La biología establece que la materia proyecta sombra, aunque
no sucede con los vampiros, genios de lámparas o deidades menores, por ejemplo.
Somos perseguidos por nuestra propia sombra y mientras haya luz, siempre estará
presente. Recién en la oscuridad dejaremos de verla. La sombra cambia según la
luz que enfoque al cuerpo y si se la proyecta desde ángulos extraños, toma
formas impredecibles.
Demóstenes exponía un discurso contra de Filipo de
Macedonia, hasta que los asambleístas lo interrumpieron. Visiblemente molesto, contó
que un joven alquiló un burro para ir hacia Mégara. En pleno mediodía, caía el
sol y el joven y el dueño quisieron cobijarse en la sombra del animal, pero
discutieron entre ellos. Uno decía que le había alquilado el burro, pero no su
sombra y el otro que había alquilado al burro y a su sombra.
Los atenienses exigieron a Demóstenes que terminase aquel
relato y dijo, «¿así que quieren escuchar qué pasó con la sombra de un burro,
pero no escuchar cosas más importantes?».
El teatro de sombras aparece en tiempos de la dinastía Tang como una difusión
de mitos y leyendas en las que todo revive. Una vez separada del hombre, la
sombra cobraba vida y permitía la interpretación de un personaje. Los inicios
son la intimidad del rito y la
ceremonia, más tarde se instalaría en historias
de dioses y héroes que formulaban la creación del universo y con las que el
público se identificaba.
A la minuciosa confección de
personajes, los chinos incorporaron decorados, mobiliarios, plantas, palacios y
animales reales o fantásticos. En general, las temáticas transitaban la magia, lo sagrado, el alma, la
superstición, la política, el drama social, lo erótico, lo satírico, también la
presencia del que ya no corresponde al reino de los vivos, la oposición del
bien y el mal, el trato con los dioses, los antepasados, epopeyas y leyendas
populares.
El
emperador Wu-Ti perdió a su esposa Wang y cayó en una profunda desolación.
Lloraba por todos los rincones del palacio y alcahuetes, juglares, bufones y cocineros
de la corte planearon cómo aligerar su tristeza. Plantaron el jardín más bello,
realzaron el color de las flores, trajeron animales exóticos, extendieron los
límites del reino, etc. Nada parecía contentarlo.
Una
noche vino el mago Shao Wong, declarándose capaz de revivir a Wang. Extendió un
pedazo de tela entre dos postes y una lámpara detrás suyo. Acto seguido impuso como
condición no espiar detrás de la tela. El emperador consintió y de pronto asomó
la sombra de su amada. Pasaron noches y noches conversando, evocando recuerdos
de la juventud, chusmearon intrigas barriales. ¡Hasta discutieron planes a
futuro! Convencido del prodigio, el emperador regresó a sus ocupaciones y
mantuvo en palacio al artífice de su consuelo. Sin embargo, la tentación pudo
más… Tiró de la tela y vio cómo Shao Wong agitaba la figura que representaba a Wang.
Sintiéndose engañado, ordenó decapitar a Shao Wong.
Otras
fuentes refutan el final y dicen que decidió impulsar el arte de Shao Wong,
sabio para enlazar el mundo de los vivos y de los muertos, el de la realidad y
la fantasía, el de la luz y la sombra.
Hay quienes adjudican el origen a la prohibición que regía
sobre las mujeres en las funciones teatrales y entonces ellas mismas se
prestaban a simpáticas y audaces representaciones en los oscuros aposentos de
la corte. Tal vez por este motivo la maledicencia opinaba que atrás de la tela
no había sombra alguna, sino la prolija y sensual actuación de una concubina
del emperador.
En la India, el teatro tenía carácter religioso y bastaba
la presencia de los dioses. Dentro del templo de Shiva estaba el narrador y los
músicos, el oráculo, el pulavar, que
era el titiritero y una lámpara de aceite, símbolo de la luz divina que daba
vida a las figuras.
Cuando
los juguetes eran trozos de madera triangular cruda, pintada con rasgos y
ropas, un comerciante construyó unas muñecas muy bonitas, aunque los miembros
permanecían pegados al cuerpo. Su tienda era el lugar preferido de Shiva y su
esposa, la diosa Parvati. Una mañana lo visitaron y vieron aquellas muñecas sin
movilidad y la diosa Parvati quedó tan encantada que pidió a Shiva poseerlas y
así bailar. Shiva cumplió el deseo de Parvati y las muñecas bailaron, con enorme
alegría de todos los juguetes. Los dioses se cansaron. Retiraron sus fuerzas
espirituales y el comerciante despertó del encantamiento, no sin pedirles que mantuvieran
aquella vivacidad en las muñecas. A este ruego, Parvati respondió que esa era
su tarea y marcharon.
Pasaron
varias jornadas y al comerciante se le ocurrió atar unos cordeles a sus
miembros… Esta historia explica el origen de las marionetas.
El teatro en Indonesia y Asia meridional
se llamaba Wayang Kulit y fue un arte popular, alejado de las influencias
cortesanas. Las obras situaban tiempos mitológicos y desarrollaban pasajes del
Ramayana o el Mahabharata. El Dalang manejaba
las marionetas, hacía sus voces y efectos sonoros y se creía que mediante las sombras
entraba en contacto con el mundo superior. El papel del Dalang estaba en la
educación y transmisión de valores al pueblo, lejos de lo que sucede
actualmente en el arte actual, que remite a la mera distracción.
El teatro de sombras turco contenía una fuerte carga social
y política, es decir, se trataba de una sátira a la sociedad islámica. Nació en el siglo
XIV en la ciudad de Bursa y los
personajes centrales fueron Karagöz y Hacivat, que operaban como antagonistas.
Karagöz era un obrero en la construcción de la mezquita
de la ciudad y junto a otro compañero, Hadshivat, entretenían con sus
constantes bromas al resto de los trabajadores. Por desgracia, el sultán los
condenó a muerte por contraproducentes para el buen término de la obra. Después
del triste suceso, los cortesanos resucitaron a Karagöz y Hadshivat en pequeñas
funciones de sombras y así mantener el espíritu alegre de los obreros
ejecutados.
Cuando el teatro de sombras se
desplazó a Europa, historias, héroes y símbolos fueron readaptadas a las
religiones y gobernantes, sobre todo en Francia y España, aunque conservando la
sátira, la crítica social y el valor educativo. Con la lámpara halógena y demás
aparatos de proyección, vino una forma de hacer teatro, que mezclaba las
tradiciones y una modernidad en constante evolución.
La hegemonía de los medios actuales, muy
propensa a aturdir y adormecer las emociones a un ritmo frenético, no admite
ningún análisis. Y entonces, ciertos estilos nobles del arte resisten la
desaparición. La saturación de medios, intrusivos e impuestos a la fuerza,
produce un arte más efectivo y consistente… Sí, pero menos metafórico y
enigmático.
Ladrones
de sombra eran los terribles enanos Wu… Robaban fragmentos de sombras y los
guardaban en una cueva subterránea, cuyo emplazamiento aún se discute.
En
el final de los tiempos -que no está lejano- los enanos Wu zurcirán los
fragmentos robados y producirán una extensa noche en la que ocurrirán toda
clase de infortunios.
La gestualidad escondida detrás del
lienzo revela que la principal cualidad del teatro de sombras sea la
sugerencia. La oscuridad es un maravilloso puente de sensaciones. Abre las
puertas a las formas y los significados, proponiéndolos y dejándolos libres a
la interpretación.
Por eso brinda un conocimiento extrasensorial interesante, como el murciélago,
que comprende las cosas apartadas de la luz.
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Para las comunidades indígenas, atacar la sombra suponía
dañar la vitalidad del sujeto. Los pampeanos dan testimonios de un demonio que
arrebata la sombra del peregrino, cortándola con un facón luminoso. Los brujos
de las islas Molucas enfermaban al enemigo, hiriendo la sombra a lanzazos o
acuchillándola. Es más, a la víspera de una contienda, los mangaínos preparaban
sus tácticas conforme el comportamiento del sol. Los nativos de isla de Ambon
evitaban el mediodía, justamente, el momento de mayor debilidad de la sombra.
El
poder del guerrero Tukaitawa era proporcional a la longitud de su sombra.
Amanecía invencible y se debilitaba al mediodía, momento en que permanecía
exánime. A la tardecita, su fortaleza renacía. Nadie supo qué sucedía a la
noche, pero un indiscreto descubrió el secreto de Tukaitawa y acuchilló su
sombra, matándolo con el sol en lo más alto.
Las almas de los shuswap iban al reinado del lobo y la
sombra a vagar y enfermar a los incautos. De manera que, para ahuyentar los
malos influjos del difunto, verificaban que el viudo durmiese en una cama de
ramas espinosas. En los funerales, los chinos creían que el difunto capturaba sombras,
así que los enterradores amarraban sus sombras con tiras de tela a la cintura al
descender el ataúd.
Acerca de la peligrosidad de la sombra, una ley yuin
prohibía comunicarse con la suegra y si su sombra recaía sobre el yerno,
causaba la separación y la esposa a retornar con sus padres. O sea, todo para
decir que las suegras son malas. Le juro que algunas suegras valen la pena
conocer.
A los indígenas de Florida no les gustaban los estanques
por miedo a que el sol proyectara sombra en la superficie. El hombre kurnai que
se topaba con la sombra de una mujer, se volvía perezoso y estúpido. Bueno,
conozco tipos que no les hace falta cruzarse sombra alguna…
Cerca de Nueva Guinea, unas piedras alargadas alojan
temibles espíritus y si usted se apoya encima de sus sombras, dese por muerto.
Tales piedras son puestas en las entradas de las casas como guardianas. Los
rumanos estaban convencidos que las almas de los albañiles seguían atrapadas en
las construcciones y se rumoreaba de mercaderes cuyo negocio proveía sombras de
albañiles para reforzar las paredes. Fuera del contexto ficcional, la ley
germánica medieval infligía severas penas a la sombra en lugar del condenado.
Los hidatsa no dudaban que un buen baño de sombra de álamo ayudaba
a emprender acciones inteligentes. James Frazer no duda en aclarar que las
sombras de yuyos, pastizales y arbustos de terrenos baldíos no guardan
transferencia de habilidades, más que las de un mugriento. Se dice que las
jóvenes hindúes temen embarazarse bajo la sombra de los muchachos, mientras las
espían nadar desnudas en el río Ganges.
Tras la matanza de una ballena, los esquimales presagian
algo malo y entonces tratan de no hacer ruido, ni nada que enfurezca o por
descuido hiera a la sombra del animal. Las leyendas árabes advertían que cuando
una hiena pisa una sombra humana, la persona acaba petrificada. El príncipe de
los zapotecas se reconocía un dios al que ni la tierra ni el sol tenían
derechos en reposar. Ante la duda, los parroquianos abstenían de mirar la
sombra o el contorno oscuro de su rostro.
En Vizcaya juran que para castigar a las brujas conviene
sacudirles su sombra. Hablando de brujería, las sombras de un duraznero están malditas. Al parecer,
los frutos producen penurias que van desde el abandono amoroso, despidos
laborales, traiciones, hasta el apurón digestivo. Aquel que pisa la sombra de
la estatua de Florencio Sánchez, ubicada en San Cristóbal, atrae sobre sí una
credulidad patológica que lo convierte en víctima de los ociosos del barrio.
Las sombras del pájaro llamado zorzal sabiá restituye el entusiasmo
erótico. Para eso hay que correr bajo las sombras del pájaro. Se trata que ningún
miembro de su cuerpo esté expuesto al sol. No es tarea sencilla debido al
tamaño y velocidad del ave, también confundido con el benteveo… De efectos
opuestos, ciertamente.
*******
A inicios del siglo XX, Jean Piaget estudió las reacciones
del niño delante de la sombra y estableció cuatro etapas.
La primera, comprende que es producto de dos fuentes, una
interna, la sombra emana del objeto y una externa, proviene de la noche, de un
ángulo sombrío de la habitación, etc. Segunda, el niño la considera una sustancia
del objeto. La tercera, advierte la dirección de las sombras, pero todavía cree
que es una transmisión que ahuyenta la luz. Cuarta y última, el niño comprende
que la sombra es sinónimo de ausencia de luz.
En el mito de la caverna, la sombra anuncia realidades.
Posteriormente, la
filosofía occidental transformará
en símbolo del símbolo y remitirá a la ausencia de realidad. Sin embargo, la
sombra está ligada a lo concreto, como
el humo indica la presencia del fuego. Desde luego, hay oscuridad en ausencia
de luz, jamás sombra en ausencia de luz. Sucede en el proceso del conocimiento, que prospera en gradación
o contraste. Nunca por exclusión. Los musulmanes tomaron este fundamento y sostuvieron que
nuestra luz es hija de una de mayor intensidad. Y mejor aún, que la belleza
humana es la sombra de Dios sobre la tierra.
Admirador del neoplatonismo, Grosseteste estuvo interesado
en los cuerpos celestes y sustentado en la geometría, concluyó que la luz podía
reducirse a líneas y puntos. Esto solucionaba de momento el debate de la tercera
dimensión. Sin embargo, lejos del pensamiento de Grosseteste, a Leonardo
da Vinci le resultaba indispensable la sombra para construir la perspectiva,
pues sin sombra no existe densidad ni volumen en los cuerpos.
El origen de la pintura remite a una sombra que no tiene
nada de demoniaco. Entonces ¿por qué esa asociación negativa de la sombra?
Culturalmente se ha difundido que la sombra revela
la maldad, sobre todo desde la religión. Sin embargo, el mal no tiene
misterio, porque es inherente a la condición humana. Dado que todo conocimiento
es limitado, la razón tiende a interpretar por bueno lo que es malo. Y
viceversa. Pero el mal es consecuencia de la ignorancia. Nadie desea el mal,
surge de la ignorancia. Fíjese, sin conocimiento, la distinción entre el bien y
el mal resulta imposible. Aun cuando el conocimiento fuese perfecto, tampoco
sabríamos lo que es malo.
A partir de la pintura renacentista, la sombra abandona esa
connotación negativa, de tonos oscuros que solo subrayan los elementos no iluminados.
La pintura deje de ser una pintura de sombras para convertirse en una pintura
que utiliza la sombra La sombra de la Edad Media no es una privación, más bien
expresa los rasgos ocultos del cuerpo. La corporeidad, el espesor, relieve y
contraste que dispensa la sombra, adquiere la misma indispensabilidad que el
silencio en la música.
Sin
saberlo, Narciso se desea a sí mismo. Al gustar se gusta, al solicitar es
solicitado. ¡Cuántas veces besó a la engañosa fuente! ¡Cuántas veces sumergió
sus brazos en las aguas y no consiguió cogerse a ellos! No sabe qué es lo que
ve, pero lo que ve le quema. La misma ilusión que engaña sus ojos, lo provoca.
Crédulo, ¿para qué intentas en vano coger fugitivas imágenes? Lo que tú no
buscas, no está en ninguna parte. Lo que tú amas, apártate y lo perderás.
Esa
sombra que miras es el reflejo de tu imagen. Nadie tiene nada… Contigo llega y
se queda. Contigo se aleja, si puedes tú alejarte.
Narciso contempla maravillado sus formas en el agua y se
enamora. La poesía de Ovidio describe una imagen incierta, oscura e irreal que
dibuja el agua. Los artistas que ilustraron el mito han acentuado el carácter
evanescente del reflejo especular, pero evitado la representación de su sombra,
que para Ovidio era la metáfora del enamoramiento. Justamente, el amor es una
ilusión sin cuerpo, déjeme decirle.
De acuerdo a varios documentos, los egipcios y los griegos
habrían llegado a la pintura, trazando líneas alrededor de la sombra humana. En
griego antiguo, el término skiá
significa perfil, contorno, borde. De ahí que la sombra delimite, separe,
diferencie. La sombra es una frontera que delimita y abre mundos.
En ocasiones, remite lo que proyecta, quiere decir que la
sombra es una alusión. Tolkien describió a la muerte como un temible ejército
de sombras montando caballos negros, desplazándose sigilosamente. Portaban
lanzas, sudarios y estandartes pálidos, cual estelas de bruma. El zorro hindú ama el crepúsculo y observar sus propias sombras
alargarse, majestuosas como un elefante. A un encantador de serpientes le
apalearon su sombra al confundirla con la de un ladrón de telas.
La sombra también puede ser la versión
imperfecta, borroneada o decadente del objeto.
Esopo dice que un perro cargaba un trozo de carne y
mientras cruzaba un río, vio su sombra reflejada en el agua. Creyó que era otro
perro y con un trozo mayor al suyo. Se lanzó para arrebatárselo y acabó sin el
uno y sin el otro. El uno, porque, no existiendo, jamás pudo darle alcance. El
otro, porque lo arrastró la corriente.
Las malas lenguas aseguraban que la esposa de Benito le era
infiel con el sacristán Chinela. Un día volvió temprano a su casa y desenmascarar
el adulterio, pero el sacristán simuló ser la sombra del cornudo y zafó.
Una novela breve de Benito Pérez
Galdós describe las obsesiones de Anselmo. Él sospecha que Elena lo engaña con
otro señor, pero resulta que se trata de su propia sombra, es decir, no es más
que un temor injustificado de infidelidad. Carl Jung afirma que la sombra está vinculada al instinto y
por cuestiones morales o éticas, siempre entra en conflicto con la razón. Para
Anselmo, la sombra es el sujeto inconsciente que negamos aceptar.
Más allá del fenómeno físico, de creer firmemente o
burlarse de leyendas, curaciones o fábulas que sucede alrededor de un cuerpo y
su sombra, es un tópico que expone la sensación de un rasgo personal, secreto e
imperceptible, pero que sostiene el testimonio de quiénes somos.
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A veces la sombra puede desligarse del
cuerpo, adquirir vida propia y brindar testimonio de humanidad o inhumanidad de
su propietario. En Hechos de los
Apóstoles se lee que las familias sacaban a sus enfermos a las calles de
Jerusalén y entonces la sombra de Pedro sobrevolaba y los curaba. Quienes
estudiaron aquellos pasajes dedujeron que la virtud de la sombra neutralizaba a
las impurezas del alma doliente.
Oscar Wilde decía que la sombra es el
cuerpo del alma, por lo cual, la desaparición del alma equivale al condenado
que no hace sombra.
Un pescador conoció a una sirena y al escucharla cantar,
se enamoró perdidamente. Cada vez que embarcaba, ella asomaba y cantaba con
dulce voz. Un día se armó de valor y confesó que la quería, pero la sirena
precisó que debía renunciar a su alma porque los habitantes del mar no tenían
alma. Fue así que visitó a un sacerdote y este aclaró que el alma era una
virtud valiosa. Después encontró a unos mercaderes y le dijeron que el alma no
valía nada. Por último, fue a ver a una bruja y aconsejó deshacerse del alma. Realizado
el procedimiento, el alma viajó por el mundo. En cada encuentro anual describía
la sabiduría que había experimentado, pero el pescador argumentaba que el amor
era mejor que eso. Cerca del tercer año, el alma tentó al pescador con algo
diferente y contó sobre una bailarina y la belleza de sus pies desnudos. El
pescador aceptó y el alma retornó al cuerpo. Juntos cometieron muchas
crueldades, entre ellas, abandonar el mar y el amor a la sirena. Aun recordando
que el hechizo de la bruja funcionaba una sola vez, el pescador decidió regresar
a la playa, solo para descubrir que la sirena estaba muerta en la orilla del
mar. Besó sus labios fríos y murió al lado de ella.
Los textos hallados en las pirámides mencionan una fuerza
vital del individuo y que debía conservarse, incluso después de la muerte. A
esta forma astral, los egipcios la llamaban ka.
Todos los seres vivos tenían un ka, las plantas, los animales y hasta los
dioses. Digámoslo de una vez, el ka es el alma.
Según la mitología egipcia, el dios Jnum depositaba una
pizca de ka en cada hombre, que representaba el principio universal e inmortal
de la vida. El ka podía perdurar en el cuerpo del difunto si se conservaba
momificado, por eso había que embalsamar a los cadáveres y depositar ofrendas
de alimentos a los difuntos. El ka de los dioses y faraones estaba unido a su
cuerpo, mientras que el resto de los mortales obtenía su ka por mediación del
faraón.
Las condiciones de la vida futura dependían del Ammyt, una
entidad que pesaba los actos pasados, la conciencia y la moralidad del difunto.
Si perdía su condición de inmortal, venía Ammyt y lo reducía a una condición tan
ínfima, que ni para hacer sombra servía. Algunos egiptólogos y helenistas coinciden que la sombra
del egipcio en vida es negra. Cuando muere, clara, quizá coloreada, pero sutil.
La sombra griega era la psyché del
difunto. Sin embargo, no estaba determinada por el comportamiento en vida.
Tampoco guarda correlación con el espíritu, sino a un contorno que escapa al
tacto. En la Antigua Grecia, la muerte destruía al cuerpo y las emociones,
pensamientos y recuerdos también desvanecían.
Odiseo quiere volver a Ítaca y entonces la maga Circe le
sugiere visitar a Tiresias. Para eso tiene que descender al Hades. Luego de los
sabios consejos de Tiresias, una multitud de almas se congregan alrededor suyo.
Entre ellas, Anticlea, su difunta madre. Emocionado, tres veces intenta
abrazarla y tres veces escapa de sus manos, inasible, como una sombra.
Entonces, Anticlea explica que los nervios ya no mantienen unidos la carne y
los huesos, pues los consume las ardientes llamas del Hades. Pronto, el alma
vuela, como un sueño.
La psyché griega parece asumir rasgos
similares a los fantasmas y añadiré que no otra cosa es el psykaí en la
literatura clásica china. A diferencia de los fantasmas occidentales, el psykaí
no interviene en los asuntos de la realidad.
En la mitología vasca, Herio es un genio que personifica a
la muerte, generalmente causada por una maldición o un mal de ojo. Los aullidos
de un perro anuncian su llegada y cuando el enfermo recibe la visita, Herio se
sitúa a la cabecera de la cama. De inmediato, muere. En cambio, si se acomoda a
los pies, el enfermo no tarda en sanar. Helio separa el alma del cuerpo y la
envía hacia el Inframundo, aunque otra parte vaga sin rumbo, refugiándose en
regiones subterráneas. Se lo conoce como Gerixeti y es el alma ensombrecida del
difunto. A veces se presenta bajo un destello o una ráfaga de viento.
Para los fang y los bayaka, la palabra
sombra designa el alma o el espíritu. Entre los yakutos, la sombra es una de
las tres almas del hombre, tan respetada, que prohíben a los niños jugar con
ella. El difunto chino tenía dos tipos de alma, a saber, el hun que ascendía a
los cielos o viajaba al Inframundo y el po, que permanecía junto al cuerpo en
la tumba.
Los personajes de la Divina
Comedia son apenas visibles, sugeridos a la espectralidad. De hecho, una
sombra intenta abrazarlo y los brazos de Dante solo encuentran el vacío. Durante
un paseo, Virgilio y Dante reciben el sol a sus espaldas. Naturalmente, cada
uno debería proyectar su propia sombra, pero Dante se da cuenta que Virgilio no
la tiene. Virgilio explica que su condición translúcida deja pasar los rayos
solares, pues aquel cuerpo que producía sombra está ahora enterrado.
De acuerdo a la mirada de
Hofmannsthal, la ausencia de sombra imprime una vida de melancólica. En las
islas del sur, la emperatriz carecía de sombra por ser hija de Keikobad, rey de
los espíritus. Cierta vez, una extraña luz comunica a la hechicera de la corte
la siguiente advertencia… La emperatriz tiene un plazo de tres días para concebir
un hijo, de lo contrario, el emperador acabará petrificado y ella regresará
convertida en sombra al hogar de los espíritus.
Un episodio del Mahabharata recita
cómo Damayanti, enamorada del rey Nala, debe hallar un rasgo que lo
identifique, pero no acierta a distinguirle de los dioses. El supremo Bhima oye
sus súplicas y accede a que Damayanti contemple a todos los dioses y allí
descubre que ninguno tocaba el suelo.
La
sombra de una mujer se presentó en la habitación del poeta. Se trataba de una
novia que lo había abandonado, quizá en múltiples vidas pues no recordaba haber
vivido un solo instante que no estuviera teñido de pesar por su ausencia.
La
sombra le hizo repetir viejas confesiones y el poeta lloró un largo rato. Luego,
la sombra admitió que aquella novia se hallaba en compañía de otro señor y
entonces enfatizó el poder poético de los recuerdos, la dignidad de lo caduco,
la perfección de lo que no está.
Con
un pretexto cualquiera, el poeta saltó unos alambrados y escapó al patio de un
vecino. No volvió a su casa hasta varios días… La sombra se había ido para
siempre.
Suele creerse que las sombras de algunas novias regresan a
sus antiguos amores. Están los que piensan que estos regresos son anticipos de
la reanudación del amor. Otros conjeturan que son apenas las cenizas de un
pretérito fuego amoroso.
*******
Sombra y objeto son anclados en una suerte de dependencia
fundamental, por consiguiente, escapar a las leyes de la física suele generar
un poquito de desconfianza.
Los
herejes de Besançon apartaban sus sombras y caminaban a través del suelo
enharinado sin dejar huellas, encima del agua sin mojarse y salir ilesos de las
llamas. Estas maravillas eran las delicias de Caesarius de Heisterbach, pero
conjeturaba que la demasiada eficacia escondía alguna trampa diabólica.
Los celtas creen que las hadas, elfos y ogros carecen de
sombra, exponiendo así su verdadera naturaleza. También carecen de sombra los
santos persas, Buda y el propio Mahoma.
A
cambio de una inagotable fortuna, el joven Peter Schlemihl vendió su sombra a
un misterioso sujeto, el Hombre de Gris. Sin embargo, Peter no midió las
consecuencias… Un hombre sin sombra tiende a ser un sujeto indeseable, un paria
de la sociedad.
En
efecto, ahora Peter era un hombre rico y rechazado por todos y entonces buscó
refugio en las penumbras de su lujosa mansión. El mundo lo había condenado al
ostracismo y ninguna riqueza pudo traerle consuelo. Ni siquiera podía aspirar
al amor de Fanny, una bella bailarina. Cuando una noche de luna Peter le reveló
la horrible verdad, Fanny huyó para siempre. Desesperado por recuperar el alma,
decidió visitar al Hombre de Gris y comprársela… Pero ya era tarde.
Nadie tiene el berretín de andar verificando la compañía de
su propia sombra, pero por si acaso, conviene estar atento a la letra chica de pactos
que prometen disociaciones mágicas.
Cómo olvidarse de Peter Pan, ¿no?, aquel niño eterno que
perdió su sombra. Peter Pan vive en el reino del Nunca Jamás y comparte aventuras con hadas y sirenas. Cierta vez
visitó la casa de Wendy y al salir rajando, olvidó su sombra. La pequeña Wendy
le restituyó la sombra y Peter Pan respiró aliviado porque sabía que la
ausencia de sombra suponía la perdida de humanidad.
Así como los dioses se vuelven demonios, una vez caídas sus
religiones, el paso del tiempo convierte a la sombra en símbolo de la
nostalgia. Plinio el Viejo cuenta que la
hija de Butades de Sición fue dichosa de un gran amor, hasta que su amado le anunció
que debía marchar a otra ciudad.
“Bajo el silencio de la última noche,
la joven observó cómo la sombra del amado navegaba alrededor de la habitación. Cuando
creyó prudente, tomó un carboncillo y la inmortalizó en sus muros.”
Sabemos que la nostalgia es una oposición al movimiento de la
partida. Ahora, ¿de qué modo soportar el presente de lo ausente? Las respuestas
son insatisfactorias… Visto desde la retórica artística, una sombra demasiado atrasada
revela que alguien trae noticias del pasado. El efecto inverso, una sombra
adelantada al movimiento del cuerpo,
propicia nada menos que el arte de la profecía. Muchos opinan que estos
acontecimientos son giros argumentales del destino, pero en realidad auguran la
desgracia. Tal vez la verdadera magia no exista, pero es deseable que ciertos
hechos sean señales de otros y no vivir bajo una carencia absoluta de señales.
Yo no estoy tan seguro que uno quiera liberarse de la
ausencia, sino más bien encontrarle un sentido. El amor es un intermedio
simbólico, un intersticio entre el hoy y el ayer. Es un espacio térmico de
trascendencia, donde ocurre la experiencia del sentido. El destino, el azar, la
contingencia, etc., son los diferentes modos que ayudan a pensar la relación
con el otro. Por eso el destino no es un límite a transgredir, sino el perfil en
el cual nos definimos y mejor nos reconocemos.
Transcribo
unas bellísimas palabras del poeta venezolano Navil Naime.
Sobre
un montículo de polvo escribió una palabra. La vio posar ante sus ojos y
brillar con impaciencia. La letra inicial era gris y menuda. Parecía saltar
desde la elevación hasta su frente y volverse a clavar sobre la tierra. La
palabra lloraba. La miraba con una curiosidad transformada por el hastío. El
sol se mezcló con la tristeza. El resultado fue un resplandor, casi un
espejismo.
El
viento sacudió la maleza y se llevó la palabra. El hombre la vio temblar en el
aire, arremolinarse y luego volar hasta perderse.
No
podía entender lo que miraba. Permanecía estático, en actitud de espera. La voz
del nombre volvía como un eco desde su ausencia. Invadía su sombra, acechaba su
espacio. Lo acosaba. De pronto dejó de escucharla. Cuando cesó la voz, percibió
el porqué de la tristeza. Si intentaba rescribirla, la letra inicial palidecía
hasta desaparecer. Buscaba una respuesta en el pulso de sus sienes. Araba en
los recuerdos. Giraba en su laberinto.
En
el arco de su frente la angustia transpiraba. Veía a la letra esquiva
disolverse en los olores, disiparse en los sueños, sepultarse en las marcas de
sus pasos en la tierra.
La
luna arruinaba la oscuridad de la noche.
Fue
apenas un instante, un segundo de luz en su penumbra. El bostezo del recuerdo
arrastraba formas del pasado. Se fue, como llegó, fugaz e inadvertido.
Y
supo que extrañaba el aroma de una mujer.
En cuanto a su articulación con la oscuridad, la sombra
está asociada al ocultamiento. Sin embargo, me parece fundamental para el
disfrute de la sexualidad. Contrariamente, a la gente le gusta ver lo que está
haciendo y con quién lo está haciendo, rodearse de accesorios, desplegar
acrobacias, actuar en la cama conforme los convencionalismos, etc. Y desde
estos humildes foros recibimos gratamente a la penumbra, pero no para negar al
otro en la más perfectas de las oscuridades o por una cuestión de vergüenza en
la desnudez, sino porque tiene una carga
desinhibitoria muy interesante. La oscuridad sumerge ambas almas en la
profundidad de la indefinición, de lo insondable, de lo quimérico. Nunca en la
totalidad.
Lo que hace bella a un alma es su sombra, es decir, la
alteridad de su misterio. Una desnudez exhibida con luces encendidas resulta
menos fantástica a esas otras desnudeces, que, como un océano de sentimientos,
sueños e inquietudes, nos permite imaginar una revelación mucho más
extraordinaria y determinante.
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Las virtudes mágicas y poéticas
de la sombra promueven los fenómenos
culturales más arraigados en
el inconsciente. ¿Recuerda los viajes al interior? A
medida que nos alejábamos de Retiro, se ingresaba a un terreno de tinieblas. Bastaba
mirar las casitas que brillaban a lo largo del paisaje, distantes, perdidas en
la inmensidad de la noche. Adentro, la oscuridad estaba intimidada por las
películas que las empresas de larga distancia disponían para que usted
disfrutara el viaje. En general, yo suelo apolillar y despertar en la terminal
de algún pueblito.
Otra sensación que rescato de la memoria era salir
del barrio e internarse en la jungla eléctrica de Capital Federal.
Ahí encontraba los cines de Lavalle, las vidrieras en Av.
Corrientes, los suntuosos carteles sobre la 9 de Julio y sin pasar por alto las
pizzas de Ugi’s en la plazoleta del Obelisco.
Hoy el mundo de las tinieblas está sentenciado a la
decadencia. ¿Qué es esto? Que lo que hasta ayer era un
deseo de progreso, hoy parece indicio de contaminación. No parece haber
intervalos entre el día y la noche. El capitalismo ha
iluminado tanto las ciudades que hemos olvidado la verdadera oscuridad. Por eso
los barrios no cambian por migración de vecinos, edificación
de casas, pavimentación de calles, emplazamiento de nuevos
comercios, etc., también debido a una artificiosidad que
desde décadas ha dinamitado sus principales características.
¿Cómo recuperar la identidad del barrio
frente a la proliferación de carteles luminosos, automóviles
mal estacionados, cámaras de seguridad, maxikioscos,
repartidores circulando a contramano?
Prometeo
fue hijo de Jápeto y Clímene y participa en la Teogonía
de Hesíodo como benefactor de la humanidad. No temía
a las divinidades, de hecho, engañó nada menos que a Zeus por amor a los
hombres.
Muy
bien, una vez quiso agasajar a Zeus y para ello sacrificó
un buey. Mientras Zeus condimentaba la ensalada, Prometeo aprovechó a
disimular la carne y las entrañas en el vientre del animal y cubrió
la grasa blanca los huesos pelados.
Zeus
tomó asiento, eligió su parte y dejó
el resto para los hombres. El asunto es que Zeus había
escogido la grasa blanca y al descubrir solo huesos, privó a
los mortales del fuego. Tiempo más tarde, Prometeo robó
fuego de la fragua de Hefesto y por aquella osadía, Zeus castigó a
los mortales, enviándoles a Pandora.
En
cuanto a Prometeo, terminó encadenado al Cáucaso
y en las sombras, un águila esperando devorarle el hígado,
eternamente.
Los hombres de la antigüedad sabían
cómo era vivir a oscuras y arreglárselas a velas, tizones o
lámparas de aceite. A partir de la industrialización,
la humanidad tiende a independizarse de la luz solar, pues ha creado una fuente
de energía capaz de iluminar el universo de manera artificial. Este
nuevo Prometeo, hijo del progreso, además de erradicar la
oscuridad, logró confinar a las sombras al reino de la
ficción.
Días pasados, mi papá anunció
el fallecimiento de Joly, una amiga del barrio. Estaba triste pues era parte de
la familia, y claro, cuestionaba cómo la muerte le fue arrebatando los
afectos que había construido a lo largo de toda una vida. Pero en un momento sentí que
detrás de aquella tremenda noticia, ocurría un dolor aún peor que la
decrepitud, la soledad y la muerte…
La ausencia del recuerdo.
Cualquiera de nosotros puede morirse tranquilo, que no habrá
forma de anclar sus sombras. Repito, en un universo, en el cual, el progreso
barre las costumbres de una sociedad, cualquier registro de la memoria es
inconcebible.
Pregúntese, ¿en que se parece un barrio a otro? En
todo, menos en su historia. Trate de volver al barrio que lo vio nacer y se dará
cuenta que es un perfecto extraño. Y no es una cuestión
de crecimiento personal, lo que pasa es que el barrio ya no conserva siquiera
las sombras de antiguos vecinos, almacenes, plazas, zaguanes, conventillos,
etc. Las luces del presente han borrado por completo las sombras del pasado.
Por eso el regreso al barrio que es imposible.
La última revelación resulta más
siniestra y se escribe así…
Nuestro destino será alcanzar una condición de sombra, en un universo que se alumbra
a cada instante. Nuestros cuerpos de tres dimensiones serán cada vez más
insignificantes y en cambio, colocarán lamparitas de colores por todas partes. Al cabo de un
tiempo no habrá en este lugar, ni
en ninguna parte del mundo, otra cosa más que luces.
En ciertas cuadras de Avellaneda todavía
quedan retazos de algunas sombras.
Cada vez más tenues, cada vez
menos perceptibles… Arrastrándose
hacia la ausencia absoluta.
Dedicado a Joly y a quienes han
partido para siempre de este mundo, lamentablemente.
Martes 5 de Setiembre de 2023
Ignacio