el cabello sin cortar es símbolo de la dedicación al servicio de Dios, una forma de distinguir a los religiosos. De hecho, Jesús había dejado crecer su cabello y su barba como ejemplo de su religiosidad. 

 

Ahora bien, mientras Sansón apolillaba sobre las rodillas de Dalila, uno de sus esbirros cortó siete trenzas de la cabellera. Segura de tener la verdad, Dalila mandó llamar a los filisteos, quienes llegaron con pesadas bolsas de dinero para pagar por el secreto.

 

Consumada la traición, Dalila huye de la historia.

 

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Sansón es detenido y conducido a Gaza. En una oscura mazmorra recibe toda clase de castigos, le quitan los ojos y lo obligan a trabajar en una molienda de granos para sus enemigos.

 

Un poema de John Milton imagina el reencuentro de Dalila a un Sansón ya prisionero de los filisteos, intentando renovar su promesa de amor con la ayuda del perdón. Asimismo, Milton describe el lamento de Sansón por no haber mantenido el secreto y revelarlo con debilidad, porque el poema representa los efectos negativos del amor.

Para Milton, Sansón es un santo -y al desear a Dalila- traiciona la fuente de su fuerza. En consecuencia, Sansón siente que ha traicionado a Dios.

En cuanto a la ceguera de Sansón, es una alegoría de Milton al creer que las mujeres eran proclives al engaño.         

 

Según Robert Graves, Sansón era un dios solar palestino, admitido inadecuadamente entre los judíos. Dentro del mito del dios solar, los filisteos cortan el pelo y vuelve a crecer. El pelo cumple aquí un papel similar al sol, que renace con sus rayos, débiles en la mañana y más fuertes a medida que avanza la jornada.

 

Al vencer a Sansón, los filisteos dieron por vencido a Dios y quisieron enaltecer el triunfo con un sacrificio a Dagón, una deidad de aspecto mitad hombre, mitad pez.     

Muy bien, los esbirros condujeron a Sansón hacia un templo y ser exhibido delante de tres mil personas, sin embargo no se dieron cuenta que su pelo había vuelto a crecer. Sansón llamó a uno de los guardias y pidió descansar unos minutos. Apoyó sus brazos sobre unas columnas y mientras el resto festejaba, emborrachaba y reía fuerte, el templo se vino abajo. Todos murieron, incluido Sansón.     

 

El final de Sansón le otorgó un pequeño renglón en el Libro de los Jueces, aunque como señalamos, Sansón era moralmente débil y no parece ni por asomo un ejemplo de dignidad e impecable conducta como sucede con los demás héroes bíblicos.

 

Las expresiones artísticas no fueron indiferentes a la leyenda de Sansón y Dalila, especialmente en la pintura. En general, Dalila suele exhibir una actitud de frialdad e insensibilidad ante a la mirada abatida del hombre que la ama.

 

Lo cierto es que Dalila ilustrará el peligro que enfrenta el hombre de sucumbir al encanto de lo femenino.

  

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Dante ubica a la traición en el último de los círculos infernales, pues traicionar a quienes nos brindan su confianza y su afecto es el más grave de los pecados.

La traición implica destruir la confianza en el otro. El traicionado se vuelve más incrédulo y hermético que nunca, porque ha dejado de creer en el otro. Eso es desolador.

 

Evidentemente, Sansón y Dalila es una historia de traiciones. Mejor todavía, Sansón estaba signado por la traición y a mí me parece que si no podemos evitar la traición, al menos que sea expeditiva. Más allá de la naturaleza del daño que nos vayan a hacer, bueno, que lo hagan cuanto antes. Sin demora.

 

En cuestiones de traición, elijo al traidor sincero. La traición temprana, antes que la tardía. Si el otro está pergeñando un plan para traicionarme, pues, que sea lo más pronto posible. Exijo una traición teñida de impaciencia. A los minutos del encuentro en un bar, una pizzería o el banco de una plaza.

No recién a los 20 años. ¿Por qué? Y porque así no pierdo tiempo tejiendo lazos de afecto o de falsas comuniones. Por eso la traición que duele es la traición del que uno ama. En cambio, la traición de un perfecto desconocido duele poquito. Nada.

 

Quiero que el malvado esté apurado en su maldad, así como los mediocres que ostentan un talento del cual carecen. Generosos por derrochar un supuesto conocimiento, al segundo chiste, al segundo retruque, a la salida de una respuesta rápida, la gente cree estar en presencia de una persona inteligente. Disfrazan la inteligencia con eficacia y con los años se considera por genio a quien en verdad es un imbécil.  

Gracias a Dios, los estúpidos dan mancadas. Lo malo es que a veces tardan en darla y yo no quiero invertir en silogismos ni pensamientos en inútiles horas de discusión.

 

En cuanto a las relaciones ensombrecidas de falsedad, desengaño, falacias, en fin, preferible saberlo para no ilusionarse. Avisen. ¿Qué les cuesta? De este modo dejaremos el corazón en casa y podremos tomar un café sin necesidad de entregar el alma. Pero habida cuenta de que nadie hace eso, conviene que lo digan a los 10 minutos.

 

Supongamos que conoce a una señorita y no quiere ningún compromiso. Lo que quiere es divertirse un rato. De acuerdo, aclárelo de entrada. Si ella acepta, no habrá problema. De lo contrario, llorará esa vez y nada más. Al día siguiente se olvidará y la vida continuará su curso.

Ahora, si a una mujer la mantiene 20 años con promesas poéticas, eufemismos y toda clase de vaguedades, la mujer se sentirá destrozada. Creerá que el amor es una porquería, que no existen los tipos buenos, etc. Y no es así. No es así. Hay tipos buenos. Eso sí, son poquísimos... Y calculo que nosotros no somos. Jajaja.

 

Mire, conviene la traición urgente, sin vueltas. ¿Para qué? Para no sembrar esperanza en nuestro corazón. En la vecindad de algunas personas, los hombres con sentimientos acaban por apreciarlas, quererlas o amarlas. Y entonces, cuando aparecen las traiciones, descubrimos que nuestro amigo era un interesado, que aquella celebridad que admirábamos por sus obras era un pedófilo, que un compañero nos usó para escalar un puesto en el trabajo, que la mujer que amábamos tenía novio. Etc. Y como estamos tan involucrados, sentimos que nos morimos.      

     

Este es un llamado solidario... A los malvados les pedimos que sean bien malvados, muy malvados. A los enemigos que se presenten como enemigos. Que ni saluden. No hay peor cosa, ni algo tan dañino que la civilidad de los enemigos. Yo prefiero los enemigos inciviles para tener presente que bajo el poncho esconden un puñal.

 

Así que a los enemigos, a los estúpidos, a los traidores, a los ingratos, a los imbéciles, a los interesados, etc., los vamos a bancar igual… Pero nos ahorraremos el enorme trabajo de quererlos. 

 

Nacho

 

Miércoles 8 de Marzo de 2023