Elfos

 

 
 
 

Los elfos son criaturas asociadas al fantástico e indescifrable universo de las hadas, goblins, trolls, faunos, gnomos, duendes, etc. Casi todos los textos que exploraron y ahondaron en sus diferentes facetas, coinciden en que los elfos simbolizan la belleza, la magia y el misterio.  

 

La conducta de los elfos tiende a la benevolencia y a la protección, aunque volverse peligrosamente caprichosos. De hecho, Borges los definía de entidades malvadas ya que causaban pesadillas. Por eso el término alemán para referirse a una pesadilla se traduzca como «sueño de elfo».

 

Los elfos poseen alas de mariposa, orejas puntiagudas orientadas hacia arriba, ojos rasgados y adornados de nubecitas de colores. El tamaño no supera al de la palma de una mano, o sea, son chiquitos. Para volar usan polvo de estrellas o vuelan a través de una niebla dorada y el lenguaje suena a la reproducción de cintas de cassettes a rápida velocidad. Al igual que las demás entidades del bosque, los elfos machos carecen de atractivo. Distinto es el caso de las hembras. Las elfas son tan hermosas, que, cruzarse a una de ellas significará pasar la vida entera buscando a una belleza incomparable.  

 

Hablemos de algunos elfos.

 

Primero están los que actúan a plena luz del día, los ljósálfar, cuya tarea consiste en aplicar poderes mágicos y efectos curativos a toda vegetación, desde árboles, plantas y arbustos, hasta la flor más pequeña. Mediante sus poderes lumínicos, los ljósálfar revitalizan la fuerza vital y medicamentos que extraen de las plantas. Para ellos la naturaleza es sagrada, en consecuencia, cualquier contravención, explotación o destrucción, despierta la ira del ljósálfar. A veces llegan a la agresión física, lo que conduce a funestas consecuencias, llámese enfermedad incurable o la muerte. Se los advierte en inexplicables crujidos, movimientos o vibraciones sobre plantas u hojas, en briznas de hierba o flores que se inclinan bajo un peso invisible. También en la sensación de insectos correteando a través del pelo o la piel o la pérdida del sentido del tiempo.  

Las fuentes los describen amistosos, divertidos y amantes de la naturaleza, sin embargo, el cristianismo acusó a los ljósálfar de transmitir enfermedades, de secar fuentes de agua y devastar los pastos de los animales. La Iglesia no escatimó en organizar procesiones encargadas de exorcizarlos. Desde entonces, nadie volvió a cruzarse a un ljósálfar.   

 

Veamos qué sucede con los schwarzalben. Se esconden en los armarios, sótanos, debajo de la cama, en los desvanes porque temen a la luz y porque repudian el contacto humano. Gobiernan las galerías subterráneas, montañas inaccesibles y bosques de climas extremos. Esta clase de elfos ama refugiarse en la soledad de la magia y la discreción de las artes ocultas y el miedo es el principal alimento de su energía.

Los schwarzalben causan daños, son malvados, pérfidos y contradictorios. La piel oscura representa las fuerzas destructivas que absorben. La tarea del schwarzalben es mantener alejados los tesoros de la naturaleza, como los minerales o metales preciosos. Cada tanto ingresan en la conciencia, en forma de enfermedades y pesadillas. Es más, ellos las producen.

 

Los elfos acuáticos son espíritus protectores de pozos, arroyos, charcas, riachuelos, lagos y aguas subterráneas. Suelen ser más pequeños que el resto de los bichos acuáticos. De carácter delicado, ambiguo, centellante, vivaracho y encantador. Están activos durante el amanecer y el crepúsculo y en noches de luna llena y nueva. Introducen a las personas a los secretos y a las confidencias y ciertamente, al reino de las aguas. Les gusta cantar, los instrumentos musicales, los sonidos, la interpretación y el baile. Cuidan y protegen sus aguas y lo hacen con mucho cariño. Se les percibe como una sensación de frio húmedo en la piel. Cuando las aguas se contaminan, expresan su disgusto incitando a los insectos a picar a quienes causaron los daños. Quiere decir que los mosquitos son agentes encubiertos de los elfos.

 

Los sidhe descienden de los dioses, con lo cual sospechamos un goce de cierta inmortalidad. Miden entre 90 cm y 1, 20 m. Son hermosos y tienen la piel de color pardo claro. Se visten de verde, hablan el antiguo gaélico y habitan las vecindades de Irlanda y Escocia, dentro de unos montículos que son como hormigueros. Según las creencias populares, la gente realiza ofrendas para apaciguarlos, porque se calientan con suma facilidad. Los sidhe son celosos de sus moradas, sea una colina de hadas, un anillo de hadas, un árbol, lago o bosque en particular. Infringir dichos espacios hará que tomen cruentas represalias. En regiones de Escocia conservan la costumbre de ofrecerles leche y alimentos de granja. Conviene dejarlos tranquilos y protegerlos de los daños que causan la planificación de carreteras o viviendas. A veces, los irlandeses señalizan con postes las parcelas en las que piensa construir -pero si los postes aparecen derribados- es señal que nadie construirá en ese lugar.

 

De acuerdo a otros autores, los sidhe están conformados por mujeres aficionadas a la hechicería. Robert Kirk los describe un intermedio entre espíritus inteligentes y cuerpos luminosos cambiantes, similar a la condensación de una nube y visibles al anochecer. Kirk sabía demasiado del tema y se rumorea que murió por haber batido sus secretos… 

 

Repasemos los diferentes tipos de sidhe.

 

ü  Leanan sidhe, «amante de las hadas», puede hacer feliz a un mortal al precio de acortar su vida. Es la musa de los poetas.

ü  Banshee o bean sidhe, «mujer de los sidhe», anuncian las muertes con su lamento.

ü  Baobhan sidhe, baobhan sidhe, bavanshee o baavan shee, «mujeres blancas de las Tierras Altas de Escocia», se aparecen como hermosas jóvenes. Suelen llevar largos vestidos verdes que ocultan las pezuñas de ciervo que tienen en lugar de pies.

ü  Bean nighe, lavan la ropa ensangrentadas o la armadura de la persona condenada a morir.

ü  Cat sidhe, toman la forma de enormes gatos negros con una mancha blanca en el pecho.

ü  Cú sidhe, adoptan forma de perros del tamaño de toros. Son muy temidos, pues aparecen para llevarse el alma de una persona al más allá.

ü  Sluagh sidhe, se representan como una multitud de espíritus voladores.

 

Para cerrar esta parte, contemos una historia que revela la afición de los sidhe hacia la música y las fiestas…

 

A cambio de una doble paga, dos violinistas fueron contratados para asistir a una fiesta. Al principio, dudaron de aquel extraño hombre, vestido de verde, pero el dinero se impuso a toda precaución y aceptaron. El hombre los condujo hasta la cima de una colina. Una vez allí golpeó tres veces con su pie derecho. Al abrirse el suelo se reveló un espléndido salón, repleto de sidhe. Pronto se les ordenó alegrar la velada. Los sidhe no paraban de bailar. La comida y el escabio eran abundantes y así, la noche pareció una eternidad. Llegaron las luces del día, los músicos recibieron monedas de oro y las luces se apagaron. A lo lejos se oyeron unas carcajadas y los violinistas se dieron cuenta que estaban fuera de la colina. Regresaron el pueblo y lo vieron cambiado… Las calles eran más anchas, casas donde antes era solo campo… Comprendieron con horror que habían pasado 100 años.

 

El carácter inamovible del tiempo en aquel bailongo élfico, atrae un pensamiento muy poderoso… Toda vez que usted esté a gusto en algún sitio, el tiempo correrá más ligero. Quiere detenerlo, sujetarlo, pero se nos escurre de los dedos. El tiempo solo transcurre más despacio en compañía de gente indeseable. Por eso me parece que el disfrute del tiempo está dado por el caudal que arrastran… Esas inundaciones que desbordan los límites temporales y que muy pocas personas consiguen producir ese efecto.

 

Lamentablemente, vivimos envueltos en tiempos efímeros, avisándonos a cada instante de nuestros débiles pasos... temiendo que todo se acabe y desaparezca… Buscando el mejor instante de nuestra vida, en una insoportable sucesión de hechos banales.   

 

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En Islandia es común que antes de realizar alguna obra se estudie el terreno para evitar destruir moradas élficas, por lo general, enormes cadenas de rocas en las colinas o montañas.

 

De acuerdo a una versión de una leyenda islandés, Eva escondió parte de su prole a los ojos de Dios, pues no estaban aseados ni arreglados. A pesar que Dios sabía de los demás niños, cuando preguntó dónde estaban, Eva negó su existencia. Dios respondió entonces que aquellos que se ocultaban de él, también serán ocultos para todos. Y así fue cómo se hicieron invisibles y son conocidos en Islandia como huldufólk, una raza que habita oculta en las rocas y montañas más recónditas.

 

Los changeling son unos elfos muy feos que suelen ocupar el lugar de los niños humanos normales de pocos meses. Hay unos elfos malos conocidos como los quietfolks que toman a los changeling y los ponen en lugar de los niños. Cuando los padres descuidan a sus hijos, vienen los quietfolks y sustituyen a los niños por los changeling. El changeling es un elfo horrible, una suerte de enano viejo, convenientemente espantoso, lleno de verrugas y con cabezas hundidas, aunque no olvidemos que los padres suelen decir que sus hijos son lindos y entonces no se dan cuenta que en realidad que se tratan de changeling.    

 

El peligro a esta sustitución es enorme, hasta que el recién nacido es bautizado. Luego, desaparece. Los changeling se caracterizan por un insaciable apetito, mal genio y ataques con chillidos y aullidos, son huéspedes molestos en todas partes. Ahora, ¿cómo librarse de un changeling? Primero hay que sorprenderlo con alguna tontería cotidiana y hacerle confesar su edad, es decir, que admita su vejez. Hay que mostrarle algo extraño, extravagante o raro y entonces, cualquier cosa rara lo fascinará tanto al changeling que gritará, «Tengo 90 años y jamás he visto nada semejante».

 

Cuentan que una familia danesa tuvo un changeling. Dado que el changeling no parecía tan feo, los padres no se dieron cuenta de la sustitución. Sin embargo, cuando los padres iban al mercado y dejaban al changeling en la casa, los vecinos espiaban y observaban cómo corría, trepaba las paredes, se colgaba de los estantes y hablaba en voz alta en un extraño lenguaje. Naturalmente, cada vez que alguien ingresaba a la habitación, encontraba a la criatura durmiendo lo más campante. El changeling comía como cuatro hombres y entre el gasto económico y los rumores de los vecinos, la familia empezó a sospechar. Una noche cocinaron un delicioso pastel, pero la receta incluía un chancho adentro. El changeling se largó a comer y al descubrir pelo de chancho en el pastel, gritó…

- He visto crecer tres veces el bosque del lago, pero nunca un pastel como este. -

 

En un abrir y cerrar de ojos, el changeling desapareció… Y el hijo perdido regresó a la cuna.

 

Otro grupo son los aelfsige, unos elfos rusos. En los crudísimos bosques de Rusia, el ruido del viento y el crepitar del follaje son las voces de los elfos. Por consiguiente, el crujir de las hojas es una trampa del elfo para captar la atención del incauto y perderlo en la oscuridad del bosque. Una vez allí, lo enferman. Estos elfos viven en cabañas abandonadas y si algún hombre intenta dormir en una de ellas, el elfo reacciona golpeando la puerta, aúlla en el bosque y hace soplar y arremolinar el viento en torno a la cabaña. Tiene pies y cuernos de cabra, no tiene pestañas ni cejas, solo tiene un ojo y tiene garras en lugar de manos. Está cubierto de pelo verde.

 

En la oscuridad de la noche, un viajero se adentró en el bosque y oyó una voz…

- ¿Le importaría que lo acompañe? -

El hombre respondió afirmativamente y caminaron juntos. Conversaron, criticaron, narraron historias picarescas. En un silencio de la charla, el viajero se dio cuenta que estaba perdido. Avanzó unos pasos y cayó a un pantano del que jamás salió. A salvo en tierra firme, la criatura reía y le dijo…

- No debiste escuchar a un elfo. -

 

En Italia, los malos sueños son provocados por los mazapégul, buffardello o linchettto. Los mazapégul ingresan a los dormitorios a través del ojo de la cerradura y se suben al pecho del durmiente, haciéndole difícil la respiración. Se dice que tiene largas orejas y mide 60 cm. El mazapégul merodea los corrales. Existen métodos para liberarse de ellos, ejemplo, colocar una sartén con alpiste sobre el pecho del que duerme. Al entrar el mazapégul, tirará la sartén y derramará alpiste al suelo. Y dado que detesta el desorden, empezará a levantar los granos uno a uno… Tarea que le llevará un buen rato. Asimismo, encender la luz, saltar en la cama, tener un orinal cerca… Los papagayos espantan a los mazapégul.

 

Otra cosa que enfurece al mazapégul es el pelo rizado, de manera que convendrá ondularse el pelos -y aquel que no los tuviera así, hará bien en ondulárselo- pues el mazapégul gastará energía y tiempo en alisarlo.    

 

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Anoté un par de ideas que quisiera compartir. Una referida al momento del descanso. El descanso parece un bien a custodiar, propio de los que trabajan y necesitan recuperar energías. Mientras el despertador continúe su marcha, nada puede sacudirnos del ensueño. Pero, ¿qué fue ese ruido? ¿Habrá sido un mazapégul? Falsa alarma, los elfos no existen. Mira el reloj y descubre que aún es temprano… ¡A seguir durmiendo! Desde luego, como sucede en la mayoría de los casos, las luces de la mañana indican que se quedado dormido.

 

Todo aquello que despabile y erosione el tiempo del descanso, predispone a encarar las obligaciones diarias del peor humor. Los que necesitan levantarse temprano y someterse a las enojosas fatigas de la rutina, en fin, no permiten que un mazapégul les arruine el sueño. Tampoco la vida. Nos hemos acostumbrado a transitar un mundo en el cual lo más importante son los compromisos laborales, la ambición económica, la descalificación gratuita, el arte despojado de complejidad, etc. De manera que me acomodo en el bando de los que eligen transitan los barrios oníricos, advirtiendo en sus calles a la mujer amada y no a los que duermen preocupados, pensando que mañana vence alumbrado y barrido.

 

La otra idea refiere a la visión de una mujer. Pero hablo de una mujer tal -o que cause una impresión tal- que después no podamos encontrar ninguna que nos contente. Por eso el descubrimiento de una mujer muy hermosa –incluso, disfrutar junto a ella- a veces puede no resultar contraproducente. Lo que pasa es que usted colocará el listón tan arriba, que una fruta proveniente de otros árboles, le parecerá menos apetecible.

 

Hallar de un modo efímero, el ápice de nuestra vida, es quizá también una desgracia. Fíjese, tipos que cuentan a sus amigos que la novia nro. 5 era más linda que la nro. 7. ¡Eso es mentira! Imaginemos una vida estirándose, disparándose, proyectando el cuerpo hacia a la montaña de mayor altura. Obviamente, muchos prefieren resignarse a pequeñas laderas. Ahora, usted preguntará, ¿y qué necesito hacer para escalar la montaña más alta? Respuesta, volverse un mejor escalador. Así que el que quiera recibir los mejores frutos, que se esfuerce en ser el mejor cosechador, de lo contrario, vivirá dando vueltas alrededor de tristes colinas, añorando antiguos cerros. Así que vamos a decirlo del modo más cruel posible…. Nada denuncia tanto nuestra decadencia que el recuerdo de las novias que tuvimos, aun sin admitir que la actual no nos gusta. 

 

Culturalmente parece que estamos destinados a la obligación de aceptar únicamente lo que el bosque venga a ofrecernos. Bueno, hay que resistirse un poco y esperar mejores frutos o recuperar aquel que ha perdido. Tal vez un buen consejo sea nutrirse de la imaginación. Si acaso los elfos pertenecen al mundo maravilloso de la fantasía, pues nada cuesta inferir que nuestros amores están construidos con idénticos materiales. Al fin y al cabo, el otro tiene algo que yo agrego y a la inversa. No está mal… El amor también es un juego de mutuas invenciones.

 

¿A quién dedicar? Bueno, ya que nos movemos en una sociedad donde la belleza resulta bastante escasa, pues, a la mujer más hermosa del mundo.

 

Nacho

 

Martes 6 de agosto de 2025